Este domingo habrá protestas callejeras en defensa de las vidas negras y contra el racismo. Los expertos avisan: importar la campaña de EEUU es no entender nuestra realidad social
DAVID BRUNAT. EL CONFIDENCIAL.- Este domingo, hay convocadas en algunas de las principales ciudades españolas manifestaciones «en memoria de George Floyd, las vidas negras y contra el racismo«. Durante la semana se han producido varias marchas de jóvenes hartos del racismo policial y estructural que vive España. Alguna de estas protestas terminó en saqueo de comercios, como la ocurrida en Salt (Girona).
La sociedad española se divide entre quienes apoyan este grito de protesta de la comunidad negra y quienes no entienden qué tendrá que ver la muerte de un hombre en Mineápolis a manos de un policía desequilibrado con la realidad española, uno de los países más tolerantes y positivos hacia la inmigración según todos los índices. Los expertos advierten: Europa y España tienen un problema importante de racismo, pero protestar en Madrid o Barcelona contra la brutalidad policial coreando los mismos lemas de Estados Unidos es no comprender nuestra realidad social.
Los expertos señalan el racismo de España, pero advierten de que sumarse a las quejas de EEUU es no comprender nuestra realidad social
«Si lo comparas con Estados Unidos, aquí somos los reyes de la integración. Allí el racismo es brutal, muy bestia, los inmigrantes y la comunidad negra tienen pavor a la policía y no les falta razón: corren el riesgo de recibir una paliza en comisaría o ser deportados. No admite comparación una realidad con la otra. Apropiarse de los lemas del ‘Black lives matter’ en España no tiene demasiado sentido», resume Pilar Rodríguez, investigadora y socióloga de la Universidad de Almería. «Es cierto que en España la policía se ha sobrepasado con inmigrantes, con gente negra y con la comunidad LGTBI. Se viven situaciones denunciables de racismo, pero no es lo habitual. A cualquier inmigrante que le preguntes te dirá que ha sufrido excesos policiales, pero no es algo incorporado en los cuerpos policiales o en la sociedad, sino en personas concretas. En Estados Unidos, el racismo sí es estructural».
Este domingo la Comunidad Negra de Cataluña convocamos una concentración en la Pl. Sant Jaume en memoria de George Floyd, las vidas negras y contra el racismo.
Esta convocatoria nace de la necesidad de expresar nuestra rabia y dolor contra un nuevo crimen racista, esta vez en USA
La red del estado del bienestar
Rodríguez expone un aspecto clave que invalida cualquier comparación: nuestro estado del bienestar. «En España los inmigrantes, entre ellos los negros subsaharianos, tienen problemas serios y el principal es la falta de papeles. Pero aun así tienen dos pilares que les protegen. Uno, pueden acceder al sistema sanitario, algo que en Estados Unidos no ocurre. Un sistema sanitario universal es un sueño para cualquier inmigrante. Y dos, la escolarización de sus hijos. Cuando tú te vas a otro país a buscar un futuro te planteas qué pasará con tus hijos y qué pasará si te ocurre una desgracia. Y en España tienen ambas cosas garantizadas. En cambio, en Estados Unidos las parejas inmigrantes con hijos tienen por norma no compartir nunca el mismo coche para evitar que los deporten a los dos si los para la policía, lo que dejaría a los niños abandonados. Y del sistema sanitario mejor ni hablamos. Por eso está bien señalar la falta de oportunidades y el racismo que vivimos en España, ojalá estas protestas sirvan para avanzar como sociedad, pero no podemos perder el foco dando a entender algo que no es».
Cerca de 200 jóvenes terminaron su marcha de protesta contra la muerte de George Floyd en Zaragoza el pasado martes frente a una comisaría de la Policía Nacional. Abuchearon a los agentes, les cantaron ‘ser policía, vergüenza me daría’, lanzaron la consigna ‘I can’t breathe’ (‘no puedo respirar’) y protestaron contra el racismo social. En otras ciudades también se reprodujeron los canticos de Estados Unidos en clave española y se hincaron las rodillas al suelo.
