ESTEBAN IBARRA. MOVIMIENTO CONTRA LA INTOLERANCIA.- Los actos de intolerancia religiosa son una realidad en todo el mundo, en Europa y desde luego, en España. No obstante el análisis de los hechos desvela desigual gravedad, tanto en número como en el alcance cualitativo de las agresiones, y una diversidad de hechos que van desde el antisemitismo y la judeofobia, hasta la islamofobia y la cristianofobia o el rechazo a otras creencias y no creencias.
Sencillamente son formas o expresiones de intolerancia contra las creencias o prácticas religiosas o en su defecto, la ausencia de dicha religiosidad que una persona o grupo posee. En cuanto a sus manifestaciones o conductas, los hechos desvelan que van desde insultos, interrumpir misas, asaltar templos, difamaciones, pintadas, incitación al odio y a la discriminación, hasta agresiones físicas, psicológicas, actos violentos, crímenes de odio terroristas y de lesa humanidad.
En España se viene denunciando, como recoge el Informe Raxen, numerosos actos de intolerancia religiosa; recientemente hemos señalado las pintadas antisemitas en el Cementerio judío de Hoyo de Manzanares de Madrid, los carteles contra una iglesia cristiana-evangélica en Santander o las pintadas islamófobas en Pino Montano de Sevilla. Ni que decir tiene que en Internet y en las redes sociales, se impulsan actitudes de intolerancia religiosa, de negación de la libertad religiosa y fanatismo que campan por sus fueros, sea contra una u otra Fe, como hacia los no creyentes en las mismas o en ninguna religión, que en no pocas ocasiones desembocan en comportamientos extremistas, violentos y peligrosos para la convivencia democrática.
Sin embargo, la historia de los conflictos y guerras religiosos nos lleva a observar estos hechos en una perspectiva de observación vigilante ético-democrática. Un ejemplo de observación es entender las expresiones que lanzaba uno de los asesinos de los atentados de Barcelona-Cambrils, el 17 de agosto de 2017, cuando conducía la furgoneta con la que atropellaba a los viandantes de las Ramblas, puesto que lo hacía al grito de “morir judíos, morir infieles”. Otros atentados como la matanza en la mezquita de Nueva Zelanda, en barrios judíos de Paris, en los poblados cristianos de Nigeria, o la persecución religiosa que se vive en diversas zonas del mundo actualmente, lo que sin duda alguna nos lleva a entender que el crimen de odio terrorista por motivos de intolerancia religiosa, está más que presente en nuestra actualidad.