Francia sigue adelante con la expulsión exprés de inmigrantes de raza negra a España

| 5 noviembre, 2018

Son «una actuación totalmente discriminatoria y por tanto ilegal», explica un profesor del País Vasco

LAURA L. CARO. ABC.- «Francia ha restablecido de facto sus fronteras. Es cierto que no hay una garita, pero los controles son sistemáticos, son permanentes y son solo a personas de raza negra, lo que los convierte en una actuación totalmente discriminatoria y por tanto ilegal». Es la conclusión del profesor de derecho de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) Iker Barbero, autor de estudios y artículos sobre las expulsiones sumarias de subsaharianos a España que vienen produciéndose en la frontera norte, y sobre las que el jueves 25 de octubre, el titular del Interior, Fernando Grande-Marlaska dijo que «deben corregirse», lo que era un primer reconocimiento oficial de que existen. Y de que se están haciendo mal.

El ministro anunció ese día una reunión entre el delegado del Gobierno en el País Vasco y el prefecto de la Gendarmería gala, que este diario ha tratado sin éxito de saber si se ha producido. En tanto, desde la Red de Acogida de Irún, que presta ayuda a inmigrantes en tránsito, confirmaron el viernes que los traslados de territorio francés a español «no han parado, son todos los días» y que son selectivos:«de raza negra, ni árabes –dicen en referencia a los magrebíes– solo negros».

España y Francia comparten desde 2002 un acuerdo de readmisión de inmigrantes que establece la entrega de las personas de una policía a otra siempre en comisarías conjuntas y la firma de un formulario. Por ese procedimiento se transfirieron a nuestro país en 2015 un total de 932 extranjeros por la frontera Irún-Hendaya, 1.319 en 2014, según una investigación de Barbero.

Pero la práctica que ha suscitado la polémica no es esta, sino unas devoluciones exprés en las que no hay agentes españoles, cuyo procedimiento es tan simple como veloz: exáctamente lo que tardan las fuerzas de seguridad galas en supervisar quién viaja en los autobuses que vienen desde España o la estación de tren de Hendaya o en hacer una redada para interceptar a inmigrantes de raza negra, meterlos en furgonetas y depositarlos directamente en Irún.

2.500 desde el verano

Hace dos semanas, la televisión autonomica vasca ETB emitió la grabación del momento en que uno de esos vehículos, de color blanco y sin distintivo alguno, paraba de noche en una rotonda de la localidad guipuzcoana y un policía francés se bajaba para verificar la salida de un grupo de cinco subsaharianos. Desde la Red de Acogida, Jon Aranguren, de SOS Racismo, indica que ahora es más frecuente que las furgonetas estacionen en el lado de Hendaya del puente internacional de unión con Irún y manden a los inmigrantes a cruzarlo.

El profesor Barbero indica que esta práctica por parte de Francia no es nueva, pero que se ha intensificado de un año y medio a esta parte, al compás del aumento del flujo migratorio por la ruta Marruecos-España consecuencia del cierre progresivo de la vía libio-italiana. Los no admitidos en suelo galo no son otros que los ocupantes de las pateras que cruzan el Mediterráneo, que el Gobierno vasco considera al paso por su territorio «personas migrantes en tránsito» hacia otros países de Europa y de entre los cuales ha prestado «atención humana y solidaria» a 4.400 en lo que va de año en sus cuatro centros, uno de ellos en Irún con 60 plazas.

La cifra de cuántos de estos africanos han sido devueltos al margen del protocolo pactado con España no es fácil de calcular. No hay registro oficial.

Según Aranguren, la afluencia de las furgonetas policiales francesas se multiplicó este verano y actualmente siguen trasladando de esta manera «no menos de 25-35 subsaharianos cada día», con lo que estiman que Francia ha ejecutado desde entonces en torno a 2.500 deportaciones, algunas de ellas expulsiones repetidas de la misma persona, puesto que los inmigrantes no se rinden e intentan una y otra vez seguir su camino hacia el norte.

Frenar los movimientos secundarios

El acuerdo bilateral de 2002 ya mencionado, el que se deja de lado en estos casos, dicta como otro de los requisito que el inmigrante puede ser entregado al otro país solo durante las cuatro primeras horas desde que cruzó la frontera. La organización humanitaria indica que los subsaharianos están siendo interceptados por la policía francesacuando ya han logrado llegar incluso a Burdeos, a 220 kilómetros, un trayecto en el que pueden emplear mucho más tiempo.

«Meter a una persona en un furgón, internarse en el territorio soberano de otro Estado no está previsto en ninguna norma comunitaria, –precisa Iker Barbero– a no ser que se trate de una persecución en caliente de un delincuente, que no es el caso, como especifica el espacio Schengen». Schengen, en su artículo 2, también habilita a realizar controles fronterizos por motivos de «seguridad nacional» pero de forma limitada en el tiempo, una figura que Francia invocó meses atrás para justificar estos viajes de devoluciónde inmigrantes en virtur de situación de excepción que el Elíseo declaró tras los atentados de París de 2015. Diversas ONG censuraron este recurso a la lucha antiterrorista como argumento para lo que, coincidieron, no es más que un intento de Francia por limitar los movimientos secundarios de inmigrantes que entran por Italia, Grecia y España a su territorio».

 

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