CONFILEGAL.- Enrique Múgica Herzog tenía 88 años. Fue ministro de Justicia del Gobierno de Felipe González (1988-1991) y Defensor del Pueblo (2000-2010) –por consenso entre PP y PSOE– y uno de los hombres más queridos del partido socialista.
“Inmensa tristeza por el fallecimiento de Enrique Múgica. Gran defensor de la democracia, jurista y político, precursor y una de las personalidades más relevantes del socialismo. Nuestro pésame a su familia en estos duros momentos. Hasta siempre, Enrique. Goian bego”, ha lamentado el PSOE su desaparición por coronavirus.
En el mundo de la Justicia Múgica es recordado como uno de los grandes ministros.
Sucedió en el cargo a Fernando Ledesma. Durante su mandato se aprobaron, entre otras leyes, la de Demarcación y Planta Judicial, la de Sociedades Anónimas y las reformas procesales -la creación y puesta en marcha del Procedimiento Abreviado, entre ellas–y penales que dieron lugar a la creación de los juzgados de lo penal.
En 2000 fue elegido Defensor del Pueblo por el Gobierno del Partido Popular que presidió José María Aznar, en un acuerdo de consenso con el PSOE. Al aceptar ese nombramiento, siempre consecuente con sus ideas, pidió la baja en el PSOE y renunció a su escaño en el Congreso de los Diputados.
El 30 de junio de 2010, coincidiendo con la expiración de su segundo mandato, cesó en el cargo y fue sustituido de forma interina por María Luisa Cava de Llano.
En febrero de 1996 su hermano Fernando fue asesinado por ETA, lo que marcó un punto de inflexión clara en la trayectoria política de Múgica.
A partir de ese momento se convirtió en uno de los políticos socialistas más críticos con el terrorismo de ETA y con el nacionalismo vasco. Acuñó el término eusko-naziak (eusko-nazis en castellano) para referirse a la izquierda separatista vasca. Su frase, «que se pudran en la cárcel», referida a los presos de ETA, se hizo famosa.