El policía franquista Antonio González Pacheco cobró «premios» en metálico por la represión de los movimientos antifranquistas. eldiario.es ha tenido acceso en exclusiva al expediente, hasta ahora secreto, en el que se detallan las felicitaciones y retribuciones económicas. Entre los méritos está la «represión de incidentes callejeros producidos por grupos de estudiantes revoltosos» o detenciones de miembros del Partido Comunista tras la muerte de Franco. El 25 de septiembre de 1975, este agente denunciado por torturas adelantó «500 puestos en el escalafón que le han sido concedidos por méritos»
RAQUEL EJERIQUE / LAURA GALAUP. ELDIARIO.ES.- «Felicitación pública, con otros, y premio de 2.000 pts. por eficiente labor llevada a cabo en actividades estudiantiles». Es el primer mérito del historial de Antonio González Pacheco, alias ‘Billy el Niño’, nada más ingresar en el Cuerpo General de Policía en plena dictadura. eldiario.es ha conseguido acceder a la hoja de servicios del agente más temido del franquismo. Un expediente hasta ahora secreto y que revela que el Estado gratificaba con reconocimientos públicos y premios en metálico la detención y represión de estudiantes y comunistas.
Consiguió ser funcionario en prácticas por oposición el 1 de septiembre de 1969. Tres meses después era subinspector segundo y, a partir de ahí, empieza una escalada de méritos basados en detenciones, desarticulación de grupos comunistas o represión de estudiantes en los años más intensos de las protestas callejeras en España. Su labor, además de ser premiada con felicitaciones públicas y muchas veces con dinero en metálico, le llevó a ascender «500 puestos» de golpe dos meses antes de la muerte de Franco. Es el 25 de septiembre de 1975 cuando su expediente, al que ha tenido acceso en exclusiva eldiario.es, refleja que «adelanta 500 puestos en el escalafón que le han sido reconocidos por méritos». Además, desde 1972 a 1982 ha sido galardonado con cuatro medallas policiales que incrementaron su pensión un 50%.
El dinero extra que recibe durante la dictadura por sus servicios va desde 2.000 pesetas de los años 70 por la «detención de 25 miembros de la Comisión Coordinadora Estudiantil cuando celebraba una reunión ilegal y otros servicios importantes», a las 20.000 pesetas por «desarticular el aparato de propaganda del FRAP», el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota.
Otra detención que le fue reconocida, en 1971: «Premio de 3.000 ptas al lograr detener a varios agitadores juveniles, mezclándose entre ellos, siéndole ocupado a uno de ellos explosivos y barras de hierro así como propaganda subversiva».
«Eso de los explosivos y barras puede ser que tenga poco o nada que ver con la realidad», cuenta Chato Galante, estudiante antifranquista, torturado por Billy el Niño, querellante contra el agente y detenido cuatro veces: «Los estudiantes actuábamos abiertamente en asambleas sabiendo que había chivatos e incluso policías metidos dentro, a veces decían que llevabas ese material, pero igual solo llevabas panfletos».
La segunda detención de Chato fue la peor, en febrero de 1971. Sufrió las tácticas predilectas del policía Pacheco, como el ‘pasillo’, el ‘repasito’, el colgamiento de una barra, el ‘saco de golpes’ o la ‘bañera’. Esa ocasión fue «extremadamente violenta», relata. Era febrero del 71, tenía 22 años. «Imaginar que en la sala de interrogatorios estaba sentada mi familia era la única forma de aguantar los golpes de Billy el Niño. Pero la imagen de los míos se difuminaba y perdía la conciencia del tiempo que llevaba allí. Fueron 14 días que a mí me parecieron 14 meses».
«En Madrid había una represión muy fuerte» por la concentración de fuerzas y esa «radicalización de la juventud» que tiraba del carro, recuerda Galante. «Y porque el cuadro de Madrid gira más alrededor de Billy el Niño, que estaba especializado en los movimientos de izquierda o de extrema izquierda». Los caminos del Chato y Billy se volvieron a cruzar y es probable que la felicitación pública que recibe el agente en enero de 1974 por la «detención de los componentes Comité Técnico de la Liga Comunista Revolucionaria» se refiera a Chato, que un mes antes había sido detenido: «Yo estaba en la dirección de este movimiento contra la dictadura, era a lo que se dedicaba Billy el Niño, a eso y a las organizaciones parapoliciales».
Luis Suárez-Carreño, miembro en aquella época de ese colectivo comunista, también coincidió con González Pacheco. Asegura que fue torturado a principios de julio de 1973 por Billy el Niño. Esa no era su primera detención, ya que tres años antes ya había sido retenido. «Su sadismo y su crueldad eran vocacionales», relató en una entrevista con eldiario.es «Intentaba dominarte psicológicamente, transmitir que sabía mucho, en el plano personal, sobre la organización… Billy el Niño mostraba una pasión y un interés perverso y morboso sobre ciertos aspectos. Era su clave diferencial». Pasó tres días en la Dirección General de Seguridad (DGS) de la madrileña Puerta del Sol y fue condenado a tres años de cárcel en Carabanchel por asociación ilícita y propaganda ilegal. Este activista fue el primer militante antifranquista que denunció estos hechos ante un tribunal español.
