El estudio fue elaborado por la Societat d’Estudis Militars (SEM), que es la antigua sectorial de Defensa de la Asamblea Nacional Catalana (ANC)
ANTONIO FERNÁNDEZ. EL CONFIDENCIAL.- En 2015, el departamento sectorial de Defensa de la ANC, entidad soberanista clave, diseñó un esquema de cómo debía ser la fuerza naval en una Cataluña independiente. El revuelo fue tal que la ANC disolvió esta sección, que pasó a llamarse Societat d’Estudis Militars (SEM). Este grupo independentista no solo diseñó una fuerza naval sino que también planificó un ejercito de Tierra y otro del Aire, según documentación a la que ha tenido acceso este periódico.
Que una Cataluña independiente tendría que contar con un ejército es un debate recurrente en el independentismo. La discusión se lleva por primera vez a una escuela de verano organizada para esta cuestión. Altos cargos del Govern se han mostrado a favor de esa posibilidad aunque otros sectores son antimilitaristas.
Un documento de julio de 2015, bajo el título ‘Análisis estratégico. Revisión 2015. Situación geopolítica en las fronteras de la UE’, ya preveía que “una Cataluña independiente como Estado miembro de la UE se obliga a disponer de unas Fuerzas Armadas, configuradas bajo las pautas marcadas por la Agencia Europea de Defensa” y avanzaba que “en un documento futuro, perfilaremos cómo tendrían que ser unas fuerzas de Defensa capaces de llevar a cabo su cometido (asegurar la provisión de alimentos, agua y energía, garantizar las rutas de comercio marítimo, defender el espacio aéreo y marítimo, salvaguardar la vida y libertad de los ciudadanos, gestionar fenómenos naturales catastróficos como incendios, riadas, inundaciones, nevadas o temporales”. El estudio fue elaborado por la Societat d’Estudis Militars (SEM), que es la antigua sectorial de Defensa de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Entonces, la ANC había elaborado un primer documento que hacía referencia a la fuerza naval catalana, que debería contar con varias patrulleras de altura y de litoral, media docena de aeronaves no tripuladas, embarcaciones pequeñas y un remolcador de altura. Comenzaría con unos 700 soldados y en una década debería tener 1.700 efectivos. Fue un documento elaborado por tres jóvenes de su sectorial de Defensa. El revuelo causado en su momento fue tal que la ANC cerró esta sectorial. A partir de entonces, su personal y su cometido pasaron a depender de la SEM, que terminó realizando los estudios correspondientes a un ejército terrestre y a la fuerza aérea.
Este grupo independentista idea para Cataluña un estado mayor conjunto que controlaría los elementos de las fuerzas terrestre, aérea y naval. “Formar promociones de tropa y marinería, así como oficiales de rangos básicos, puede ser relativamente fácil de conseguir con los recursos adecuados. Ahora bien, cubrir determinados MOS [Military Occupation Specialities, o sea, especialidades profesionales militares], así como a los oficiales del estado mayor y de mandos más superiores, requiere más tiempo. No se trata solo de superar una serie de cursos, sino también de adquirir la experiencia imprescindible en las tareas propias de cada rango y especialidad”, dice un documento elaborado por la SEM.
1.200 efectivos para empezar
Para el ejército terrestre, prevé un plazo de cinco años para constituir la espina dorsal del mismo, con el estado mayor, un centro de formación militar y una primera unidad de combate de dimensión batallón. Este batallón, la unidad básica de maniobra capaz de operar de forma autónoma, debería estar formado “por cuatro compañías de infantería, con un total de 600 efectivos”. Pero eso es solo el núcleo.
Sus compañías se especializarían por áreas: una sería mecanizada, otra sería de asalto aéreo (con paracaídas o con helicópteros), otra anfibia y otra de montaña. “El equipamiento humano debería ser equiparable al de las Fuerzas Armadas de los Estados de nuestro entorno y sería conveniente —formemos parte o no— que cumpliesen los estándares de la OTAN para facilitar futuras operaciones combinadas con las Fuerzas Armadas de los Estados aliados”.
