Con la desaparición del llamado Segundo Mundo, es decir del bloque de países de la órbita de la Unión Soviética, se anunció el inicio de la era de la globalización como consecuencia del avance de la economía del mercado en todo el mundo.
Sin embargo, esta globalización no implica la extensión homogénea y universal de un proceso de crecimiento económico o de expansión del bienestar, ni tampoco la observancia generalizada de los Derechos Humanos, por el contrario alberga importantes contradicciones entre las que hay que significar el crecimiento de las desigualdades entre países, la enorme concentración del poder y la riqueza, la expansión del consumismo y del conflicto ambiental o las tensiones ante los procesos de uniformismo cultural. Es preciso comprender que la globalización no es solo económica, hay una creciente interdependencia en todos los ámbitos, también el político, militar, cultural o social y la inmigración responde a este escenario.