El tribunal escucha por primera vez el relato de agentes que trabajaron en los centros de votación
REYES RINCÓN. EL PAÍS.- Tras 20 sesiones del juicio del procés, el tribunal ha escuchado este jueves por primera vez el testimonio de tres agentes que trabajaron a pie de centro de votación en la consulta independentista del 1-O. Aseguraron que se vivieron momentos de “violencia” cuando trataban de sortear a ciudadanos concentrados para requisar las urnas y papeletas como había ordenado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Las imágenes de enfrentamientos entre ciudadanos y agentes de la Policía y la Guardia Civil en los centros de votación de la consulta independentista dieron la vuelta al mundo el 1 de octubre de 2017. A lo largo del juicio, han sido evocadas por los procesados, sus defensas, las acusaciones y por decenas de testigos, desde políticos a mandos policiales. Pero ha habido que esperar hasta este jueves para escuchar por vez primera el testimonio directo de tres agentes que vivieron en primera persona alguno de esos episodios.
Los tres declararon como testigos a propuesta de la Fiscalía y sus testimonios avivaron la tesis de que los ciudadanos concentrados en los colegios el 1-O para impedir la actuación policial protagonizaron escenas de violencia.
Un veterano sargento primero, que actuó en un centro de atención primaria de Sant Andreu de la Barca, contó que “solo” sufrió daño moral, pero aseguró que se le clavaron las miradas que, dijo, sintió que le dirigían muchos ciudadanos. “No sé si era desprecio u odio. Pero nunca por hacer mi trabajo me habían escupido. A día de hoy no entiendo por qué aquellas personas, que eran personas del pueblo, se habían comportado como delincuentes”, afirmó.
Los agentes coincidieron en que no habían recibido órdenes precisas sobre cómo actuar. “La orden era entrar, requisar el material y salir”, explicó este agente. “Nadie nos dijo que el problema serían las personas que iba a haber allí”. El abogado del exconsejero de Interior Quim Forn les preguntó si les habían dado la instrucción del secretario de Estado de Seguridad que fijaba las pautas de actuación (e instaba a garantizar la convivencia) y admitieron que no.
Un teniente que actuó en un instituto Sant Joan de Vilatorrada describió la situación como “violencia inusitada”. “No eran simplemente insultos, que no dejan de ser violencia a mi humilde juicio, ahí había acometidas, una masa con patadas y puñetazos”, afirmó. Este agente, que dijo que “se masticaba el odio”, dejó otro testimonio personal: contó que era uno de los padres que denunció a profesores del instituto de Sant Andreu de la Barca por supuesto acoso a los hijos de los guardias civiles. “Mi hijo está orgulloso y quiere seguir la profesión de su padre, y no es posible que le hagan salir a protestar por mi actuación”.
La última en declarar, una cabo que actuó el 1 de octubre en un colegio electoral de Sant Martí de Sesgueioles (Barcelona), ha explicado que el ambiente fue «muy hostil» durante toda la jornada. «Te pitaban, insultaban, se burlaban de ti, se había evaporado en horas el sentido de respeto a la autoridad». La comitiva paró en un polígono industrial y cinco camiones les impidieron el paso para salir de la zona. «En el pueblo vimos palés en la entrada del pueblo para que no pudieran entrar los vehículos y tres tractores para impedir el paso a la calle principal con vehículos. Tuvimos que dejarlos casi a 200 metros», contó.
Ya en el centro de votación, se encontraron entre 80 y 90 personas con los brazos entrelazados para dificultar el paso de los agentes. Cuando consiguieron superar todos los obstáculos («insultos», «mesas en medio»), y entrar en el colegio, se encontraron con una urna del cartón como las usadas en la consulta del 9 de noviembre de 2014, «con siete u ocho papeletas y una lista de figurantes». «Uno de los apuntados era una persona de Vigo, y el resto sería gente ficticia, era una simulación», explicó. Días más tarde, la alcaldesa publicó en Facebook que gracias al pueblo «habían tenido la brillante idea de engañar a la Guardia Civil y que se llevaran la urna de cartón». La votación real se había hecho en el garaje de un particular. «Si sabían que no había nada se podía haber obviado esa violencia hacia nosotros», lamentó la testigo.