Durante el periodo en el que Suárez-Carreño asegura que fue torturado no figuran felicitaciones públicas a Billy el Niño. Meses después, en noviembre de 1973 su historial sí incluye un mérito por «detención [de] dirigentes Liga Comunista Revolucionaria», en la que participaba este militante.
Suárez Carreño recuerda que una de sus detenciones coincidió con un miembro de la U.H.P., la Unión de Hermanos Proletarios. «[En el franquismo] era un grupo pequeño. No tenía mucha presencia en la Universidad, pertenecía a un entorno más sindical y de barrio», apunta. Contra este colectivo también actuó González Pacheco. Según la documentación a la que ha accedido esta redacción, recibió en febrero de 1972 una recompensa de 2.500 pesetas por detener a sus componentes y «conseguir la desarticulación».
Las 18 felicitaciones públicas por represión comunista y estudiantil en la hoja de servicios de este agente, denunciado por sus víctimas por las torturas que sufrieron y llamado a declarar por la jueza argentina que mantiene abierta la causa del franquismo en aquel país, suman 83.500 pesetas.
Durante el franquismo, el movimiento estudiantil consiguió grandes movilizaciones las semanas previas y posteriores al proceso de Burgos y tras la muerte de Franco, según relata la historiadora Javiera Errázuriz, que centró su tesis en el movimiento estudiantil en la década de los 70. González Pacheco actuó durante esa etapa contra el movimiento universitario. El mismo mes en el que se produjo el juicio de Burgos, la Dirección General de Seguridad felicitó al policía franquista por detener a una veintena de miembros de la Comisión Coordinadora Estudiantil. Ninguna de las fuentes consultadas por esta redacción ubica a este colectivo, y Pastor asegura que desde los órganos de la dictadura «a veces se inventaban los nombres» de los colectivos, algo que confirma también Galante.
Errázuriz destaca que el movimiento estudiantil tenía mayor vinculación con los asuntos políticos que con los universitarios. Asimismo, reseña la importancia que tuvieron estos activistas en organizaciones de izquierdas. «El Partido Comunista siempre cuidó su relación con estos activistas porque le daban identidad a su organización», incide. Esa relación se fue deteriorando durante la transición –según el relato de esta investigadora – «cuando el PCE apostó por posiciones más moderadas» que las defendidas desde la universidad.
En la hoja de méritos de Billy el Niño aparecen mayoritariamente sus actuaciones contra estudiantes y contra grupos comunistas, con especial actividad contra la «Joven Guardia Roja», el FRAP o la mencionada Liga Comunista Revolucionaria. También obtuvo 5.000 pesetas por «desarticulación Grupos de la Sindical Obrera O.S.O.» en 1975.
Represión tras la muerte de Franco
Pese a la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, el expediente del policía revela que la actividad represora continuaba. «El final de los 70 fueron años de muchas detenciones, manifestaciones por la amnistía, movimiento estudiantil… Solo en 1977 hubo 4.394 detenciones. En esa década seguía la represión y la detención de activistas», cuenta el historiador Mariano Sánchez Soler.
Efectivamente, en la hoja de servicios del agente querellado por torturas se ve otro pago de 6.000 pesetas el 1 de diciembre de 1976 por la «detención de militantes del Partido Comunista de España». Cuatro meses después de estas detenciones, en la Semana Santa del 77, se legalizó el partido.
Pero no todos los casos de premio tienen un origen claro. Por ejemplo, el expediente recoge un «premio de 3.000 pts., por su destacada actuación en el cumplimiento de una misión específica encomendada». Sin más explicación.
El último apunte es del 14 de febrero de 1977, un premio sin asignación de dinero asociado a «su actuación en los hechos acaecidos el día 27 de septiembre pasado», sin especificar a qué hechos se refiere. ¿Qué pasó ese día? Una huelga política en el País Vasco, una huelga de Correos en toda España y una explosión en la estatua de Franco instalada en la plaza del Ayuntamiento de Valencia (entonces, plaza del Caudillo). Aunque el documento público no especifica por qué motivo se le reconoce la labor, el historiador Antonio Camarero, que también fue retenido por el agente González Pacheco, ve probable que la mención oficial se haga por las huelgas en Euskadi, una zona de especial interés para las fuerzas y cuerpos de seguridad y con la que Billy el Niño estaba familiarizado.
Camarero explica que el contexto en el que actúa el agente y que recoge su expediente responde a un «estado de excepción que fue decretado en el País Vasco y que se extendió a toda España cuando se empiezan a reproducir movilizaciones en las universidades tras el asesinato de Enrique Ruano, el estudiante fallecido tras caer por una ventana mientras estaba detenido por la policía secreta franquista. En aquel momento las detenciones eran masivas», comenta, así como las protestas en la calle. «Billy el Niño era uno de los policías de a pie de entonces, pero ha pasado a ser el icono vivo y emblemático de un sistema de tortura general que estableció la dictadura».