Epidemia política de acoso sexual en Dinamarca

| 20 octubre, 2020

El alcalde de Copenhague, el socialdemócrata Frank Jensen, se convierte en el segundo político de alto nivel forzado a dimitir por haber acosado a mujeres durante 30 años

PEDRO POZA MAUPAIN. EL MUNDO.- Frank Jensen, alcalde de Copenhague desde 2010 y vicesecretario general de los socialdemócratas daneses, se resistía a dimitir pese a que las acusaciones de acoso sexual se le acumulaban. En la noche del pasado domingo, después de que un grupo de prominentes miembros locales del partido -elegidos y convocados por él- le asegurase su apoyo, Jensen pidió perdón por haber sido «un acosador» durante tres décadas, pero insistió en que mantendría sus cargos porque deseaba «ser parte de la solución» al sexismo.

Inmediatamente después, su antecesora al frente de la capital danesa, la también socialdemócrata Ritt Bjerregaard, que participaba en televisión en una discusión sobre el caso, reaccionaba en directo con bastante más lucidez: «No veo cómo Frank Jensen puede ser parte de la solución. Creo que tiene muy difícil seguir en política».

Menos a él, a nadie se le escapaba ya que el único modo en que podía ser parte de la solución era dimitiendo cuanto antes. Resultó obvio desde el momento en que una de sus víctimas, Cecilie Sværke Priess, nada menos que la jefa de las juventudes de su propio partido, le calificó de «acosador en serie». En la mañana del lunes, Jensen, 59 años, anunció su retirada total. Se convertía así en el segundo político danés de máximo nivel -tras Morten Østergaard, líder de los social liberales- fulminado este mes por propasarse sexualmente con militantes.

Las andanzas de Østergaard, aparentemente, sólo eran conocidas por algunos de sus próximos. Jensen, sin embargo, tenía detrás de sí un par de episodios que ya habían merecido la atención de la prensa, en 2004 y, sobre todo, en 2011, cuando durante una fiesta de Navidad en el ayuntamiento, ya como alcalde, molestó a varias mujeres e incluso besó y lamió en el cuello y las orejas a una de ellas, a todas luces muy incómoda con sus etílicas atenciones.

La excusa del edil fue entonces que su especial forma de bailar había sido malinterpretada: «Soy una persona abierta y positiva, y lamento por supuesto que mi alegre baile sobre la pista haya hecho que algunas personas se sintieran provocadas».

Diputado entre 1987 y 2007, ex ministro de Investigación y de Justicia, Jensen estuvo en 2005 muy cerca de ser el máximo dirigente de los socialdemócratas. Se lo impidió Helle Thorning-Schmidt, que le derrotó por escaso margen en una votación interna y que posteriormente sería primera ministra entre 2011 y 2015. Jensen encarnaba el ala tradicional del partido, más izquierdista, mientras que Thorning representaba una nueva corriente, más centrista y más estricta respecto a la inmigración, el gran caballo de batalla en la política danesa de aquellos años.

El movimiento ‘Me Too’ había pasado por Dinamarca con bastante discreción hasta el pasado agosto, cuando una famosa presentadora de televisión, Sofie Linde, reveló durante una gala en directo que, en sus comienzos y con sólo 18 años, un importante directivo le amenazó con destruir su carrera si no le hacía una felación.

A partir de ahí, diversos colectivos de mujeres han recogido firmas y testimonios para denunciar la pervivencia del sexismo en la sociedad, y el tímido ‘Me Too’ danés se ha transformado en una tormenta que, de momento, ya se ha cobrado las cabezas de dos políticos de máximo renombre.

«HE SIDO UN ACOSADOR»

Como Østergaard, Jensen, casado desde hace 33 años, con dos hijos y cuatro nietos, acabó pidiendo perdón ante las cámaras en un humillante y algo esperpéntico ejercicio de arrepentimiento que no sirvió para salvar su carrera. «He sido un acosador y lo siento mucho por todas las mujeres con las que me he propasado durante mis 30 años en política», admitió. Luego le echó la culpa al alcohol: «Todos estos incidentes se produjeron en fiestas donde se bebió mucho. Creo que aquí en el ayuntamiento debemos reducir considerablemente la ingesta de alcohol».

Hasta ahora, una decena de mujeres, casi todas militantes socialdemócratas, han denunciado haber sufrido algún tipo de abuso por parte de Jensen. Desde caricias en la parte interna del muslo por debajo de la falda, hasta un intento de meterse en el cuarto de baño de un bar con una de ellas.

Aunque no parece que de ninguno de los casos puedan derivarse responsabilidades penales, la dirección socialdemócrata ha encargado a un despacho de abogados que investigue las actuaciones de Jensen con el fin de delimitar la extensión de la cultura del acoso dentro del partido.

En gran medida, porque no parece que el suyo sea un caso totalmente aislado, sino el producto de décadas de tradición. En su intervención televisiva del domingo, la veterana exalcaldesa Bjerregaard relató que cuando fue elegida diputada por primera vez, en 1971, le advirtieron -«como si fuese lo más natural»- de que tuviese cuidado con algunos de sus correligionarios, y muy especialmente con el gran icono de la socialdemocracia danesa, el entonces primer ministro Jens Otto Krag. «Tenía las manos muy largas», recordó.

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