El Papa: “El Mediterráneo no puede convertirse en un gran cementerio”

| 25 noviembre, 2014

PapaFranciscoPABLO ORDAZ. EL PAÍS.- En un discurso más largo y más denso de lo que acostumbra, el papa Francisco se ha dirigido a los eurodiputados reunidos en el parlamento de Estrasburgo para pedirles que “la envejecida Europa” deje de girar en torno a la economía, ponga en el centro de sus preocupaciones la dignidad del hombre y “redescubra su alma buena”. Jorge Mario Bergoglio, que fue recibido a su llegada por el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, advirtió a los eurodiputados “del desprestigio creciente” de unas instituciones que son percibidas por los ciudadanos como “distantes e incluso dañinas”.

“Desde muchas partes”, explicó el Papa, “se recibe una impresión general de cansancio y envejecimiento, de una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz. Por lo que los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza de atracción, en favor de los tecnicismos burocráticos de sus instituciones”. El Papa hizo un recorrido por los males que, a su juicio, aquejan a la vieja Europa, desde la soledad a la indiferencia hacia los inmigrantes. “Una de las enfermedades que veo más extendidas hoy en Europa”, se lamentó, “es la soledad, propia de quien no tiene lazo alguno. Se ve particularmente en los ancianos, a menudo abandonados a su destino, como también en los jóvenes sin puntos de referencia y de oportunidades para el futuro; se ve igualmente en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en busca de un futuro mejor”. Bergoglio, cuyo primer viaje fue precisamente a la isla italiana de Lampedusa, volvió a clamar en Estrasburgo por la tragedia repetida: “No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio. En las barcazas que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda. La ausencia de un apoyo recíproco dentro de la Unión Europea corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes, favoreciendo el trabajo esclavo y continuas tensiones sociales”.

Por todo ello, el papa Francisco dirigió a los eurodiputados “un mensaje de esperanza y aliento” para que afronten un momento decisivo: “Ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana, de los valores inalienables; la Europa que abrace con valentía su pasado, y mire con confianza su futuro para vivir plenamente y con esperanza su presente. Ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada y replegada sobre sí misma, para suscitar y promover una Europa protagonista, transmisora de ciencia, arte, música, valores humanos y también de fe. La Europa que contempla el cielo y persigue ideales; la Europa que mira, defiende y tutela al hombre; la Europa que camina sobre la tierra segura y firme, precioso punto de referencia para toda la humanidad”.

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