La FAVB y entidades del barrio reclaman más protección a los Mossos tras las constantes muestras de rechazo a la apertura del local de la comunidad musulmana, que tiene todos los permisos en regla
LA VANGUARDIA.- Vecinos y entidades de Nou Barris han pedido este martes, a través de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), más implicación política, judicial y policial para lograr parar la «campaña de odio» contra la mezquita del barrio de la Prosperitat. Durante meses la comunidad musulmana ha afrontado las protestas y acciones xenófobas contra la apertura de un local en la calle Japó, para el que disponen de todos los permisos y requerimientos legales exigidos.
El centro, que ya está en abierto aunque a medio gas por las muestras de rechazo que recibe, ha sufrido «sabotajes» continuos que han impedido su funcionamiento normal como espacio de oración. La FAVB ha asegurado que la comunidad musulmana ha recibido amenazas e insultos y ha alertado que muchos usuarios del centro tienen miedo a usar las instalaciones.
También ha subrayado que la mayoría de los vecinos de la calle, que no secunda las manifestaciones contra la mezquita, llevan un año soportando concentraciones y propaganda racista e islamófoba en calles y mobiliario urbano. Aunque la Fiscalía ha denunciado a siete miembros del grupo ultraderechista Democracia Nacional por presuntos delitos de odio en relación a estos hechos, los vecinos han criticado que desde las administraciones «no se ha hecho suficiente» para parar esta campaña que genera miedo y que no les deja ejercer el derecho de culto.
En este sentido, la FAVB reclama más implicación policial, política y judicial, así como una «orden de alejamiento» de la calle Japón para todos los ultras que la policía ha identificado. También pide que la policía garantice el acceso al centro con seguridad y el consistorio trabaje en favor de la convivencia de todo el vecindario.
Los principales problemas se dan las noches del viernes, sábado y domingo, cuando más ultraderechistas se concentran en un bar cercano a la mezquita, beben alcohol e increpan a los musulmanes que pasan por allí. También les han lanzado pintura roja, sellado con silicona las cerraduras y colocado embutidos de cerdo en la puerta. Los detractores pegan adhesivos al exterior local con mensajes como ‘Esta es nuestra tierra y la defenderemos’, ‘España cristiana, no musulmana’ y ‘Terroristas’. A principios de marzo rodearon el oratorio portando cruces y simbología que recordaba al Ku Klux Klan, rememoran los vecinos.
Según la fiscalía, el grupo aprovechaba las concentraciones para “manipular políticamente y exaltar” a sus participantes. Les entidades aseguran que los más de 1.000 vecinos de la calle Japón, actualmente sólo una docena se manifiesta contra la mezquita junto a los ultraderechistas venidos de fuera. La FAVB recuerda que las entidades vecinales trabajan para mejorar la convivencia y apoyan al colectivo, pero aún así la escalada de tensión no cesa.
En una rueda de prensa en la sede de la FAVB, la Asociación de Vecinos de Prosperidad, la entidad Nou Barris Acoge, el Centro de Jóvenes de Prosperidad, el cura de la parroquia de Santa Engracia y un miembro de la com unidad musulmana han explicado que en el distrito hay dos mezquitas más, en la zona norte y el sur, pero hasta ahora no había ninguna en el centro. La comunidad musulmana buscaba un espacio desde hacía dos años y se reunía en locales cedidos por otras entidades sin ningún tipo de problema ni polémica.
En enero del 2017 alquilaron un local en la calle Japó y lo comunicaron a la comunidad de vecinos. Por “mala suerte”, según las entidades, se encontraron que en aquellas escaleras había votantes de extrema derecha que se opusieron frontalmente al oratorio. Las entidades recuerdan que los detractores del centro fueron a buscar el apoyo de la asociación de vecinos, que no se lo dio, por lo que fueron a picar la puerta de partidos políticos e inicialmente el PP e incluso el PDCAT les acompañaron a las reuniones. Más tarde, estos partidos se desmarcaron y aparecieron Plataforma por Catalunya y Democracia Nacional, con miembros de fuera del barrio, para avivar el conflicto.
El Ayuntamiento dio la licencia de obras y actividad e hizo ir a la zona unos mediadores que pudieron suavizar un poco la situación. Las entidades vecinales confiaban que la tensión bajaría cuando abriera el oratorio y se demostrara que no había ningún problema, pero los atentados del 17 de agosto reavivaron el discurso islamófobo. Los Mossos hacen acto de presencia a menudo en las protestas, relatan las asociaciones, pero los vecinos favorables a la mezquita se quejan de que apenas intervienen, lo que consideran que protege a los ultraderechistas y no a los musulmanes.