Los tres socios de Gobierno se reúnen para decidir sobre el líder de inteligencia interior Maassen, acusado de filtrar información al partido de extrema derecha AfD
13/09/2018 La Vanguardia.- El Gobierno de Alemania vive un momento difícil con el presunto vínculo de sus servicios de inteligencia con la ultraderecha con el presidente de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, el servicio de inteligencia interior alemán, Hans-Georg Maassen en el centro de la polémica. Esta tarde de jueves tuvo lugar una reunión entre los socios del Gobierno, La CDU de Merkel, la CSU y la SPD para abordar el futuro de Maassen. Los tres partidos de la coalición se emplazaron al martes para tomar la decisión final
Según publica la revista Kontraste, el jefe de los servicios de inteligencia habría filtrado a un diputado del partido de extrema derecha AfD información confidencial cinco semanas antes de hacerse público. Un antiguo militante del partido, Franziska Schreiber, sostiene esta historia y añade que Maassen se reunió con varios dirigentes del partido para darles algunos consejos para no ser vigilados por sus servicios de seguridad.
La violencia de la ultraderecha ha estado muy presente en los últimos días en Alemania después de que la muerte de un hombre en las fiestas de Chemnitz por heridas de arma blanca a manos de dos peticionarios de asilo desencadenara varias manifestaciones y presuntamente cacerías contra extranjeros. La actuación de Maassen en todo este conflicto de interés nacional también ha provocado la división dentro del Gobierno sobre si cesarlo o no.
En unas declaraciones al diario Bild el pasado viernes, el jefe de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución puso en duda que hubiera habido cacerías de extranjeros por parte de ultraderechistas, así como la autenticidad de un vídeo que documentaba unos ataques. Estas declaraciones provocaron que Maassen tuviera que comparecer ayer ante dos comisiones parlamentarias sus controvertidas declaraciones y las matizó, afirmando que su intención había sido advertir contra posibles campañas de desinformación.
El puesto de Maassen depende directamente del Ministerio del Interior ocupado por Horst Seehofer, de la CSU, quien le ha ratificado en el cargo. Los otros socios de Gobierno que piden la dimisión son los socialdemócratas de la SPD, quienes creen que “está claro que Maassen tiene que irse”. Y entre medio de los dos la CDU de Merkel. Desde el partido de la canciller se han hecho críticas pero no se ha pedido la dimisión.
Las tensiones desatadas en torno a Maassen inciden en un momento muy complejo, a cuatro semanas de las elecciones en Baviera, donde a la CSU se le pronostica que perderá la mayoría absoluta que ha tenido casi ininterrumpidamente durante décadas. La formación de Seehofer representa el ala más derechista del bloque conservador de Merkel y tanto en la pasada legislatura como en la que se inició el pasado marzo, con el nuevo pacto de coalición, ha presionado sobre la canciller para que endurezca su política migratoria.
Maassen se convirtió en 2012 en jefe de la Oficina para la Protección de la Constitución, como sucesor de Heinz Fromm, obligado a dejar el puesto por el escándalo en torno a la célula neonazi Clandestinidad Nacional Socialista (NSU), autora de los asesinatos de nueve inmigrantes. Entonces se le asignó el cometido de reformar un servicio que había quedado en entredicho por las múltiples negligencias en el seguimiento de ese grupo terrorista, de tres miembros, que habían actuado en la impunidad durante décadas.