Las autoridades alemanas asumen que hay 627 islamistas potenciales terroristas. ¿Cómo lidiar con ellos? ¿Por qué es tan difícil deportarlos?
MATTHIAS VON HEIN. DEUTSCHE WELLE.- Los atentados en Dresde, Francia y Viena muestran lo peligroso que es el extremismo islamista.
Al menos uno de los asesinos de Viena era conocido por la Policía. El joven de 20 años, abatido el lunes por la noche, había llamado la atención porque había intentado en vano varias veces abandonar el país para unirse al llamado Estado Islámico. Sin embargo, al parecer las autoridades no lo creyeron capaz de un ataque terrorista.
Las 627 personas que, a partir del 1 de septiembre de 2020, han sido clasificadas como una amenaza por las autoridades de seguridad alemanas son diferentes. Uno de ellos fue el sirio Abdullah al-H., de 20 años de edad, que atacó por la espalda a una pareja de hombres con un cuchillo de cocina en Dresde el 4 de octubre y los hirió gravemente. Uno de los hombres murió poco después.
Las autoridades consideran que la «amenaza para Alemania se mantiene a un alto nivel». Alemania sigue estando en el rango de objetivos inmediatos de las organizaciones terroristas». El informe de 2019 sobre la Protección de la Constitución, publicado a principios de julio, habla de planes de ataque frustrados, que demostraron el peligro potencial existente.
El servicio secreto nacional considera que los «autores individuales inspirados por las organizaciones terroristas» son especialmente peligrosos porque es difícil identificarlos de antemano.
¿Qué es una persona peligrosa?
El término alemán «Gefährder» fue acuñado en los círculos policiales. Mientras tanto, hay una definición acordada a nivel nacional. Algo difícil de manejar, dice: «Un ‘Gefährder’ es una persona para la que ciertos hechos justifican la suposición de que cometerá delitos de considerable importancia por motivos políticos». Estas son las conclusiones de los servicios de seguridad y de la Policía especializada.
Estas personas consideradas “un peligro” no pueden ser detenidas mientras no sean acusadas o condenadas por algún delito. El derecho alemán, especialmente el derecho penal, se basa en los hechos, no en la actitud, la ideología o la peligrosidad. Sin embargo, la pertenencia a una organización terrorista se considera un delito penal. También está prohibido «preparar y apoyar un delito grave que ponga en peligro al Estado».
Los “hombres peligrosos” y los “relevantes”
Además de las personas identificadas como “una amenaza”, las autoridades de seguridad también tienen en la mira a unas 500 «personas relevantes». Puede tratarse de líderes, sectarios o incluso agentes del espectro terrorista que también es probable que promuevan, cometan o apoyen ataques terroristas. Sin embargo, también pueden ser compañeros de los “peligrosos” o personas que tienen contacto con estos.
Hasta el 1º de julio pasado, 109 de los aproximadamente 300 yihadistas del EI que regresaron a Alemania desde Siria e Irak figuraban en la lista de personas de peligro y 90 como «personas relevantes». En general, el Gobierno Federal estima que el terrorismo islamista en Alemania puede llegar a tener un potencial de poco menos de 30.000 personas. La mayoría, unos 12.000, provienen del medio salafista, una corriente islamista radical sigue siendo la base del yihadismo violento.
¿Cómo proceder con los “peligrosos”?
Cada uno de los sospechosos es evaluado individualmente por las autoridades de seguridad. De acuerdo con esta evaluación, se adoptan diferentes medidas. Las autoridades policiales son muy reacias a proporcionar información sobre su catálogo de medidas. Una cosa es cierta: el espectro va desde el llamado «acercamiento» hasta los métodos de vigilancia técnica y la observación las 24 horas del día por parte de las fuerzas policiales.
Cuando la vigilancia tiene que ser intensiva, se le informa al sospechoso que la policía lo tiene en la mira. La vigilancia total requiere de mucho personal. Según la Oficina de Protección de la Constitución, se necesitarían entre 25 y 30 agentes de policía para seguirle los pasos a un solo “peligroso”. Por lo tanto, solo se lleva a cabo en casos individuales.
En el caso del asesino de Dresde, se había prescindido de la vigilancia las 24 horas del día. Abdullah al-H. había sido liberado de la prisión a finales de septiembre poco antes de que cometiera el crimen. Había cumplido su condena e incluso participó en un programa de desradicalización. Sin embargo, el joven de 20 años todavía se consideraba radicalizado y peligroso.
Por esta razón, el sirio estaba libre bajo la condición de presentarse a la policía todos los días. La Oficina de Protección de la Constitución colocó una cámara oculta frente a la entrada de su alojamiento. El hecho de que comprara dos juegos de cuchillos en unos grandes almacenes de Dresde dos días antes del ataque aparentemente escapó a los ojos de las autoridades.
Después de los ataques terroristas, la discusión sobre la deportación de quienes son considerados una amenaza surge una y otra vez. Después del asesinato a cuchillo en Dresde, por ejemplo, el ministro del Interior, Horst Seehofer, pensó en voz alta en reactivar las deportaciones a Siria de estos sujetos.
Aparte de la cuestión fundamental de si es moralmente justificable deportar a una zona de guerra a personas que no han sido condenadas legalmente, las deportaciones a Siria plantean, en la práctica, muchos problemas. En primer lugar, Berlín no tiene relaciones diplomáticas con Damasco. No hay canales oficiales con las autoridades de allí.
En general, las personas peligrosas son ciertamente deportadas. Desde 2017 existen estadísticas sobre la frecuencia con la que eso se hace. Las deportaciones suelen ser difíciles y prolongadas. Esto lo demuestra el ejemplo de Anis Amri, el asesino de Breitscheidtplatz en Berlín, el más grave ataque terrorista islamista en Alemania hasta la fecha, con 12 muertos, en diciembre de 2016.
También porque Amri viajaba con al menos 14 identidades diferentes, las autoridades alemanas, que estaban dispuestas a deportarlo, no habían logrado obtener sus documentos de identidad de Túnez, que solo llegaron dos días después del ataque. Un hecho clave: la mayoría de las personas “peligrosas” tiene pasaporte alemán.