La Razón.- Permitir un homenaje al etarra Henri Parot supone la ausencia del Estado.
La estrategia de ETA y sus organizaciones satélite para ganar la batalla por el relato y blanquear su pasado genocida, no solo es humillar a sus víctimas normalizando el terrorismo, quieren dejar claro que gozan de espacios de impunidad para enaltecer el terrorismo y reafirmar que existe una ausencia del Estado en el País Vasco y Navarra.
Todo ello forma parte de una antigua estrategia, que continua presente, de “acumulación de fuerzas” dentro del marco del denominado “Proceso Democrático” (ProDem) por el cual mediante la creación de entidades constituidas legítimamente, como EH Bildu, SARE, Etxerat, … y bajo el amparo del Estado de Derecho, son formaciones jurídicamente legales, trazar su camino hacia la independencia.
Esta estrategia tuvo muy buenos resultados cuando entremezclaron en sus listas electorales a “personas legales” con condenados por terrorismos y de este modo no fueron ilegalizados por el Tribunal Constitucional. Precisamente en este contexto es en el que se producen actos como “El tiro al facha” celebrado en Etxarri Aranatz, Navarra, que consiste en arrojar huevos, piedras o escupir contra imágenes o caricaturas de guardias civiles, policías, representantes de la monarquía o del Estado y que la Audiencia Nacional ha interpretado que no existe delito porque es parte del uso legítimo del derecho a la “libertad de expresión”.
En las mimas fiestas se celebra el “Día del inútil” o el “Ospa Eguna” para burlarse de los 210 Guardias Civiles asesinados por ETA y de toda la Institución. El “Alde hemendik” (Marchaos de aquí) en Alsasua, Navarra, se escenifica como todo el pueblo echa a la Guardia Civil y pone sus maletas fuera del límite comarcal. En todos estos eventos participan niños que difícilmente van a conocer otra realidad que no sea el discurso “abertzale”, como mínimo vamos a necesitar dos generaciones para revertir esta situación de radicalización y haya un mínimo de higiene democrática. Los actos de bienvenida a terroristas en ámbitos estrictamente privados, por muy nauseabundos que puedan ser, tienen un amparo legal, que no moral.
Estas celebraciones no pueden ser tuteladas ni por la justicia, ni por las administraciones. Pertenecen a la intimidad, a la esfera personal de cada uno, de cada individuo, de cada persona, que hasta un asesino puede tener.
Pero el culto al terrorista en espacios públicos, con fondos públicos y con difusión pública es la máxima humillación para la víctimas del terrorismo que sufren una doble victimización, por un lado la de sus asesinos y por otro la de las Instituciones que además de facilitar estas conductas no hace nada por impedirlas. Una sociedad sana no se puede permitir que los terroristas sean recibidos como héroes cuando salen de prisión.
Permitir la marcha en favor del terrorista Henri Parot, asesino de 39 personas, prevista para el próximo 18 de septiembre, supone la ausencia del Estado y el no imperio de la ley, por lo que las víctimas no tienen la oportunidad de buscar una protección igualitaria cuando se produzca una violación de sus derechos. Las víctimas del terrorismo han demostrado tanta dignidad que los actos de enaltecimiento no pueden humillarlas, ellos depositaron su confianza en nuestros gobernantes para que tutorizaran sus legítimas pretensiones de “Dignidad y Justicia”. Es el Estado con su abandono quien ridiculiza a las víctimas cuando no actúa contra esta ofensa, y es así como ETA, con 864 asesinatos (376 de ellos sin resolver), sigue “acumulando fuerzas”.