En cuanto a armamento y material, la compañía mecanizada dispondría de 12 IFV (Infantry Fighhting Vehicle, vehículo de combate de infantería) con ruedas y no con cadenas, con capacidad para transportar una escuadra de fusileros (nueve soldados), a semejanza de los Mowag Piranha suizos o los Patria AMV finlandeses. La aerotransportada, al no tener aviones de transporte, solo se especializará en unidades helitransportadas, aunque sería conveniente dotarlas de vehículos blindados como los camiones MRAP, resistentes a las minas, los sudafricanos RG-31 Nyala o los polacos AMZ Dzik. También podría optarse por vehículos no blindados como los Mowag Eagle suizos, los GAZ-2975 rusos o los URO Vamtac españoles. La unidad de fusileros marinos se nutriría de 10 embarcaciones neumáticas ligeras (como las Zodiac F470 francesas) y de dos a cuatro lanchas rápidas de asalto (como las CB90 suecas) facilitadas por la fuerza naval. Y la compañía de fusileros de montaña solo necesitaría vehículos de transporte.
“Se puede contar con la experiencia en este campo del área Tedax-NRBQ de los Mossos d’Esquadra”
Al margen, se prevé un batallón de apoyo al de combate (es decir, otros 600 hombres) formado “por una batería de artillería de apoyo, una compañía de ingeniería, una compañía de señales y una compañía de inteligencia”. La de artillería debería tener, en este primer tramo, de seis a ocho piezas de obuses ligeros o medianos (como los L118 británicos, los M119 norteamericanos de 105 milímetros, los M777 también norteamericanos o los Soltam M-71 israelíes de 155 milímetros) “o, preferentemente, alguno de los sistemas modernos de obús medio autopropulsado”, como los Caesar franceses o los Archer suecos, ambos de 155 mm. y montados sobre todoterrenos articulados. La de ingeniería deberá tener a su disposición maquinaria de obra civil, robots desactivadores y aparatos y perros detectores. “Se puede contar con la experiencia en este campo del área Tedax-NRBQ de los Mossos d’Esquadra”, dice el informe.
Otro cuerpo de apoyo al combate
La compañía de señales se encargaría de garantizar el acceso al espacio electromagnético y, al mismo tiempo, de “interceptar, entorpecer e interrumpir las comunicaciones del enemigo”. Por eso, advierte, “será preciso dotarla de material y equipos específicos complejos, para lo que será imprescindible contar con el asesoramiento de Estados aliados. Pese a todo, gracias a la experiencia de las universidades y empresas catalanas del sector de las telecomunicaciones, estas tecnologías podrán incorporarse de forma relativamente rápida”.
La compañía de inteligencia, por su parte, tendrá la misión de “recoger, sistematizar y analizar toda la información necesaria para asesorar a los mandos en la toma de decisiones en el marco de operaciones presentes y futuras. Por eso, será preciso personal especialista en análisis estratégico (politólogos, cartografía, geógrafos, sociológos) que desarrollen modelos de predicción, pero también en cartografía, meteorología, psicología o lingüística”.
A los 1.200 efectivos de los dos batallones, pues, habría que añadir el personal de este cuerpo, que no está cuantificado
Para apoyar a todas estas fuerzas de defensa, será preciso crear también un cuerpo de servicios de apoyo al combate, que dependerá directamente del estado mayor conjunto y que incluye unidades logísticas, médicas, de mantenimiento y administración, personal y servicios generales. A los 1.200 efectivos de los dos batallones, pues, habría que añadir el personal de este cuerpo, que no está cuantificado.
A partir de esa estructura básica, se abre un plazo de 10 a 15 años durante los cuales las fuerzas “se cuadruplicarían”. Cada una de las compañías citadas se convertirá en batallón, y los batallones de agruparán en una brigada de combate. Según un documento titulado ‘Doctrina militar: desarrollo de un modelo propio’, se prevé también la creación de una unidad de reservistas con el fin de “dotar de capacidades militares a un sector de la ciudadanía comprometida con la salvaguarda de la vida, la libertad y los derechos de sus conciudadanos y la defensa de la existencia misma del Estado”. Una de las posibilidades es que, para minimizar costes, estos reservistas se creen alrededor de “un núcleo de profesionales a tiempo completo, con tareas muy especializadas, y se establezca una fuerza de voluntarios a tiempo parcial que pueden activarse o desactivarse para responder a diversas necesidades en un entorno cambiante”. Así, podrían ocuparse de roles como el logístico, el de especialistas de equipos o servicios médicos y que compaginen su profesión en el ámbito civil y militar. Se trataría, pues, de reinstaurar el Sometent —una especie de milicias civiles abolidas por la República y reinstauradas por Francisco Franco— que en 1978, con la llegada de la democracia, desapareció definitivamente.
