INFOBAE.- El ultraderechista Geert Wilders es el político más amenazado de Países Bajos por su guerra contra el islamismo y, desde su paso relámpago por el gobierno en 2010, el rechazo político hacia su discurso le había condenado a ser el eterno líder de la oposición, aunque las elecciones del miércoles le traen nuevas esperanzas.
El cambio de tono es recíproco: Wilders se muestra dispuesto a hacer concesiones en su lista de prioridades y reducir su tradicional retórica contra el islam, mientras los partidos del centroderecha ya no le descartan como posible socio de una futura coalición de gobierno. “Hay prioridades más importantes”, admitió el líder ultraderechista.
Wilders, de 60 años, es ya un imprescindible en el escenario político neerlandés: es una de las personas más protegidas de Países Bajos desde hace dos décadas debido a sus críticas al islam y a los inmigrantes de origen musulmán, lo que le ha traído amenazas desde dentro y fuera del país.
En 2020, la Justicia neerlandesa le condenó por “insultos a un grupo” por su campaña contra los inmigrantes marroquíes, aunque le absolvió de incitación al odio y discriminación.
Fundó el Partido de la Libertad (PVV) en 2006, aunque empezó su carrera política como diputado del partido liberal de derechas VVD, el mismo que del primer ministro interino Mark Rutte. Se separó en 2004 debido a desacuerdos en el debate sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE).
El PVV es un partido peculiar: no tiene más miembros que Wilders, se le ha definido siempre como “ultraderecha”, aunque en su manifiesto electoral dice oponerse a la “locura de la izquierda”, y opta por “una política de derechas que sea dura con la inmigración, la ley y el orden, pero social con el poder adquisitivo y la asistencia sanitaria”.
También quiere, por ejemplo, reducir la edad de la jubilación, lo que financiaría con “los miles de millones de euros que ahora se han reservado para medidas climáticas y para reducir las emisiones de nitrógeno”.
Del mismo modo, defiende la abolición de la póliza de riesgo en el seguro médico obligatorio, y la reducción al cero por ciento del IVA de los alimentos.
Sus planes incluyen el fin de las subvenciones al sector artístico y cultural, a la radiodifusión pública y a la cooperación al desarrollo, al tiempo que reduce las aportaciones financieras de Países Bajos a la Unión Europea (UE), y convoca un referéndum para un “Nexit”, la versión neerlandesa del Brexit, para salir de la zona comunitaria, lo que no tiene hoy un apoyo nacional.
En 2010, durante la primera legislatura de Rutte, Wilders se comprometió como socio táctico del VVD en el gobierno, pero dos años después, le retiró su apoyo en plena crisis financiera y obligó a convocar nuevas elecciones, un paso que llevó a Rutte a guardarle rencor. Le vetó en las tres legislaturas que lideró después, lo que condenó a liderar la oposición a pesar de su alto número de escaños.
Pero varios grupos han retirado ese veto, incluida la sucesora de Rutte, Dilan Yeşilgöz, quien ha asegurado que “no excluye a ningún votante”, incluidos los de PVV.
El propio Wilders ha dicho que “después de las elecciones, todo fluye de otra manera y no se puede ignorar al PVV, sobre todo si los partidos (de centroderecha) quieren evitar un gabinete con GroenLinks-PvdA (el bloque de izquierdas de los verdes y socialdemócratas, tercero en las encuestas)”.
Para poder conseguir un asiento en la mesa de negociaciones, Wilders ha dicho que, a pesar de que el valor central del PVV sigue siendo limitar la “islamización”, Países Bajos tiene en la actualidad “problemas mayores” que el islam, entre los que mencionó la política migratoria y de asilo, la atención sanitaria y la seguridad social. “Esas serán nuestras prioridades”, dijo.
Su programa sigue destacando los planes de prohibir mezquitas, escuelas islámicas, el Corán (que compara con el ‘Mein Kampf’ de Adolf Hitler) y el velo de los edificios públicos, aunque aclara que no exigirá el cumplimiento de estos puntos como condición para ser socio del futuro gobierno.
Su combinación de gobierno preferida, dijo, es con el liberal VVD, el partido de los campesinos BBB, el ultraderechista JA21, pero también Nuevo Contrato Social (NSC), del democristiano Pieter Omtzigt, a quien, admitió Wilders, “aún hay que convencer” porque no está claro que le quiera como socio.
Según las encuestas, esta combinación podría alcanzar la mayoría parlamentaria necesaria en las elecciones de este miércoles.