El Español/Jorge García Badía .- La Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes de Murcia ejerce la acusación popular para condenar a este ‘paraca’ por un asesinato racista.
El que antaño fue cabo primero del Ejército del Aire, el ‘paraca’ Carlos, tendrá que ‘desfilar’ ante un jurado popular sobre el que recaerá la responsabilidad de confirmar si este exmilitar actuó movido por el racismo, cuando disparó a quemarropa a Younes: un ciudadano marroquí con el que había discutido en la terraza de la Cafetería El Muelle. Todo ocurrió la noche del domingo 13 de junio, cuando el estruendo de las balas rompió el ambiente turístico que suele reinar en el Puerto de Mazarrón, desde entonces, Carlos espera la celebración de la vista ‘a la sombra’: en el Centro Penitenciario de Albolote.
EL ESPAÑOL ha accedido en exclusiva al vídeo de la declaración que este exmilitar prestó desde la cárcel granadina. Luciendo camisa, chaqueta de cuero, gafas y barba, Carlos relata con una tranquilidad pasmosa unos hechos que conmocionaron a los 33.000 habitantes de esta localidad del litoral murciano y que dejaron rota de dolor a la sevillana Andrea tras perder a Younes: el amor de su vida, al que siempre llamaba con cariño ‘mi morito’, con el que tuvo un hijo y que se ganaba el pan como pintor y albañil.
Las horas posteriores a la muerte violenta de este ciudadano marroquí, transcurrieron marcadas por la exaltación de los ánimos entre la comunidad inmigrante. En el Puerto de Mazarrón se celebró un acto de repulsa: ‘Manifestación por el asesinato racista de Younes’. Además, decenas de compatriotas se concentraron frente al cuartel del Instituto Armado, clamando «¡Justicia!», mientras que otros trataron de agredir a Carlos cuando fue conducido por guardias civiles al registro de su piso en la calle Sanotel, que está próximo al domicilio conyugal de Younes y Andrea.
La Audiencia Provincial de Murcia podría acoger la primera vista donde un exmilitar será juzgado por una muerte violenta, con la presunta agravante de odio o xenofobia. Así lo reclama la acusación popular que ejerce Sabah Yacoubi, presidenta de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes, que se ha personado en la causa, a través del conocido letrado Antonio Plaza. A todo ello, se suma el contenido de los atestados de la Guardia Civil tras escuchar los testimonios de las camareras y los clientes que estaban aquel trágico domingo en la Cafetería El Muelle:
«Como inicialmente se describió en el primer atestado instruido por esta Fuerza, la misma observaba como principal motivación del hecho delictivo acaecido, un asesinato, un móvil racista, pues según indican los testigos, el autor del delito actuó contra la víctima por el mero hecho de pertenecer a una determinada minoría racial, como la magrebí (…). La testigo I. M. P. manifiesta que a lo largo de la tarde previa a los hechos [en la Cafetería El Muelle], el autor la increpaba diciéndole: ‘No quiero ver marroquíes dentro del bar’ (…). La testigo M. R. L. manifestó que el autor de los hechos no paraba de repetir durante toda la tarde las siguientes expresiones: ‘No quiero moros en la barra’ (…)».
Carlos tuvo que dar explicaciones sobre tales testimonios en el Juzgado de Instrucción número 4 de Totana. Este exmilitar, de 53 años, fue interrogado sobre lo sucedido el domingo 13 de junio, cuando supuestamente arremetió contra las camareras por la presencia de clientela marroquí en la Cafetería El Muelle, lo que provocó que Younes se levantase de su mesa y le espetase: «Si tienes algo contra los moros, me lo dices a mí a la cara, ¿de acuerdo? A las chicas déjalas en paz». La reacción de Carlos fue marcharse a su casa, cambiarse de ropa, coger una pistola Star, de nueve milímetros, y regresar al citado local para llenar de plomo a Younes.
– Abogado defensor: Buenos días, don Carlos. ¿Reconoce en primer lugar haber disparado a don Younes?
– Carlos: Sí, desgraciadamente, sí.
– Abogado defensor: ¿Nos puede usted comentar por qué ocurrieron esos hechos y cómo se produjeron?
– Carlos: Me tenían amenazado desde hace más de seis meses, hasta el punto de que tuve que dejar mi vivienda y me marché a Madrid a vivir a una caseta de obras, sin luz ni agua, para evitar el enfrentamiento, pero al final me llamaron del Puerto de Mazarrón para trabajar en un barco y regresé.
– ¿Quién le tenía amenazado: Younes o alguien más?
– En verdad, habían sido varios grupos. Yo me veía incapaz, no tenía herramientas legales para denunciarles porque no podía denunciar a nadie en concreto, ya que pasaban por mi lado con su coche, me pitaban y me hacían el gesto de degollarme. Ponían dos coches cruzados, impidiéndome el paso, y me exhibían una pistola. Todo viene a raíz de una agresión que hubo, en la que me pegaron por la espalda y cuando me levanté del suelo, ya había un coche recogiendo a la persona que me pegó. No puedo identificar a todas las personas que me habían amenazado: eran grupos.
