El presidente del club, señalado como impulsor del ataque, rehúsa dimitir
17/05/2018 El Mundo.- Tres días después de que varias decenas de hinchas irrumpiesen en la sede Academia del Sporting de Lisboa y proporcionaran una paliza a varios jugadores y al entrenador del equipo, Jorge Jesús, los múltiples escándalos que afectan al club -y el futuro de su presidente, Bruno de Carvalho- se han convertido en un asunto de Estado en Portugal.
Escandalizado por los hechos, el primer ministro luso ha anunciado nueva legislación contra la violencia en el ámbito deportivo, mientras que el presidente del Parlamento portugués ha señalado al presidente sportinguista como responsable espiritual del ataque contra los jugadores y pedido su dimisión.
Aunque De Carvalho ha rechazado las críticas en su contra y jurado resistir, a última hora de la tarde la dimisión en bloque de la Mesa de la Asamblea General del club hace cada vez más probable su salida del cargo.
El brutal asalto del grupo ultra Juventud Leonina a las instalaciones del club el martes ha provocado enorme indignación en el país vecino, donde el público se ha mostrado escandalizado por las imágenes de las secuelas de los jugadores, entre ellos el holandés Das Bost, que sufrió un corte en la frente.
Escándalo nacional
Muchos han responsabilizado a De Carvalho por el ataque, ya que el presidente sportinguista ha protagonizado una primavera de encontronazos con los futbolistas y el equipo técnico del club. En numerosas ocasiones ha utilizado las redes sociales para atacar a los deportistas y responsabilizarles por derrotas, fomentando la furia de los ultras más extremos. En abril intentó suspender a varios jugadores que censuraron su comportamiento en una carta pública, y esta semana amenazaba con suspender al entrenador Jorge Jesús, víctima de los ataques más violentos de los asaltantes. Curiosamente, ni de Carvalho, ni el resto de la dirección del club estaba en el edificio cuando tuvo lugar el incidente el martes.
En declaraciones a la prensa el primer ministro luso, António Costa, calificó el ataque de una «salvajería totalmente inaceptable» e insistió en la «necesidad de reforzar las medidas y avanzar hacia una autoridad nacional contrala violencia en el ámbito deportivo». Este jueves el Ejecutivo anunció que en la próxima sesión parlamentaria presentará legislación que refuerce las penas en este sentido y finalmente crea un organismo especializado para monitorear el asunto.
Desde la Asamblea de la República el presidente del Parlamento, Eduardo Ferro Rodrigues, socio del club desde 1968, ha ido más allá en no sólo condenar el asalto, sino relacionar al presidente sportinguista con lo acontecido. Afirmado que De Carvalho había colocado al Sporting «en la miseria», el político condenó el «odio, fanatismo y la corrupción dentro del futbol portugués» y declaró que «los actos terroristas no pueden quedar impunes», empezando con los dirigentes deportivos que muestran «un carácter perversamente autoritario y totalitario».
¿Dimisión inminente?
De Carvalho -que fue reelegido a un segundo mandato con el apoyo del 86% de los sportinguistas el pasado mes de marzo- mantiene que no tuvo nada que ver con el ataque y se muestra desafiante. Asegura que no dimitiría y que presentará querellas en contra del presidente del Parlamento y varios periodistas.
Sin embargo, en las últimas 48 horas numerosos miembros del equipo directivo del club se han amotinado, y muchos han optado por marcharse antes de seguir bajo el liderazgo de De Carvalho. El jueves la Mesa de la Asamblea, el Consejo Disciplinario y el Consejo Fiscal han dimitido en bloque, y esta tarde uno de los vicepresidentes de De Carvalho también ha anunciado que se va. A última hora de la tarde, Álvaro Sobrinho, el empresario que controla el 28% de las acciones del Sporting, ha declarado que ya no confía en el presidente, y exigido su salida por «haber provocado inmensos problemas y daños a la reputación del club».
Todos esperan que el presidente del club se marche antes de la final de la Copa de Portugal, que tendrá lugar este domingo, y en la que el Sporting se enfrenta al Vila das Aves. El presidente del Parlamento sugirió que se podría disputar a puerta cerrada para garantizar la seguridad de los jugadores, pero finalmente parece que no será así. Aunque el primer ministro ha confirmado su asistencia, de momento el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, evita hacerlo. Tal vez quiera garantizar un partido en paz, sin la presencia del polémico De Carvalho.