OK Diario.- Cuatro miembros del Gobierno han participado este domingo en Madrid en una manifestación contra Israel en la que no sólo se han lanzado gritos antisemitas sino que incluso se han exhibido esvásticas nazis, con los que se ha pretendido equiparar a los judíos con quienes causaron al pueblo hebreo el mayor exterminio racista de la historia de la humanidad.
La marcha contó con la participación activa de la vicepresidenta primera, ministra de Trabajo en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz; el también comunista Alberto Garzón, ministro de Consumo en funciones; y las también ministras en funciones de Derechos Sociales y de Igualdad, Ione Belarra e Irene Montero, respectivamente, ambas de Podemos.
Además de exhibirse esvásticas nazis contra Israel, en la manifestación se han lanzado gritos antisemitas y a favor de la lucha palestina. También proclamas islamistas como la máxima religiosa «¡Allahu Akbar!» (Alá es grande). «¡Israel asesino!» o «¡Gaza será la tumba del sionismo!» han sido otros de los gritos que se han escuchado en esta marcha de protesta que ha sido convocada por activistas palestinos, colectivos pro-Hamás y ONG en contra de lo que han calificado como «genocidio» causado por Israel, sin condena alguna a la masacre cometida por Hamás y que ha sido precisamente la que ha desencadenado la guerra defensiva desplegada por Tel-Aviv.
Con la escenificación de este domingo en plena calle, el ala comunista del Ejecutivo de Pedro Sánchez sigue tensando las relaciones internacionales de España, deterioradas desde que se desató la guerra defensiva de Israel contra los terroristas palestinos de Hamás, que tienen su base en Gaza. El sábado 7 de octubre, Hamás infligió la mayor matanza sufrida por civiles israelíes a manos de este grupo terrorista, lo que ha llevado al Gobierno de Tel-Aviv a desplegar una intensa operación militar contra las bases y la red de túneles que utiliza Hamás en Gaza.
Aislamiento internacional
El ala comunista del Gobierno de Sánchez ha mantenido desde el primer momento del conflicto una declarada y pública beligerancia contra Israel, a cuyo presidente, Benjamin Netanyahu, ha llegado a calificar como «criminal de guerra». Esto desató una crisis diplomática entre España e Israel, país este último que cuenta con el respaldo de Estados Unidos y de los principales socios de la UE. Todo esto, además, cuando Pedro Sánchez ejerce la presidencia de turno de la Unión Europea.
El inquilino de La Moncloa lleva semanas realizando continuos equilibrios verbales para no desairar al ala comunista de su Gobierno y, al mismo tiempo, apaciguar la tensión diplomática que están provocando las posiciones de sus aliados de Sumar y de Podemos. Esos equilibrios, sin embargo, se ven torpedeados continuamente por las persistentes declaraciones contra Israel realizadas por ministros de su gabinete.
La manifestación de este domingo suma un nuevo motivo de fricción en las deterioradas relaciones diplomáticas de España con Israel y, por extensión, constituye un nuevo motivo para acentuar el aislamiento del Gobierno español respecto a lo que es la generalizada posición común de apoyo a Tel-Aviv por parte de Estados Unidos y de las principales potencias europeas.
A esto se le añade un nuevo flanco conflictivo: para Estados Unidos, Marruecos es un aliado de referencia por su estratégica ubicación en el norte de África y en la puerta del Atlántico al Mediterráneo. Nuestro vecino del sur le resulta esencial a España para, entre otras cosas, contener la presión de las inmigraciones ilegales. Este mes de octubre, casualmente, España está sufriendo la mayor crisis migratoria desde hace años, con la llegada a Canarias de unos 13.000 inmigrantes ilegales en apenas un par de semanas. Y la cifra ha seguido subiendo con el paso de los días.