EFE. LA VANGUARDIA.- En un informe publicado este jueves, AI critica el acoso, la intimidación, el asalto y la represión «generalizados y habituales» que las autoridades de Eritrea -directamente o a través de miembros y simpatizantes del partido gobernante- usan para silenciar a defensores pro derechos humanos en el exilio.
«Para muchos defensores de los derechos humanos, salir de Eritrea no les ha proporcionado mucho respiro en cuanto a la represión por la que muchas personas mueren cuando intentan huir», explica Joan Nyanyuki, director de AI para África Oriental, el Cuerno de África y la región de los Grandes Lagos.
«Tienen que mirar constantemente por encima del hombro y observar cada palabra que dicen, temerosos del brazo largo del Gobierno de Eritrea que evidentemente cruza fronteras», lamenta Nyanyuki.
En cuanto a las tácticas registradas por AI en un periodo que comprende los últimos ocho años, desde mayo de 2011, destacan las amenazas de muerte, la agresión física, la difamación y la guerra informativa en las redes sociales.
Como ejemplo citan la campaña de desprestigio llevada a cabo en Twitter por el ministro de Información de Eritrea, Yemane Gebre Meskel; así como por los embajadores de ese país en Japón, Estifanos Afeworki, y Kenia, Beyene Russom, el pasado abril contra los organizadores y participantes de la conferencia celebrada en Londres bajo el título «Construyendo la democracia en Eritrea».
En su cuenta de Twitter, el ministro Yemane tildó de «quisquillosos de Eritrea» a los organizadores del evento, que congregó a unos 70 académicos y defensores de los derechos humanos eritreos; y hostigó e intimidó a asistentes, según AI.
«Tales comentarios por parte de funcionarios gubernamentales muestran claramente la intolerancia de las autoridades con la disensión y las críticas de cualquiera en cualquier lugar, incluso en un momento en que el país preside la Comisión de Derechos Humanos de la ONU», continuó Nyanyuki.
De acuerdo con AI, al frente de estas campañas se sitúa, la mayoría de las veces, el ala juvenil del gobernante Frente Popular por la Democracia y la Justicia, el único partido legal del país, con ataques contra activistas afincados principalmente en Kenia, los Países Bajos, Noruega, Suecia, Suiza y el Reino Unido.
Eritrea, dirigido desde su independencia de Etiopía en 1991 por el presidente Isaias Afwerki, es uno de los regímenes más cerrados y represivos del mundo, con un servicio militar ilimitado y rayano en la esclavitud del que huyen cada mes miles de jóvenes.
Sin embargo, el país se ha abierto en el último año tras la firma de un acuerdo de paz con Etiopía en 2018, la apertura de fronteras y la celebración de reuniones de alto nivel con países vecinos como Yibuti y Somalia.