Un avión siempre en el aire
La fuerza aérea, por su parte, se compondría de 1.600 soldados y tendría su base operativa en el aeropuerto de Alguaire, en Lleida, aunque dispondría de espacios complementarios en los aeropuertos de Girona, Sabadell y Reus. Además, asumiría el control de los medios aéreos de emergencias, rescates y extinción de incendios, lo que en la práctica significaría militarizar el espacio aéreo. Su célula básica sería la academia de aviación de Cataluña, con personal formado en el extranjero. Esta academia dispondría de cinco helicópteros Eurocopter AS555 Fennec, 10 avionetas y cinco ‘jet trainners’, como los Dassault/Dornier Alpha Jet o los BAE Hawk.
El mando de alerta y control dispondría, a su vez, de tres aparatos AEW (Airbone Early Warning, sistemas aerotransportados de alerta primera) y de cuatro a seis UAV (aeronave no tripulada), tipo Reaper, ‘Predator o Heron. Los AEW serían los E-3 Hawkeye, que son una pieza fundamental. “La cifra de tres aparatos responde a la necesidad de mantenerse siempre uno en vuelo. En el caso de los UAV, aunque la función será principalmente ISR [inteligencia, reconocimiento y vigilancia, por sus siglas en inglés], también hemos de tener capacidades de combate, ya sea para apoyo táctico a la fuerza terrestre como, en la fase que nos ocupa, para la defensa del espacio aéreo”.
El grupo de emergencias estaría formado por un escuadrón contra incendios y un escuadrón SAR
En los primeros 10 años, el mando de transporte, debido a las limitaciones de personal y de presupuesto, no se puede contemplar más allá de una compañía, por lo que se aplaza la adquisición de aviones de transporte y se centra el interés en un escuadrón de helicópteros. El número de aparatos será de 24 helicópteros polivalentes medios (se recomienda el Bell 412, para los que es relativamente fácil conseguir material de repuesto). La capacidad de transporte de estos helicópteros es de “una unidad de escala compañía” y podrían ser equipados con ametralladoras de alta cadencia o lanzacohetes como los Hidra de 70 mm.
El grupo de emergencias estaría formado por un escuadrón contra incendios y un escuadrón SAR (Search and Rescue, o sea, búsqueda y rescate). El primero dispondría de tres a seis bombarderos medios tipo Bombardier 415 Superscooper, un hidroavión utilizado en la lucha contra incendios. También tendría de nueve a 12 bombarderos ligeros como el Air Tractor AT-802, de reducidas dimensiones y gran capacidad de maniobra en terrenos de orografía complicada. Estos aviones realizarían ejercicios periódicos con el mando de patrulla litoral para rescate de naves y personas en el mar. El personal de estos escuadrones irá rotando, para que adquieran experiencia y formación.
Por último, se quiere dotar al escuadrón de ataque de 12 aviones de combate polivalente
El mando de logística y mantenimiento de la fuerza aérea, por su parte, se compondría de la inspección general, el mando de aeródromos, el cuerpo de suministros y el cuerpo de mecánicos. Al igual que en la fuerza terrestre, su personal se podrá ampliar o contraer “en base al sistema de reservistas. Tras una década para diseñar la fuerza aérea definitiva, se dará un salto cualitativo y se pedirá la integración en la Fuerza de Respuesta de la OTAN, en el Cuartel General Conjunto Extraordinario, y se pedirá la creación de un escuadrón de ataque. Se prevé, en este sentido, que las fuerzas armadas catalanas puedan ofrecer a la OTAN el servicio de transportar por vía aérea una fuerza de la dimensión de un batallón, por lo que habrá que consolidar un escuadrón de transporte estratégico y un grupo de apoyo expedicionario. El escuadrón tendrá cinco aviones de transporte (se apuesta por el Lockheed Martin EC-130 J Super Hercules), que servirán para garantizar el transporte de un batallón y el establecimiento de un puente aéreo.
Por último, se quiere dotar al escuadrón de ataque de 12 aviones de combate polivalente (se recomienda el General Dynamics F-16 Fighting Falcon), 10 en versión monoplaza y dos biplazas para realizar tareas de entrenamiento. “Aunque 12 aparatos puedan parecer pocos, actualmente se tiende a calcular la eficacia de una fuerza aérea en función de la cantidad de objetivos que puede poner en riesgo en un solo día”.
El informe señala, aun así, que no será hasta concluir esta última fase, unos 15 o 20 años después de ser independientes, cuando la fuerza aérea de Cataluña “será plenamente homologable con el resto de miembros de la OTAN. Respecto al personal, se aproximará a los 1.900 efectivos, que podrán ser incrementados o reducidos con un sistema flexible de reservistas”.