Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, fue el gran impulsor junto a Jaime Lissavetzky del Observatorio contra el Racismo. Pide su vuelta a la actividad.
JUAN JIMÉNEZ. DIARIO AS.
—¿Cómo ha visto desde fuera los dos últimos episodios de Daniel Alves en Villarreal y Diop en el Ciutat de Valencia? Esta temporada, Nyom también recibió insultos racistas en Elche y Paulao en el Sánchez Pizjuán.
—Es que esto no es puntual. Los episodios son siempre reiterados. Recuerdo que mientras estábamos discutiendo la Ley contra el Racismo, por 2007, hubo una campaña de hostilidad contra Etoo. Recuerdo el día que se iba a ir de La Romareda. Al final del partido dijo que el ataque a la dignidad era casi lo de menos, pero que él salía con un guardia de seguridad con él y que la gente de la calle, no. Fue una premonición. Al poco tiempo se produjo el episodio de Miwa Buene (un economista congoleño que quedó tetrapléjico después de pasar quince días en coma. Un puñetazo por la espalda en la nuca de un neonazi de 29 años le costó la rotura de tres vértebras y una lesión medular grave).
—¿Hay que volver a convocar el Observatorio contra el Racismo?
—Es vital. Hace poco vi a Lissavetzky y se lo dije, que ya no nos reuníamos. Se quedó extrañado. “¿Ya no os veis?”, me preguntó. Yo creo que desde 2010 a 2014 el Observatorio no se ha vuelto a convocar.
—¿Qué ocurrió?
—Pues planteamos hacer un informe general de comportamiento de clubes de Primera, Segunda y Segunda B. Eran tiempos de bastante congruencia, aunque es verdad que la LFP no venía a las reuniones. El Observatorio era fundamental y funcionaba bien, pero cuando llegaba el momento de aplicar la ley no se hacía.
—¿Tuvo que ver el cambio de Gobierno para que dejase de reunirse?
—No. Es una situación que viene del final del anterior Gobierno. Jaime Lissavetzky lo impulsó. Además, María Teresa Fernández de la Vega, que era vicepresidenta entonces, nos recibió y mostró gran interés en el asunto para que avanzase. Pero el sustituto de Lissavetzky, Albert Soler, no lo convocó. Así que no puede decirse que sea imputable al cambio de partido. Sucedió que las conclusiones de nuestros estudios suponían una contradicción porque los clubes no cumplen los reglamentos. Todas las peñas de equipos de fútbol se registran en el Ministerio del Interior y no hay problema. Y sin embargo, los grupos ultras no están registrados. Y funcionan con impunidad.
—¿Pero de verdad es éste un problema sólo de ultras? En Villarreal no hay. ¿Podría haber un error de planteamiento?
—Suelen ser comportamientos grupales. Y hay mucho infectado. Para empezar, el que tiró el plátano en Villarreal lo cogió en casa, pero seguro que ya le había dicho a alguien: “Voy a tirárselo al mono cuando se acerque al córner”. Y si se miran con detenimiento las imágenes de la esquina del Ciutat de Valencia se observa que hay aficionados que hacen el sonido del mono que no son ultras. Pero se infectan del comportamiento de esos grupos.
—Competición ha sancionado al Villarreal con 12.000 euros de multa. ¿Le parece que miramos hacia otro lado?
—Seguimos transmitiendo el mismo mensaje laxo.
—¿El fútbol español es racista y no queremos admitir nuestro problema?
—Respondo siempre igual a esta pregunta: no. He estado con la gente del fútbol español y no somos racistas. Pero tenemos comportamientos de ese tipo y no los combatimos con firmeza, con la ley. Y sigo viendo las mismas banderas anticonstitucionales o nazis en las zonas de ultras de los campos. Símbolos ilegales permitidos. Mi diagnóstico, y me cuento entre los miles de aficionados al fútbol como toda mi familia, es que tenemos un problema con los ultras y la infección que generan en su entorno más que con el racismo. Al no castigarse con severidad, hasta un chico de 14 años que ve cómo no se toman medidas puede tomar como costumbre hacer uh, uh, uh.
—Vuelvo al Observatorio Contra el Racismo. Explique por qué es vital convocarlo.
—Tuvo una vida intensa, era un buen vigilante para estas manifestaciones de racismo en los estadios. Pero creo que no sólo debe convocarse. Debemos dar tres pasos. Uno, debe tener una dinámica operativa real. Que haga análisis, informes y propuestas. Dos, hay que generar vías de canalización de denuncias para que lleguen a la Comisión contra el Racismo y se aplique la Ley. Y tercer punto. Insisto. Debe haber un registro de grupos ultras en el Ministerio del Interior. Lo que pasa es que los directivos se asustan.
—Dijo Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte, que este Observatorio cayó en desuso.
—Porque él no quiere convocarlo. En la contestación está todo. Si quiere que deje de estar en desuso, que nos llame. Porque quieran o no, ese Observatorio está creado por Ley y además depende del secretario de Estado para el Deporte. Es un organismo incómodo, ellos decidieron no utilizarlo cuando en el fondo puso a mucha gente en común.
—Pero de su discurso se infiere que a la LFP tampoco le hace mucha gracia el Observatorio.
—Voy a ser cuidadoso para expresarme. Deduzco que a la LFP no le gusta el Observatorio. Ya dije que no vino a dos o tres reuniones. El Observatorio es exigente con los clubes para pedir los informes necesarios o esos registros que solicitamos. La LFP intenta esquivar ese debate.
—¿Cree que le va a llamar Cardenal para activar al Observatorio?
—Pues mire, me gustaría que tuviera esa sensibilidad. Hay voces en los medios de comunicación. Y me consta que los mismos clubes, hoy en día, están preocupados por el asunto porque en sus vestuarios hay gente de muchas razas y hay incluso episodios que sufren sus jugadores con sus mismas aficiones.
—Diga.
—Siempre fuimos de la mano del pensamiento de la FIFA y de la UEFA. Vemos cómo se multiplican las campañas de los jugadores contra el racismo. Es una preocupación latente. Si a nivel internacional se nos da la razón y este es asunto prioritario en cualquier país, no lo hagamos de menos aquí. Lo correcto es convocarlo.
—Decía en una entrevista anterior a AS que no sabía si creerse lo de la nueva grada de animación del Madrid. ¿Están encima de sus primeros pasos?
—Si le soy sincero, no hemos hecho un seguimiento exhaustivo a ese grupo. Pero también le digo algo. Los ultras no desaparecen de los campos de fútbol en un día.