«Los datos estadísticos que manejamos no explican que la rabia de las comunidades negras en Estados Unidos se pueda trasladar a España, es difícil extrapolar objetivamente estas protestas a nuestras ciudades», apunta Gonzalo Herranz, experto en xenofobia y multiculturalidad de la Universidad de Málaga. «Continuamente se producen delitos de odio en el ámbito nacional con las personas de color, pero muy lejos del polvorín de Estados Unidos, donde la chispa puede estallar en cualquier momento por cualquier circunstancia menor. Más allá de casos puntuales, no veo en España un cuajo social de tensión racial. En ninguna encuesta en la que he trabajado he visto esa situación de alarma que se quiere denunciar en estas marchas».
En clave ideológica
Para Herrero, que el fuego de Estados Unidos se haya propagado en Europa solo puede interpretarse en clave ideológica. «La discriminación en Europa es innegable, pero lo es ahora como lo era antes. En la era Obama hubo tres o cuatro estallidos antirracistas fuertes en Estados Unidos que no prendieron aquí. ¿Por qué esta vez sí? La única explicación bajo mi punto de vista es que estas movilizaciones están tergiversadas por el componente ideológico contra la política de Donald Trump en Estados Unidos y el auge de los populismos de derechas. Las personas que participan en esas marchas en España tienen probablemente una línea política muy determinada. Si se tratase de personas con diversidad ideológica sería algo realmente nuevo para nosotros y muy interesante para el estudio».
Según una encuesta realizada en 2018 por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA en sus siglas en inglés), hasta un 30% de las personas negras que residen en Europa han padecido «acoso» por su color de piel en los últimos cinco años, y un 5% han sido «atacados físicamente». Un 24% de los 6.000 encuestados en 12 países (no en España) afirman que la policía les ha requerido en plena calle por motivos racistas. Consultada por este diario, la FRA es contundente: «la discriminación racial y el acoso hacia las personas negras son moneda común en la Unión Europea», si bien su intensidad «varía notablemente entre países».
«No debemos comparar la realidad de Estados Unidos y de Europa, pero en base a las dos encuestas que hemos realizado, las personas negras, la mayoría afrodescendientes, tienen razones para salir a las calles a protestar porque está demostrado que padecen experiencias de racismo a la hora de buscar un empleo o de ser tratadas por la policía», indica la agencia. Si bien no existen datos oficiales a nivel europeo más allá de encuestas de percepción subjetiva, los expertos consultados coinciden: en Europa, también en España, existen prejuicios racistas que dificultan la vida de esas personas. Admitir que nos queda mucho camino por andar y muchas actitudes por corregir es compatible, según los expertos consultados, con considerar un exceso trasladar aquí el movimiento ‘Black lives matter’.
Lázaro: «EEUU es un país en el que tú puedes observar directamente el racismo. Es algo latente»
Rosa Lázaro, antropóloga social de la Universidad de Barcelona, subraya que un problema de Europa es la imagen elevada que tiene de sí misma. Esa superioridad moral frente a los «salvajes» de Estados Unidos nos impide ver el racismo y discriminación enquistados aquí: «Estados Unidos es un país en el que tú puedes observar directamente el racismo. Es algo latente, es un país formado por raíces esclavistas y lo tienen muy presente. En Europa somos más políticamente correctos, pero se reproducen también situaciones diarias de racismo. Yo lo veo cada día en el Raval y en Gracia, en Barcelona. Jóvenes inmigrantes parados por la policía preventivamente, solo por su aspecto. No hay chico negro que no sea parado por la policía para pedirle los documentos y preguntarle adónde va. Por eso me parece correcto sensibilizarnos con estas luchas también en España».
Prosigue Lázaro: «Europa practica el racismo mediante la etnicidad: seleccionar qué culturas son aceptadas aquí, con cuáles quieres convivir, y con cuáles no. Es un racismo más simbólico, de baja intensidad, mientras que en Estados Unidos la violencia es más directa. Un europeo no te dirá ‘no te acepto por ser negro’, pero no te contratará para un buen trabajo, no te alquilará un piso y te mirará siempre con recelo. Para una persona negra es muy complicado prosperar socialmente en España y en Europa. Sabemos los sufrimientos de las personas que cruzan África para llegar aquí, lo complicada que es su regularización. Ese es un filtro estructural que te expulsa totalmente. Solo por eso, las protestas de estos días cobran sentido también aquí».
