El viaje a la ultraderecha de AfD que puede auparla como tercera fuerza política de Alemania

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ROSALÍA SÁNCHEZ. ABC.- Un gran revuelo alteró este martes la campaña electoral alemana, cuando el ministro de Cancillería, el cristianodemócrata Peter Altmeier, dijo que «es mejor no ir a votar que votar a AfD», en referencia al partido anti euro y anti extranjeros Alternativa para Alemania. Pero mientras la prensa germana y los analistas políticos escudriñaban los motivos que pueden llevar a un miembro del gobierno al punto de sugerir la no participación electoral, en la sede de Berlín de AfD ni siquiera se molestaban en dar una respuesta a esas declaraciones y centraban sus esfuerzos comunicativos en denunciar, nada más y nada menos que al gigante global Google, que según su jefe de campaña, Thor Kunkel, los «está boicoteando intencionadamente».

Se refiere a que el cartel electoral de AfD en el que aparecen en primer plano los traseros de tres señoritas en tanga bajo el lema «¿Burka? Nosotros preferimos bikini» no está teniendo en Google ni en Youtube la misma difusión que en Facebook y en Twitter.

«Este tipo de estrategias está en las antípodas de los inicios del partido, pero en la denuncia contra Bruselas, Afd sigue teniendo razón», dice su fundador, Bernd Lucke, el profesor de Macroeconomía de la Universidad de Hamburgo que dio a luz al «niño problema» de la política alemana el 14 de abril de 2013, en un congreso celebrado en Berlín y que cubrieron solamente siete periodistas.

Inicios modestos

 

En sus inicios, Afd estuvo formado por un grupo de profesores y funcionarios cercanos a las tesis monetarias del Bundesbank, a los que aterraban los rescates europeos a países de la periferia y un BCE dirigido desde 2011 por un italiano, Mario Draghi. Europa se les iba de las manos y defendían la inmediata salida de Alemania del euro.

Desde el principio hubo entre sus filas desencantados de la CDU, como Alexander Gauland o Erika Steinbach. Uno de cada diez militantes de AfD lo fue antes del partido de Merkel. Pero aquella formación de corte liberal, nacionalista pero que no tenía nada que ver con la extrema derecha, logró solamente un 4,7% de los votos en 2013 y quedó fuera del parlamento, en contraste con los éxitos parciales obtenidos en parlamentos regionales (ha logrado entrar en 13 de los 16) y en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, en las que obtuvo el 7% y siete eurodiputados.

En esos comicios ya habían tomado las riendas del partido personajes con un perfil muy diferente, como Beatrix von Storch, actualmente eurodiputada, duquesa de Oldenburg y nieta y heredera del conde Lutz von Schwerin-Krosigk, ministro de Finanzas de Hitler hasta la caída definitiva del Reich en 1945.

En un congreso celebrado el 4 de julio de 2015, el ala más derechista se hizo con el control del partido, que conserva la beligerancia contra Europa y que alcanzó además una proyección inimaginable hasta entonces gracias a tres factores.

El primero fue la inesperada avalancha de refugiados de ese verano, un millón de personas en apenas dos meses, una situación humanitaria ante la que Merkel hubo de tomar medidas críticas y que causó un momentáneo colapso del sistema de inmigración y asilo en Alemania. La Nochevieja de Colonia, en la que más de mil mujeres fueron agredidas sexualmente por refugiados con total impunidad, supuso un antes y un después.

El segundo factor fueron los ataques terroristas que comenzó a sufrir Europa y que llegaron a Alemania en 2016, in crescendo en intensidad hasta el mercado navideño de diciembre pasado. Y un tercer factor, menos evidente, fueron los contactos que la nueva presidenta del partido, Frauke Petry, comenzó a mantener en secreto con altos cargos de la administración rusa, en los que se sospecha que AfD ha obtenido asesoría y financiación.

Sin que el resto de la directiva del partido lo supiera, Petry se ha reunido en Moscú con el presidente de la Duma, Viacheslav Volódin, incluido en la lista negra de cargos rusos que tienen prohibido viajar a la UE, y con el líder del ultranacionalista Partido Liberal Democrático de Rusia, Vladímir Zhirinovski. Se supo en Alemania porque la web de la Duma colgó un comunicado con foto. Petry primero lo negó, después guardó silencio.

Con la misma agencia que Trump y el UKIP

Los contactos internacionales de AfD también se extienden al mundo anglosajón. Su campaña electoral se ha puesto en manos de Harris Media, la misma agencia que trabajó para Trump y el UKIP británico, que para empezar sugirió una candidatura bicéfala en la que, además del ex CDU Alexander Gauland, figura la homosexual Alice Weidel, en claro guiño a ese colectivo.

Desde el inicio de la campaña, la estrategia ha sido la provocación, buscando el voto antisistema y de protesta de todo tipo, coqueteos con la xenofobia y el Tercer Reich, que buscan el voto nostálgico y neonazi, y una decidida apuesta por las redes sociales, en las que se beneficia del populismo que las caracteriza. En su sede de Berlín hay una sala dedicada a la campaña en redes sociales abierta 24 horas al día, a la que todos se refieren como el «War Room». Con esta táctica se ha situado en las encuestas en el 11%, que de confirmarse en las urnas podría convertir a AfD en la tercera fuerza política.

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