ISAAC SUÁREZ. MARCA.- ¡El equipo más racista del país!». Así se autoproclama el sector radical de la afición del Beitar de Jerusalén en uno de sus cánticos más ilustres. La Familia, denominación del grupo ultra del rival del Atlético, no sólo marca las directrices del club, sino que ha crecido como fuerza política en las calles después de que en la temporada 12-13 exhibiera todo su repertorio de odio. Tras unos años en horas bajas, el Beitar Jerusalen parecía que iba camino de reverdecer sus viejos laureles. Llegó a situarse cuarto en la Liga tras enlazar dos meses sin perder, siendo el portero y capitán, Ariel Harush, el ídolo de la grada en la que habitaba La Familia, con 3.000 miembros.
EL VIAJE A CHECHENIA
Sin embargo, todo empezó a torcerse después de que el dueño del club, el magnate Arcadi Gaydamak aceptara una invitación para ir a jugar a Chechenia en el afán de este país por abrirse al mundo. Si a la afición del Beitar ya no le gustó esa visita por tratarse de un país musulmán, peor sentaría los fichajes de Zaur Sadayev y de Dzhabrail Kadiyev.
La repulsa de la grada fue total desde que pisaron suelo israelí. De nada serviría que Ariel Harush pidiera que se apoyara a los dos nuevos. Sería el principio del fin para el portero, que pasó a ser tildado de traidor y obligado a enrolarse en el eterno rival, el Hapoel de Tel Aviv.
La temporada resultaría un calvario. Los dos chechenos serían abucheados constantemente e incluso un gol de Sadayev provocó que La Familia abandonara la grada. Su ascendencia sobre el resto de la afición se manifestaría en otro duelo en el que apenas 200 espectadores acudirían al Teddy Stadium. «Es el precio de la traición», se leía en una pancarta. «Sin vosotros no es lo mismo», tuiteó Ofir Kriaf, canterano que sería sancionado por los dirgentes pero que pasaría a ser el nuevo mesías de la grada. Así que tras evitar el descenso con un empate en una agónica última jornada ante el único equipo árabe de la Liga todo saltaría por los aires: Sadayev y Kadiyev volverían a Chechenia; Arcadi Gaydamak, al que ni siquiera le gustaba el fútbol, regalaría al club antes de entregarse a la Justicia francesa y cumplir tres años de cárcel por blanqueo de capitales; Itzik Korenfine sería despedido como presidente tras 18 años; Ofir Kriaf pasaría a ser el capitán más joven del club y la nueva Directiva anunciaría que jamás se ficharía a un árabe. La Familia había ganado, lo que provocó que un sector de aficionados renegaran de su racismo y fundaran el El Beitar Nordia Jerusalén.