La chispa de las redes sociales
Es pronto para saber si este movimiento será un episodio pasajero o servirá como palanca para avanzar en la lucha contra el racismo y la xenofobia. De momento ya ha logrado generar un sentido de comunidad negra, algo inaudito. Tal vez se mantenga en el tiempo, tal vez esa conciencia sea arrastrada por la fugacidad de los movimientos surgidos a través de las redes sociales, en los que se cogen las consignas y las luchas que aparecen en los vídeos de Twitter y se adaptan a la realidad española. No es la primera vez. El movimiento ‘Me too’ en contra de las agresiones sexuales y el acoso contra las mujeres surgió en Hollywood y derivó en España de múltiples formas, la principal el clamor social por el caso de ‘La Manada’.
«Las redes sociales tiene la capacidad de generar agenda en todo el mundo a la vez. Un fenómeno como el racismo estructural de Estados Unidos toma un sentido a miles de kilómetros aunque no tenga nada que ver. También lo hace la ultraderecha, Trump o Bolsonaro repiten los discursos del odio que ven en otros sitios aunque las realidades sean distintas. Primero nos sumamos a ese discurso que nos interesa y luego ya encontraremos la conexión», explica Rodríguez. Esto ocurriría con todo tipo de causas, tanto las más nobles y solidarias como las xenófobas.
Más que racismo, lo que padecemos en España es xenofobia, miedo al extranjero, y también aporofobia, miedo al pobre
Juan Sebastián Fernández, experto en género y migraciones de la Universidad de Almería, considera que el racismo hacia las personas negras en España se da en «casos aislados» que sitúan a nuestro país «entre los países menos racistas de Europa según las encuestas». «Más que racismo, lo que padecemos en España es xenofobia, miedo al extranjero, también aporofobia, miedo al pobre. Pero no podemos hablar de racismo institucional, en general hay una percepción positiva hacia la inmigración».
Para Fernández, el caso más palpable de racismo en España es la situación de los temporeros africanos en los asentamientos ilegales. «Hay bolsas de exclusión muy importantes en esos lugares, y hay que dar un paso hacia la regularización de esas personas como ha hecho Italia. En la capacidad de integración de las próximas generaciones de inmigrantes nos va el futuro como sociedad».
«Medir el racismo estructural en datos es complicado. No existe un porcentaje claro de hasta qué punto influye el racismo en la pobreza de determinados grupos étnicos», indica Berta Álvarez-Miranda, miembro del Grupo de Estudio sobre Migraciones Internacionales (GEMI) de la Universidad Complutense de Madrid. «Se supone que el racismo es una de las razones en los problemas de acceso a la vivienda o entrada en el mercado laboral, pero también los inmigrantes suelen partir con una desventaja por su bajo nivel adquisitivo y menor formación».
«Es muy difícil distinguir las causas de la desigualdad», prosigue Álvarez-Miranda. «Existe, pero para concluir que es algo estructural en España necesitaríamos ir sector por sector. Decir que hay racismo estructural en España es un argumento de brocha gorda. Ser solidario con los que protestan por lo que pasa en Estados Unidos y estar atentos a los peligros de la discriminación es positivo, pero lo que de verdad ayuda a progresar es la denuncia de casos concretos a nivel local, más que un asesinato ocurrido en Estados Unidos. Las historias locales ayudan a mejorar las instituciones y dan conciencia a los ciudadanos. Tachar de racista cualquier comportamiento que afecte negativamente a personas extranjeras no ayuda a solucionar los problemas».
Rodríguez, de la Universidad de Almería, remata el debate con un episodio inspirador ocurrido durante la actual crisis sanitaria. El traslado en helicóptero medicalizado desde Guadalajara a Madrid de una mujer inmigrante aquejada de covid-19 para tratar de salvarle la vida. «Cuando vi esa noticia pensé: esto es España. Una asistenta del hogar extranjera, del estrato más bajo de la sociedad, sin recursos, es llevada en helicóptero para salvarle la vida. Esa es la esencia de nuestro estado del bienestar, eso es lo que nos define como sociedad, y en este punto hay que reconocer que, pese a todo, España sigue siendo hoy uno de los países menos racistas de Europa».