– ¿Usted conocía a Younes y a su grupo de haberlo visto por allí?
– A él lo había visto por el barrio, una o dos veces, y me miraba de forma despectiva, pero personalmente no lo conocía de nada.
– ¿Qué ocurrió en la Cafetería El Muelle el día de los hechos? ¿Hubo una discusión entre ustedes?
– Yo estaba allí y esa persona [Younes] se acercó a mí. Nunca habíamos hablado. Me acusaba de que me estaba aprovechando de una niña. No sé por qué motivo se acercó a mí. Me amenazó. Me dijo: ‘Te vamos a matar cuando te pillemos por ahí solo’.
– ¿Recuerda cómo llegó a su poder la pistola?
– Ese arma era de mi padre y el Ejército me la entregó inutilizada.
En las diligencias de la Guardia Civil se expone que Carlos era el titular de una pistola Star, del calibre 9 milímetros, desde que en 2011 se puso en contacto con un militar, en situación de reserva, en la Escuela de Paracaidismo Méndez Parada de Alcantarilla, y le pidió el arma porque había pertenecido a su padre que fue capitán del Ejército del Aire. De hecho, el informe detalla que Carlos estaba recopilando las condecoraciones y los recuerdos militares de su difunto padre, con el objetivo de montar una colección en su memoria. El reservista le dio el arma inutilizada y posteriormente no fue ‘expuesta’, sino alterada para volver a disparar.
– ¿Usted era miliar?
– Sí, yo estuve un tiempo en los paracaidistas y fui cabo primero en el Ejército del Aire.
– ¿El día de los hechos consumió muchas bebidas alcohólicas?
– Había estado bebiendo y la verdad es que estaba muy nervioso. Lo de las amenazas no lo aguantaba ya, pero en ningún momento tuve la intención de herir a nadie, lo que pasa es que la situación era insostenible y lo único que quería era que me dejasen de amenazar y que me dejasen en paz. Lo que ocurre es que este hombre [Younes] se abalanzó hacia mí, a la misma vez me tiraron una botella o un vaso, me eché para atrás y de una manera instintiva disparé porque tenía miedo por mi vida.
– ¿Se abalanzó Younes sobre usted antes de disparar?
– Sí, se abalanzó hacia mí. Yo lo único que hice fue decir: ‘No volváis a amenazarme’. Y de pronto, me tiraron algo, el hombre se abalanzó sobre mí, yo casi me caigo y entonces fue cuando disparé dos veces.
– ¿Es cierto que estaba sometido a un tratamiento con escitalopram?
– Estoy tomando antidepresivos porque el confinamiento fue muy duro para mí y además tengo acúfenos en los oídos que no me dejan dormir por las noches. Sigo tomando el antidepresivo y el medicamento que tenía para los acúfenos me lo ha cambiado el psiquiatra.
– Usted ha reconocido que disparó a Younes: ¿Está arrepentido?
– Si pudiese dar marcha atrás en el tiempo, me cortaría un brazo: mi única intención era que dejasen de amenazarme. Yo lo siento muchísimo, de verdad, sobre todo por la familia de la víctima, por mi familia y por la gente que se ha visto implicada. Lo siento de corazón. Y por supuesto que ofrecería todos los bienes de los que dispongo para reparar el daño.
Carlos era asiduo a la Cafetería El Muelle del Puerto de Mazarrón. Aquel domingo, este ‘paraca’ que en su juventud soñó con pasar del Ejército del Aire a la Guardia Civil, primero comenzó bebiendo cerveza y luego subió de nivel con el gin tonic. Entre trago y trago, se le fue calentando la boca en este establecimiento, muy concurrido por la población marroquí, por su buen café, así como por los turistas británicos.
– ¿Usted tiene amigos musulmanes?
– Sí. He trabajado con marroquíes en un barco donde era el único español empleado. Tengo amigos marroquíes desde hace treinta años y he estado en Jerusalén rezando con los palestinos. Ahora mismo, mi piso en el Puerto de Mazarrón está alquilado a un amigo mío de Marruecos, porque después de arrestarme hubo gente que entró a la vivienda y la destrozó y él se hace cargo de la reparación. Lo conozco de una empresa atunera de Mazarrón porque también he trabajado en el mar durante mucho tiempo.https://www.dailymotion.com/embed/video/x8ayiz5?ui-logo=false&endscreen-enable=false
Carlos Patricio ante el juez: «Nunca se me ha acusado de racismo, se me ha visto con todo tipo de personas, he vivido en el Sacromonte con los gitanos»
– Se le acusa de racismo en la comisión del delito. ¿Usted se considera una persona racista?
– Nunca se me ha acusado de racismo y se me ha visto con todo tipo de personas. He vivido en el Sacromonte con los gitanos, he trabajado en un barco, como le he dicho, siendo el único español, he recogido mandarinas con senegaleses, he trabajado en el campo con marroquíes, he estado en la selva… Nunca he tenido problemas con el racismo y si hubiese sido un español, un japonés, o un alemán, habría ocurrido lo mismo (…). Lo siento mucho porque fue un error grandísimo, pero bebí y habían llevado la tensión a mi vida por tener que abandonar mi casa y estar en una caseta de obra.
