Los supremacistas blancos, autores de la mayoría de los asaltos terroristas domésticos
BEATRIZ NAVARRO. LA VANGUARDIA.- Si hubiera ocurrido en Nueva York o durante el festival de teatro de Edimburgo, alguien habría podido pensar que la decena de personas que aparecieron, megáfono en mano, gritando “esta tierra nos pertenece” formaban parte de una performance para apoyar la tesis del profesor Jonathan Metzlsobre los riesgos del supremacismoblanco . Nada más lejos de la realidad.
Los manifestantes que el sábado irrumpieron en la librería Politics & Prose de Washington, que se identificaron como miembros del grupo ultraderechista Identity Evropa, no eran actores sino la viva demostración del auge global de estas ideologías. “Fue muy simbólico para mí. Si alguien se preguntaba qué está pasado, ilustraron mi posición”, dijo después Metzl, autor de un interesante libro que repasa los efectos de las políticas conservadoras impulsadas teóricamente en defensa de los estadounidenses blancos y pobres, pero que son a la postre los más perjudicados por ellas ( Dying of Whiteness, La muerte de la blancura). Meltz acababa de agradecer a un miembro de la audiencia que ayudara a sus padres y abuelos a huir de los nazis en Austria. Poco después saltaba la noticia de la muerte de una mujer por los disparos recibidos en una sinagoga de Poway (California) a manos de un supremacista blanco que se declaró inspirado en el atentado contra dos mezquitas de Nueva Zelanda en el que murieron 50 personas.
El atentado de Poway se produjo seis meses después de otro que se saldó con 11 víctimas mortales en una sinagoga de Pittsburgh. Los crímenes de odio en Estados Unidos experimentaron en el 2018 su mayor subida de los últimos años, con un total de 7.175 incidentes, un contexto en el que se han redoblado los llamamientos al presidente Donald Trump para que se pronuncie con claridad contra este tipo de atentados y la retórica supremacista blanca que los alimenta. “Condenamos con vigor la maldad del antisemitismo y el odio”, dijo el sábado al comenzar su mitin en Wisconsin. Trump, sin embargo, se ha resistido a pronunciarse con firmeza contra grupos neonazis como los que se manifestaron en el 2017 a la luz de las antorchas en Charlottesville gritando eslóganes antisemitas, una ambigüedad que el demócrata Joe Biden le ha recriminado al lanzar su campaña presidencial.
Jonathan Greenblatt
El aumento de los crímenes de odio en Estados Unidos precede a Trump. Tras años a la baja, en el 2014, con Barack Obama en la Casa Blanca, se registró en primer aumento en la cifra total de crímenes de odio (5.479). Desde entonces no han dejado de subir. El viejo veneno del antisemitismo está detrás del 60% de los crímenes de odio cometidos en EE.UU. en el 2017, de acuerdo con el FBI, un porcentaje desproporcionado a la vista de que los judíos sólo representan el 2% de la población total. Son el grupo religioso más afectado por el aumento general de los crímenes de odio, que sitúa el porcentaje actual en línea con los referentes históricas.
“Las actitudes antisemitas están en niveles históricamente bajos pero es difícil no sentir otra cosa que alarma”, afirma Jonathan Greenblatt, consejero ejecutivo de la Liga Antidifamación (ADL). “Aunque acostumbra a empezar por los judíos, nunca acaba con los judíos”. El año 2018 fue también el cuarto más mortal desde 1970 en cuanto a atentados terroristas domésticos. Hubo al menos 50 muertos, según el recuerdo de la ADL. De Parkland a Pittsburgh, todos los ataques, excepto uno, fueron perpetrados por supremacistas blancos.
A pocos metros de la librería Politics & Prose en el 2016 ocurrió otro incidente que podía haber acabado en tragedia, cuando un ultraderechista se puso a disparar con su rifle de asalto AR-15 en la pizzería Comet Ping Pong, muy popular entre familias y núcleo de una teoría de la conspiración de la extrema derecha sobre una red de pedofilia dirigida supuestamente por Hillary Clinton. Las noticias falsas provocaron tiros reales. El restaurante sigue siendo objeto de amenazas y en enero sufrió un incendio intencionado que no dejó víctimas.