El ministro del Interior, Matteo Salvini, exige a Malta que permita a la nave desembarcar en la isla
10/06/2018 El País.- Las amenazas del nuevo Gobierno de Italia en el tema migratorio toman cuerpo. El Ministerio del Interior comunicó este domingo de forma no oficial que cerrará sus puertos a la nave Aquarius, con 629 migrantes (123 menores) a bordo rescatados en el Mediterráneo. La decisión, sin precedentes, ha sido adoptada conjuntamente con el titular de Infraestructuras, el grillino Danilo Toninelli, y pretende presionar a Malta para que se haga cargo del barco. Un portavoz maltés rechazó esa opción poco después, abriendo un pulso entre ambos países que puede dar pie a una crisis humanitaria.
Pero el anuncio no fue oficial. Nadie quiere dejar por escrito una decisión de dudosa legalidad. Una de sus asesoras de comunicación llamó primero a los medios italianos dejando caer la noticia para que se publicase y presionar así a Malta. Luego el propio Salvini, de manera confusa, insistió en su cuenta de Facebook en que Italia cambia su estrategia en esta materia: “Desde hoy decimos no al tráfico de seres humanos”. A continuación, añadió una foto suya con el hashtag #cerremoslospuertos. Nadie en el Ministerio del Interior desmintió las informaciones publicadas, pero declinaron comentar la medida con este periódico.
La realidad es que, tal y como había avanzando en los últimos días, Salvini exigió este domingo a Malta que la nave de la ONG desembarcase en su territorio. Pero la respuesta desde La Valeta, que siempre reacciona del mismo modo ignorando los tratados internacionales y rechazando a la mayoría de embarcaciones de las ONG pese a que es considerada un puerto seguro, llegó poco después a través de un medio local. “El caso no es de nuestra competencia. El rescate ha sucedido en la zona libia de búsqueda y ha sido coordinado por el centro de socorro de Roma. Malta ni coordina ni tiene competencias”.
La embarcación de rescate, que partió de Catania el viernes, vivió este domingo una intensa madrugada con varios rescates frente a las costas libias. Hasta 229 personas tuvieron que ser rescatadas de dos pateras en mitad de la noche. Una de ellas se quebró y 40 personas fueron sacadas del agua por los cooperantes de Médicos sin Fronteras y Sos Mediterranée. Otros 400 rescatados fueron trasladados desde barcos mercantes y de la Marina italiana.
El pulso abierto por Italia, que ya ha logrado hacer saltar por los aires la reforma del Reglamento de Dublín y amenaza con expulsar a 500.000 inmigrantes irregulares, busca ahora presionar a la Unión Europea para que la descargue del peso de los últimos tiempos: 630.000 desembarcos en 5 años. Y, de paso, poner el foco sobre la política de lavarse las manos de Malta. “El buen Dios les puso más cerca que a Sicilia y no puede responder siempre no a cualquier tipo de intervención para salvar en el Mediterráneo o acoger a inmigrantes”, señaló el también vicepresidente italiano el pasado viernes. Pero el nuevo Gobierno de Italia ha logrado también dividir al país. Los ayuntamientos de Reggio Calabria, Messina, Nápoles y Palermos anunciaron anoche que está dispuestos a abrir sus puertos para acoger a la nave.
El amago de rechazo no es nuevo. 467 migrantes llegaron este sábado a puertos italianos. Entre estos se encontraban los 232 rescatados por la ONG alemana Sea Watch que llegaron a Reggio Calabria después de cuatro días en el mar al recibir la negativa de desembarcar por parte de las autoridades de Malta. Finalmente, Italia accedió a acogerles. Esta vez la amenaza ha elevado el tono. “Estoy trabajando para recuperar siete años de retrasos y de buenismo. Nuestro objetivo es reducir los desembarcos y aumentar las expulsiones. No vamos a pasar otro verano con desembarcos”, lanzó Salvini este sábado.
Tras una larga temporada de notable reducción en los flujos migratorios (en 2018 han disminuido un 70%: 13.521 en lo que va de año), Italia ha visto en las últimas semanas cómo aumentaban de nuevo las llegadas. Influye la subida de las temperaturas. Pero también el intento del Gobierno libio de presionar al recién nacido Ejecutivo italiano para mejorar las condiciones económicas fijadas con el anterior ministro del Interior, Marco Minniti.