Faro de Vigo.- El colegiado tuvo que pedir la presencia de las fuerzas del orden por la actitud de un grupo de aficionados del conjunto local que asistían a un partido de alevines
El árbitro, menor de edad, del partido de categoría benjamín Pontellas-Candeán disputado este domingo tuvo que requerir la presencia de las fuerzas del orden. Un grupo de aficionados locales, según relató en el acta, profirió insultos y uno de ellos intentó agredirlo al final del encuentro. El delegado en Vigo del Comité Técnico Gallego de Árbitros de Fútbol (CTGAF), Francisco Soto Balirac, ha condenado los hechos y también la actitud de miembros del Pontellas, que no colaboraron con el árbitro.
Los equipos benjamines de Pontellas y Candeán, con futbolistas de 9 años, jugaron en San Campio-2 un partido del grupo 2 de Segunda Galicia. El equipo visitante se impuso por 2-3. Aunque no se recoge en el acta, un testigo presencial de los hechos asegura que un grupo de aficionados del Pontellas ya empezó a insultar al árbitro durante el partido. Este, de tan solo 14 años, portaba la escarapela federativa que lo distingue como menor de edad. Según ese testigo, el árbitro pidió al entrenador local que le ayudase a detener aquel comportamiento, sin lograrlo.
El árbitro recoge en el acta que al acabar el partido “parte de la afición local” le dirigió “entre otras amenazas” frases como “borracho, deja los cubatas”, “payaso, te voy a espabilar yo” e “ hijo de puta, te espero fuera”. Fue cuando se dirigía al vestuario que “una persona no identificada”, que procedía de la cantina, se intentó abalanzar sobre él con la mano alzada con intención de agredirlo. “En ese momento otra persona identificada como aficionada del Candeán se interpone entre esta persona y yo, sujetándolo hasta que llegaron más aficionados para ayudarle a alejarlo de mí y ayudarme a entrar en él vestuario”, narra el joven.
El árbitro se encerró en su vestuario. “Las cosas no se calmaban y temía por mi integridad física”, explica. Cuenta entonces que solicitó “a un varón vestido de negro” que llamase a las fuerzas de seguridad. “El club local se niega”, asegura. Sucede que el padre del árbitro, que es miembro de la Guardia Civil, se encontraba en el campo. El árbitro solicitó entonces su presencia. Aunque se identificó como agente, el entrenador local impidió “en varias ocasiones” que su padre accediese al vestuario.
Finalmente, consigna que a las 11.55 su padre se puso en contacto con el 062. En el campo se presentaron dos patrullas de la Guardia Civil y una de la Policía Local. Ante ellos, dice el árbitro, un directivo del Pontellas habló de “si el árbitro no hizo el curso, que ahí le deben enseñar a que le llamen hijo de puta y demás insultos y que situaciones como la de abalanzarse el señor son cosas normales y habituales”. Un agente de la Guardia Civil pidió a ese directivo que cesase en su actitud y lo identificó. En cuanto al aficionado que intentó agredirlo, el árbitro revela que había abandonado el campo antes de que llegasen las fuerzas del orden y que el entrenador local aseguró saber quién era, pero sin concretar su nombre. El árbitro pudo abandonar el campo junto a su padre a las 13.15 mientras los agentes proseguían sus pesquisas.
Al tratarse de un menor de edad, la Guardia Civil ha abierto diligencias de oficio, independientemente de si el joven decide presentar una denuncia. El caso está en manos del abogado del CTGAF. El Comité de Competición de la Federación Gallega estudiará lo sucedido desde la perspectiva de la justicia deportiva. El árbitro sufrió un gran estado de nerviosismo que se mantenía a la mañana siguiente.
El delegado en Vigo del CTGAF, Francisco Soto Balirac, en nombre propio, de la junta directiva de la delegación “y en representación de todo el colectivo arbitral” ha mostrado su “total repulsa al comportamiento de aficionados, personal del cuerpo técnico y directivos del club C.D. Pontellas”. Soto Balirac, que destaca la corta edad del árbitro, además en su primer año en el colectivo, reitera lo relatado en el acta y destaca como “hecho insólito y extremadamente grave” que el club local se negase a la petición del árbitro de requerir la presencia de la fuerza pública. También critica el comportamiento del entrenador local y del directivo. “Aparte de tomar las medidas legales y deportivas oportunas, no vamos a consentir estos comportamientos incívicos y despreciables en ningún partido, y mucho menos en un partido de niños de 9 años donde la tarea educacional tiene que ser superior a la deportiva”, concluye Soto Balirac.