Victoria insuficiente de Nicolas Sarkozy mientras la izquierda resiste ganando en cinco regiones
GABRIELA CAÑAS. EL PAÍS.- La reacción del electorado francés ha sido fulminante contra el Frente Nacional. La movilización y el llamado «frente republicano» han funcionado como cordón sanitario contra la extrema derecha en la segunda vuelta de las elecciones regionales francesas. El FN fue el partido más votado en la primera ronda y ganó en seis regiones, pero no logrará gobernar en ninguna. «Hemos sido víctimas de la manipulación y la difamación», ha dicho la líder ultraderechista Marine Le Pen. «Pero seremos el principal partido de la oposición en la mayoría de las regiones».
La movilización, con una participación del 59,14% (frente al 49,9% hace una semana), ha dado la vuelta a los resultados de la primera vuelta de las elecciones regionales del pasado domingo. Hay que remontarse a las presidenciales de 2002 para hallar una diferencia tan grande de participación entre una primera vuelta y la segunda. Entonces, con casi ocho puntos de distancia entre una y otra, Francia cerró el paso al fundador del FN Jean-Marie Le Pen frente al conservador Jacques Chirac.
El terremoto político del domingo pasado, cuando el Frente Nacional resultó el gran vencedor de las elecciones regionales, ha quedado neutralizado. El presidente de Los Republicanos Nicolas Sarkozy ha llamado, sin embargo, a no olvidar lo ocurrido. El pasado domingo, el FN no solo fue el partido más votado (27,73% de los votos), sino que ganó en seis regiones. El primer ministro socialista Manuel Valls ha expresado una idea similar. «No podemos caer en ningún triunfalismo», ha dicho. «El peligro de la extrema derecha no se ha alejado». La movilización del electorado le ha cerrado el paso al FN, pero el partido ha logrado hoy 800.000 votos más que el domingo pasado, es decir, 6,8 millones en toda Francia, un récord.
Estas elecciones han demostrado que el bipartidismo es en Francia una cosa del pasado. «Ya no hay un abismo entre la derecha y la izquierda», ha declarado Marine Le Pen, «sino entre mundialistas y patriotas». A nivel nacional, ya con datos oficiales al 98%, indican que el centro derecha ha obtenido el 40,75% de los votos, la izquierda (Partido Socialista, Verdes e izquierda radical), el 29,23%, y el Frente Nacional, el 27,44%. A pesar de tales datos, la victoria del centro derecha y, por tanto, de Sarkozy, queda en entredicho. Parte del éxito lo debe a la retirada de las listas socialistas en las dos regiones donde Marine Le Pen y su sobrina Marion Maréchal-Le Pen habían obtenido impresionantes resultados y al llamamiento de Manuel Valls a votar a los candidatos conservadores. «Ahora, debemos ser capaces de generar el deseo a nuestros electores de votar por en vez de votar contra», ha dicho Valls.
Estas son las últimas elecciones antes de las presidenciales de 2017 y su lectura se realiza también en clave nacional. «La izquierda ha resistido», ha dicho el primer secretario del Partido Socialista Jean-Christophe Cambadélis, que ha puntualizado: «Este es un éxito sin alegría». En efecto, el PS ha sido el perdedor de estas elecciones. Ahora gobierna en 21 de las 22 regiones actuales. Una vez reformado el mapa de las regiones (ahora son 13 metropolitanas más cuatro de ultramar), mantiene cinco. Pero los sondeos le auguraban un batacazo mucho mayor. La gestión de los atentados del 13 de noviembre, que ha elevado en 22 puntos la popularidad del presidente François Hollande, y el rechazo a Nicolas Sarkozy, que se ha negado a hacer sacrificio alguno para pararle los pies al Frente Nacional, han influido probablemente en el resultado final.