EFE. ELDIARIO.ES.- Cuando se cumplen hoy diez años del asesinato de un niño de cinco años de etnia gitana y su padre, en una serie de ataques racistas que causaron una gran conmoción en Hungría, el país centroeuropeo sigue sin abordar el debate de la discriminación social que sufre esta minoría ni poner freno a los ataques de la clase política.
El 23 de febrero de 2009 un grupo de extremistas racistas lanzó bombas incendiarias contra la casa de una familia de etnia gitana en la aldea de Tatárszentgyörgy. Cuando trataban de escapar de las llamas, Robert Csorba y su hijo Robika, de cinco años, fueron asesinados a balazos.
En total, seis húngaros gitanos fueron asesinados entre julio de 2008 y agosto de 2009 en ataques contra esta minoría étnica.
Aunque especialmente la muerte del niño, el primero asesinado por cuestiones étnicas en Hungría desde la II Guerra Mundial, causó una gran conmoción, y pese a que tres de los atacantes fueron condenados a cadena perpetua, el debate sobre la discriminación de los gitanos no sólo sigue sin abrirse, sino que ha perdido incluso interés.
«La sociedad y la elite política no quieren afrontar el tema», denunció a Efe Béla Rácz, miembro de la Conferencia Permanente Gitana, un foro de debate e ideas sobre la situación de esta minoría.
Rácz aseguró que los actos de homenaje a las seis víctimas que se celebrarán hoy sirven para «recordar y hacer recordar» uno de los episodios más oscuros de la historia reciente.
Por eso, los organizadores han invitado a todos los partidos democráticos (excepto la extrema derecha) a las conmemoraciones en Tatárszentgyörgy, a unos 50 kilómetros de Budapest, así como una marcha y una ceremonia religiosa en la capital.
En Hungría, como en el resto de Europa, los gitanos son la minoría étnica más grande.
Según denunció el año pasado la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea en un informe, en muchos países comunitarios los gitanos viven en condiciones semejantes a las de los países subdesarrollados.
En Hungría, por ejemplo, el riesgo de sufrir pobreza es cinco veces más alto entre los gitanos que entre la población general, y la tasa de desempleo es cinco veces mayor.
Se estima que los gitanos suponen en Hungría entre el 5 y el 10 % de los diez millones de habitantes.
El desempleo, la segregación de niños en el colegio y, en general, el aislamiento y la falta de contacto con el resto de la población, son algunos de los retos que el país no ha abordado aún.
La situación empeoró con la crisis económica de 2008, cuando el Jobbik, un partido racista y ultranacionalista, recurrió a un discurso xenófobo, e incluso a la intimidación física, con desfiles y marchas, contra los gitanos.
Rácz destacó que el discurso del Jobbik, cuyos diputados empezaron a hablar en 2006 en el Parlamento de la existencia de una «criminalidad gitana», fue asumido por otros partidos y por muchos medios de comunicación.
Un ambiente que hizo posible, por ejemplo, que en marzo de 2018, un ministro y miembro del Fidesz, el partido del Gobierno y socio en el Partido Popular europeo, llegara a asegurar que la integración de refugiados musulmanes era imposible, poniendo como ejemplo que los gitanos no habían logrado hacerlo tras seiscientos años en el país.
«La responsabilidad es de todos. Nuestra, porque no hemos actuado más decididamente en el primer momento, pero también de la elite y de la prensa que son los que influyen en la opinión pública», denunció Rácz.
«Ahora, antes de las elecciones europeas y las locales del otoño, hay que lograr que los partidos políticos introduzcan reglamentos internos para excluir el discurso racista», opinó Rácz, al recordar que desde la izquierda hasta la derecha, todas las organizaciones políticas utilizan el ataque a los gitanos para ganar votos.
«Hay que trazar esa línea roja que no se debería cruzar», dijo.
En el actual contexto político y económico, los gitanos de toda Europa ven como el debate sobre la inmigración y la crisis en la UE ha ido relegando en la agenda la situación de los gitanos.
Rácz denunció en este sentido que en Hungría «apenas hay programas de fomento dedicados a los gitanos» y que, pese a que la economía húngara necesita desesperadamente mano de obra, la tasa de paro entre los gitanos es del 18,5 %.
Marcelo Nagy