El Español/Omar Benaamari.- Las consignas racistas del presidente tunecino han provocado un clima tenso para los tunecinos negros y los migrantes subsaharianos.
«Siguen llegando hordas de inmigrantes ilegales del África subsahariana, con toda la violencia, delincuencia y prácticas inaceptables que ello conlleva». Estas no fueron las declaraciones de ningún partido de extrema derecha europeo, sino del presidente tunecino Kais Saied el pasado 23 de febrero.
Como era de esperar, tras esto se sucedieron las protestas en el país norteafricano y la situación infundió temor a los tunecinos negros y la población migrante subsahariana. Por redes sociales y en la calle, son cientos los individuos y organizaciones que acusaron al líder tunecino de promover teorías conspirativas, como la teoría del gran reemplazo, pero ‘a la tunecina’.
El presidente tunecino advirtió a la población que se estaba produciendo un complot “para transformar la composición demográfica de Túnez”, infiltrando lentamente a inmigrantes del África subsahariana en el país. «El objetivo no declarado de las sucesivas oleadas de inmigración ilegal es considerar a Túnez un país puramente africano que no tiene ninguna filiación con las naciones árabes e islámicas», afirmó.
Se han conocido muchos relatos de personas de piel más oscura en Túnez, incluidos migrantes con y sin visados válidos, estudiantes africanos y tunecinos negros, sobre malos tratos y miedo. Y también se han descrito detenciones por no llevar documentos de identidad, insultos, lanzamiento de piedras, desalojos y pérdidas de empleo.
La denuncia también ha llegado desde las organizaciones internacionales y otros gobiernos. La Unión Africana emitió un comunicado mostrando su preocupación a que se ponga en cuestión el estatus legal de los inmigrantes subsaharianos en el país. Y hasta algunas abanderadas del orgullo patriótico tunecino, como la tenista profesional Ons Jabeur, han realizado proclamas antirracistas.
Similarmente, pero no de manera tan contundente, Francia y Estados Unidos han respondido a la situación que se está produciendo en Túnez a través de comunicados y giros en sus políticas.
Algunos países africanos, como Costa de Marfil, Malí o Guinea anunciaron fondos y mecanismos para repatriar a sus ciudadanos mientras sus embajadas llevan a cabo el registro de los solicitantes que desean volver. En la mayoría de casos, a estos inmigrantes les está saliendo muy caro regresar, debido a las multas administrativas por su situación irregular en el país.
Según ha podido conocer la Agencia EFE, Costa de Marfil, con la mayor comunidad subsahariana en el país, ha movilizado su aerolínea nacional, Air Cote d’Ivoire, y tiene previsto repatriar a al menos 500 personas antes de este sábado.
Como respuesta a la denuncia por parte de la sociedad civil y la comunidad internacional a las declaraciones xenófobas, Saied se justificó diciendo que no era racista y que los inmigrantes que viven legalmente en Túnez no tenían nada que temer. También señaló que sus declaraciones previas eran para que la policía hiciera mejor su trabajo, pero repitió sin reservas la idea de la teoría del ‘gran reemplazo’.
Más de 21.000 inmigrantes
Las cifras citadas por el Foro Tunecino por los Derechos Económicos y Sociales (FTDES) estiman en 21.000 las personas migrantes de países del África subsahariana en Túnez, la mayoría en situación irregular. Lo que hace que, en teoría, la proporción de nacionales subsaharianos representaría menos del 0,2% de la población tunecina total, estimada en unos 12 millones de habitantes.
Durante el mes de febrero, esta oenegé, que sigue de cerca el fenómeno migratorio, denunció arrestos masivos como parte de una operación que busca «reforzar el tejido de seguridad y reducir el fenómeno de la residencia ilegal en Túnez».
El informe Losing hope: Why Tunisians are leading the surge in irregular migration to Europe de Global Initiative identifica un gran aumento de los flujos de inmigración irregular en Túnez entre 2020 y mediados de 2021. Una de las razones es que en la última década Túnez ha introducido la exención de visado para muchos países africanos. Otro de los factores, según el documento, es que los migrantes que quieren llegar a Europa optan por tomar la ruta desde Túnez, llegan al país y no se pueden permitir pagar el viaje ilegal a Italia.
Como sucede en otros países árabes y africanos, hay dos poblaciones negras diferenciadas: los que ya estaban y los que han llegado. Y como en el resto del mundo, la historia de los que ya estaban está relacionada con el tráfico de esclavos. Pese a que Túnez abolió la esclavitud en 1846 bajo el mandato de Ahmad I ibn Mustafá, las personas de piel negra han continuado siendo objeto de discriminación racial.
Como en otras naciones vecinas —Marruecos, Argelia o Libia—, se emplean términos vejatorios, en la gran parte de contextos, para referirse a la población negra. Se utilizan cotidianamente las palabras kahlouch (persona negra en árabe) o woussif (siervo-esclavo en árabe). En Marruecos se utilizan otras palabras con significados parecidos como aâzzi, draoui o hartani.
Las instituciones tunecinas han tratado de estar a la vanguardia del antirracismo en el continente. Fue el primer país árabe en abolir la esclavitud, algo que contrasta con otros países de su vecindario, como Mauritania, que vio el fin de esta práctica inhumana en 1981, siendo el último país de África y del mundo en hacerlo.
Y en 2018, Túnez se convirtió en el primer país árabe y el segundo africano —tras Sudáfrica— en aprobar una ley contra la discriminación racial. Pero esto no ha hecho que desaparezca por completo.
El racismo sí existe
Las protestas antirracistas han sido frecuentes. Y la opinión pública sostiene que existe racismo en la sociedad tunecina. De acuerdo con una encuesta comisionada a Arab Barometer de BBC News Arabic, alrededor del 80% de la población piensa que es un problema.
Las organizaciones a pie del cañón en la lucha antirracista en el país son la Association Mnemty y Voix des femmes tunisiennes noires. «Aunque tenemos impacto, no hemos conseguido aunar a todos los tunecinos negros bajo un movimiento nacional antirracista», explica Rouine Zied, coordinador general de este colectivo de activistas y asesor local de Minority Rights Group.
Comentando la situación de esta población en el país, Zied asegura que «no queda ninguna herencia material o inmaterial de los tunecinos negros; en la memoria colectiva sobre esta población siempre se representan como ciudadanos de segunda clase, relegados a trabajos de servidumbre».
Kais Saied lleva consolidando su poder desde que fue elegido en 2019. En julio de 2021 suspendió el parlamento de Túnez, declarando que gobernaría por decreto en un golpe que contó con un amplio apoyo público. Hasta este golpe ‘blando’, el país era percibido como el único ejemplo de transición democrática entre los países donde se trató de fomentar el cambio en 2011.