EFE.- Un escaso apoyo lograron los grupos de extrema derecha que convocaron para el sábado a manifestarse en la capital alemana, tras los hechos de violencia vividos en suelo germano.
Según la policía, alrededor de 1.350 personas se sumaron a la «gran manifestación» anunciada por diversos colectivos unidos en el eslogan «Nosotros por Berlín & Nosotros por Alemania», lejos de la primera de las marchas que convocaron en marzo y que atrajo a 3.000 simpatizantes.
Buena parte del centro de la capital alemana, entre la Cancillería y la estación central de trenes, quedó bloqueada por el dispositivo de seguridad diseñado para evitar enfrentamientos entre los ultraderechistas y colectivos de izquierdas que llamaron a salir a la calle contra la xenofobia.
Alrededor de 800 personas se sumaron a la convocatoria «Por una sociedad solidaria y contra el odio de la derecha», mientras unas 10.000 personas bailaban en el desfile tecno «El tren del amor», organizado de forma paralela en otro barrio berlinés y también con un claro mensaje político contra la discriminación.
La policía berlinesa, con apoyo de fuerzas de seguridad de los estados de Brandeburgo, Hamburgo y Sajonia, desplegó a 1.700 agentes en la ciudad ante el temor a incidentes violentos en un ambiente caldeado por los recientes atentados yihadistas registrados en Baviera y cometidos por refugiados.
«Libertad es el derecho a decir a otros lo que no quieren oír», rezaba una de las grandes pancartas que abría la manifestación de ultraderecha recordando palabras de George Orwell entre banderas alemanas y gritos a favor de la «rebelión de los patriotas» contra la «islamización» del país.
En los carteles, la canciller Angela Merkel con las manos ensangrentadas y llamamientos a levantar de nuevo las fronteras, mientras se sucedían los abucheos a los políticos «traidores» y la policía detenía a al menos una persona por hacer el prohibido saludo hitleriano.
A cientos de kilómetros de distancia, en Baviera, la Unión Socialcristiana (CSU), el ala bávara de la Unión Cristianodemócrata (CSU) que dirige Merkel, volvía a reclamar poner límites a la inmigración, tras los atentados perpetrados en Würzburg y Ansbach.
En una rueda de prensa tras concluir una reunión de varios días de su gabinete, el primer ministro bávaro, Horst Seehofer, rechazó la seguridad y la confianza mostrada por Merkel tras esos ataques.
La canciller compareció ante los medios esta semana y reiteró la frase que pronunció hace once meses, en plena crisis por los refugiados -«lo conseguiremos»-, pero Seehofer avisó hoy de que no puede compartir esa afirmación «por mucho que quiera».
«La limitación de la inmigración es una condición previa para la seguridad» del país, aseguró el líder bávaro, uno de los mayores críticos en los últimos meses a la política de refugiados diseñada por Berlín.
En 2015 entraron a Alemania, principalmente por la frontera bávara con Austria, cerca de 1,1 millones de solicitantes de asilo y este año, aunque las cifras han bajado de forma importante, han llegado 222.000 peticionarios en el primer semestre.
El Gobierno de Baviera ha reclamado «seguridad, transparencia, ley y orden» en la política de asilo, convencido de que la amenaza yihadista es elevada, y ha anunciado que reforzará a su policía con 2.000 nuevos agentes en los próximos cuatro años, al tiempo que ha pedido al Ejecutivo federal que endurezca la ley de asilo.
El atentado cometido en Ansbach por un solicitante de asilo sirio que detonó una bomba junto a un festival de música e hirió a quince personas y el ataque con un hacha perpetrado días antes por un menor refugiado afgano en un tren en Würzburg ha reavivado también las críticas de los populistas de derechas de Alternativa para Alemania (AfD).
Según informó hoy el diario Bild, desde los atentados crecen las afiliaciones a este partido, que cuenta ya con 24.000 militantes.
«Cuanto peor es el desarrollo del terrorismo y de la crisis de los refugiados y es más evidente que la señora Merkel no tiene ninguna solución, más gente se acerca a nosotros», señaló Jörg Meuthen, uno de los dirigentes de AfD.
La crisis de los refugiados ha impulsado las expectativas de voto de esta formación, nacida en 2013 y que ha cosechado destacados resultados en diversos comicios regionales apoyada en un discurso de tintes xenófobos.