– ¿Con las camareras del local tuvo alguna discusión o le dijeron que iban a llamar a la Policía para echarle?
– Nunca he tenido ningún problema con las camareras y no recuerdo haberlo tenido ese día. Soy cliente asiduo [de la Cafetería El Muelle]. Me conocen y mi comportamiento es normal, sí que es verdad que ese día había bebido más de lo habitual, pero nunca me meto con nadie.
El interrogatorio pasa a manos del Ministerio Público y Carlos no se mueve un ápice de su versión, encaminada a evitar ser juzgado en la Audiencia Provincial por un asesinato con la agravante de odio. El fiscal hace especial hincapié en el estado de sus facultades mentales aquel 13 de junio, con el objetivo de atajar cualquier atenuante que pudiese solicitar la defensa del exmilitar para rebajar su condena, argumentando que actuó sin tener sus facultades mentales plenas.
– Fiscal: Usted ha dicho que no tuvo ningún problema en el local con las camareras y no le llamaron la atención, con lo cual se puede entender que su comportamiento era el correcto. ¿Entiendo que se encontraba con sus facultades plenas a pesar de haber tomado alguna cerveza o un cubata?
– Carlos: Me encontraba bajo los efectos del alcohol, pero no por eso me estaba metiendo con alguien. Nunca me acerco a nadie para molestar (…). El mayor error fue sacar la pistola porque, en realidad, tampoco pensaba yo que esa persona [Younes] se me iba a abalanzar. Tengo ese arma diez años, soy cazador y he sido paracaidista, profesional del Ejército, y en ningún momento habría exhibido un arma en mis plenas facultades.
– Fiscal: ¿Es cierto que usted se marchó del local a su casa para recoger el arma y regresó a la cafetería?
– No, el arma la llevaba ya. Subí [a casa] a cambiarme para ponerme una camisa porque iba en camiseta, había estado bebiendo, se acercaba la noche, y normalmente voy vestido con camisa y con pantalón largo.
– ¿Cuántos disparos realizó?
– Fueron disparos instintivos. Dos disparos.
– ¿Impactaron directamente con la víctima?
– Ni siquiera le puedo afirmar eso.
«Me encontraba bajo los efectos del alcohol, pero no por eso me estaba metiendo con alguien»
– Si usted, como dice, se supone que estaba con las facultades un poco mermadas, ¿cómo explica que los dos disparos fueron tan certeros que solo impactaron en el cuerpo de Younes?
– [Guarda silencio] Fueron disparos instintivos, así se llaman. Estaba echándome hacia atrás y él venía corriendo hacia mí.
Younes cayó fulminado al suelo, desangrándose, ante la impotencia de sus amigos con los que había acudido a tomar algo a la Cafetería El Muelle, mientras su mujer, Andrea, se ocupaba de asear a unos ancianos a los que cuidaba. En un informe de la Guardia Civil sobre el visionado de las cámaras de seguridad de varios locales del Puerto de Mazarrón, se recogen fotogramas con Carlos, empuñando la pistola, y después, huyendo hacia la playa del Rihuete.
– ¿Cómo es posible que huyese habiendo bebido y que un policía local joven no pudiese atraparlo?
– Cuando la policía se acercó a mí, no sabía si eran ellos o el grupo que venía a por mí [los amigos de Younes]. Les pregunté quiénes eran y cuando se identificaron como policías me tumbé en el suelo. El policía me quitó el arma.
Andrea, la viuda de Younes, ha contratado a los letrados Fermín Guerrero y Ana Belén Oñate García, para ejercer la acusación particular en una vista para la que todavía no hay fecha ni están redactados los escritos provisionales de las distintas acusaciones. El abogado Antonio Plaza, como representante de la acusación popular que ejerce la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes (ATIM), avanza que solicitarán para el exmilitar delitos de asesinato, con la agravante de motivos raciales, además de un delito de odio y otro de tenencia ilícita de armas.
Entre otros motivos, porque los agentes intervinieron un pequeño arsenal en el piso de Carlos: dos pistolas, un revólver, un rifle de caza, con mira telescópica, del calibre 300, cuatro machetes, alguno de los cuales tenía una hoja de 34 centímetros, munición a gogó… «Tenía permiso para armas largas, pero se está verificando si tenía licencia para las cortas», tal y como precisa el letrado de ATIM.
– ¿Cuál es el objetivo de su acusación popular?
– Antonio Plaza: La Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes se ha personado para hacer frente a este tipo de delitos que tienen naturaleza xenófoba y para concienciar a la sociedad de que estas conductas no se pueden repetir porque son reprochables desde el punto de vista penal, pero también desde una perspectiva moral, ética y social. Pediremos una vista por asesinato porque actuó con alevosía y se aseguró de cometer el delito con la absoluta indefensión de la víctima, disparando a quemarropa. Además, entendemos que los hechos también son constitutivos de un delito de odio.