Hoy Aragón.- Una investigación judicial en Zaragoza está intentando arrojar luz sobre la actividad criminal y la estructura de la banda latina conocida como los Black Panthers, cuya presencia en la capital aragonesa se remonta a más de dos décadas. El Juzgado de Instrucción número 12 de Zaragoza abrió diligencias en abril, según fuentes judiciales consultadas por EFE, en un esfuerzo por desmantelar las operaciones de este grupo, que incluyen tráfico de drogas, enfrentamientos armados y ritos de iniciación violentos.
La investigación se enmarca dentro del plan operativo contra grupos organizados y violentos impulsado en mayo de 2022 por la Secretaría de Estado de Seguridad. Este plan motivó a la Brigada de Información de la Policía de Aragón a intensificar la vigilancia de los miembros identificados de los Black Panthers, lo que incluyó intervenciones telefónicas y seguimientos. Estas labores culminaron en mayo pasado con la detención de una decena de integrantes de la banda, entre ellos altos mandos, acusados de delitos de tenencia de armas, tráfico de drogas y organización criminal. Tres de los arrestados ingresaron en prisión provisional.
Jerarquía y dirección desde el extranjero
La investigación ha revelado que la banda sigue una estructura jerárquica estricta, con rangos militares como «jefes», «lugartenientes» y «soldados». Según los informes policiales, la dirección de los Black Panthers en Zaragoza estaría bajo el control de Jefferson M.C., quien actualmente se encuentra huido en Colombia. Desde allí, se cree que sigue liderando el grupo con la colaboración de sus lugartenientes locales, Daniel Francis V.A. y Bryan Alexis G.N., quienes le envían periódicamente fondos procedentes de actividades ilícitas.
Las pesquisas también han confirmado la conexión de los Black Panthers con otras bandas en ciudades como Barcelona y Pamplona, así como su implicación en el tráfico de drogas a gran escala. Además, la banda mantiene enfrentamientos continuos con los Dominican Don’t Play, lo que ha provocado desplazamientos forzados desde su antiguo bastión en el barrio de Delicias hacia zonas como El Gancho y Las Fuentes.
Ritos de iniciación y menores en actividades delictivas
Una de las características más preocupantes de la banda es su uso sistemático de menores para llevar a cabo las actividades de mayor riesgo, como el tráfico de drogas y los enfrentamientos armados. Los jóvenes son reclutados mediante ritos de iniciación que incluyen recibir una paliza de 45 segundos sin quejarse o la ejecución de un delito violento. Esta táctica permite a los líderes eludir penas de prisión más largas, ya que los menores suelen recibir condenas menos severas.
La organización también emplea un elaborado sistema de comunicación a través de códigos y signos con las manos, además de utilizar expresiones cifradas en sus conversaciones telefónicas para evitar ser detectados. Aunque en el pasado solían identificarse con bandanas rojas, en los últimos tiempos han reducido su uso para dificultar la labor de los cuerpos de seguridad.
Detenciones y críticas a la investigación
La investigación ha llevado recientemente a la detención de otros cinco o seis miembros de la banda, quienes han sido citados a declarar como investigados en la causa. Sin embargo, el abogado defensor Alejandro Giménez ha cuestionado el enfoque «prospectivo» de las pesquisas, alegando que se están buscando delitos de forma anticipada sin pruebas suficientes y basándose en antecedentes policiales previos.
«Estas diligencias se están llevando a cabo sin indicios verificables y parten de investigaciones anteriores que no siempre han concluido en condenas,» afirmó Giménez en declaraciones a EFE.
Por ahora, el caso sigue bajo secreto de sumario, con la instrucción dirigida por el Juzgado de Instrucción número 12 de Zaragoza. Las fuerzas de seguridad continúan sus esfuerzos para poner fin a la influencia de esta organización en la ciudad, al tiempo que enfrentan críticas sobre el enfoque utilizado en sus métodos de investigación.