El joven asesinado por un grupo de neonazis en 1993, finalmente no tendrá una calle porque las disponibles son cortas y están lejos del centro de la ciudad
RAQUEL ANDRÉS DURÀ. LA VANGUARDIA.- El joven vecino de Burjassot Guillem Agulló, asesinado por un grupo de neonazis en Montanejos en 1993, finalmente no tendrá una calle en València, sino un paseo en los Jardines de Viveros. Así lo adelantó la concejala de Cultura, Glòria Tello, en una rueda de prensa en la que anunciaba el cambio de 51 calles franquistas en la ciudad.
Desde el Ayuntamiento de València, de momento, se han limitado a decir que todavía están hablando del asunto con la familia de Agulló, por lo que todavía no dan fecha ni más detalles del homenaje. Dado que se hará en un espacio verde municipal, será gestionado por la concejalía de Parques y Jardines que dirige Pilar Soriano, de Compromís.
La iniciativa de pedir una calle para el joven asesinado partió hace un año de siete organizaciones: Acció Cultural del País Valencià (ACPV), Movimiento contra la Intolerancia, Comunidad Israelita de València, Federación Maranatha de Asociaciones Gitanas, colectivo Lambda, Plataforma Ciudadana contra la Islamofòbia y Ververipén Rroms por la Diversidad.
Según ha podido saber La Vanguardia, en un primer momento el consistorio les ofreció una de las calles franquistas que se iba a cambiar. Sin embargo, y dado que la mayoría estaban en la zona de la Avenida del Cid (lejos del centro de la ciudad), algunas eran muy cortas y otras no tenían número de vivienda o local, se optó por dedicarle un paseo en unos jardines tan populares como los de Viveros. Ahí se celebran, entre otros eventos, la Feria del Libro y los conciertos de la Gran Fira de Juliol de València.
Las organizaciones que pedían la calle están barajando ahora diferentes posibilidades en homenaje a Guillem Agulló: hacer un monumento en Viveros (a cuenta de ellos), una dedicatoria o un acto social para recordarle.
Como ya reivindicaron hace meses en las puertas del Ayuntamiento de València, consideran que el reconocimiento es “una medida necesaria de reparación y justicia”, así como “un gesto de apoyo a todas las víctimas del odio en general y un acto de afirmación institucional en denuncia de la violencia y del fascismo y de difusión de los valores de libertad, igualdad, diversidad, pluralidad y respeto”.