El Periódico. – El terrorismo de inspiración yihadista está conociendo una nueva fase de expansión en el Sahel, y esa área africana se ha convertido en el mayor epicentro mundial de actividad terrorista, un fenómeno que en 2021 produjo en todo el planeta 2.193 atentados yihadistas, con un saldo de 9.603 víctimas mortales. Son algunas de las conclusiones que arroja el nuevo Anuario del Terrorismo Yihadista, presentado este jueves en Madrid por el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), rama de observación científica y estadística del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).
En ese epicentro de la actividad terrorista en el patrio trasero de Europa es cada vez mayor la presencia militar china y la presencia armada irregular de los mercenarios de la firma rusa Wagner, lo cual «complica la estabilidad en la región; cualquier compañía privada de seguridad de esas dimensiones en la zona es un problema», ha opinado el general Miguel Ángel Ballesteros, director del Departamento de Seguridad Nacional, uno de los intervinientes en la presentación.
Ballesteros ha desconectado la situación en Ucrania del avance irregular ruso en el Sahel, y ha explicado que las dos principales amenazas del yihadismo para España son los actores individuales, «terrorista aislado, muchas veces criado en España, que se radicaliza» y los retornados de las guerras de Siria e Irak a las que acudieron de voluntarios, y que «regresarán al punto del que salieron, o donde estén sus allegados».
Cuidado con las cárceles
Durante 2021 se produjeron cinco atentados con más de 100 víctimas, los llamados «de gran letalidad», destacando el cometido por la filial afgana del Daesh en el aeropuerto de Kabul con 170 muertos el 26 de agosto, el más grave golpe terrorista registrado durante el año.
«Europa ha vuelto a niveles prepandemia», ha afirmado el director del Observatorio, Carlos Igualada. Cinco atentados principales han jalonado el año en Europa, sin poderse contar como yihadistas, porque no lo confirma la investigación policial, el atropello perpetrado en una terraza de bar en Torrepacheco (Murcia, 17 de septiembre, dos muertos) ni el coche bomba contra el hospital de mujeres de Liverpool (Inglaterra, 14 de noviembre, un muerto).
Del estudio realizado por el OIET sobre los últimos cuatro años de actividad yihadista, con investigación de de la experta Marta Summers, se desprende que Francia es el país más golpeado de Europa, con la mitad de víctimas y atentados. El 91% de los atentados han sido cometidos por un solo individuo y por cuenta propia, y el 80% mediante apuñalamientos. Son los llamados «ataques low-cost». Por fortuna, un 70% de los atentados yihadistas se han saldado con una o ninguna víctima.
Como elemento para la preocupación del Ministerio del Interior, destaca en el estudio la conclusión de que uno de cada tres atentados yihadistas del periodo han tenido que ver con la prisión, o bien porque se cometieron en la cárcel, o bien porque el autor se radicalizó intramuros e intentó matar al salir.
El peligro del Sahel
«Ha llegado el fin de la hegemonía europea y occidental en la lucha contra el terrorismo en el Sahel», ha sentenciado la investigadora Summers precisamente en la semana en que Francia entrega al gobierno maliense las bases del norte de ese país africano desde las que combatía a Al Qaeda del Magreb Islámico y al Estado Islámico del Gran Sáhara.
Por primera vez se ha pasado la barrera de los 1.000 atentados. En 2021 fueron 1.029, con 4.183 muertos, lo que supone un incremento del 12% en la primera cifra y del 6% en la segunda. De esos ataques, 432 fueron perpetrados por JNIM (Jama’at Nasr al-Islam o Grupo de apoyo al Islam), la franquicia de Al Qaeda en el Sahel Occidental, donde ha desplazado en el liderazgo de asesinatos a la banda nigeriana Boko Haram.
Burkina Faso -país al que se extiende la acción formadora de la Guardia Civil en el proyecto GAR-SI Sahel- es el país más golpeado, con 317 atentados. El 69% de las víctimas de esos ataques han sido civiles. El resto, con grandes golpes a bases militares, han sido fuerzas gubernamentales que combatían al terrorismo y sus brazos delicuenciales y financieros en la zona.
El modelo de actuación del yihadismo en una zona de la que depende directamente la seguridad europea se basa «en lo aprendido en Siria e Irak, cuando llegaron a tener un estado con ocho millones de personas bajo su bota -ha explicado el director del Departamento de Seguridad Nacional-: movilizar a jóvenes para combatir sean o no yihadistas».