Una encuesta de CNN indica que más de una cuarta parte de los ciudadanos preguntados en siete países sostienen que los judíos poseen demasiada influencia en los negocios
JUAN CARLOS SANZ. EL PAÍS.- El auge de la extrema derecha en las urnas europeas viene acompañado de lemas y símbolos que recuerdan, y no solo a los ojos de los judíos, la atmósfera que reinaba en el continente en los años treinta del siglo pasado. A medida que transcurre el tiempo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto comienza a caer en el olvido de un distante pasado, advertían en primavera los autores del estudio anual sobre antisemitismo de la Universidad de Tel Aviv. Una encuesta elaborada en siete países de Europa para la cadena CNN acaba de venir a confirmar esta percepción. Una tercera parte de los europeos no sabe nada o apenas ha oído hablar del exterminio de más de seis millones de judíos por el régimen nazi. Yad Vashem, el centro de investigaciones y museo sobre el Holocausto de Jerusalén, ha alertado de la “persistencia en la civilización europea de actitudes antisemitas 75 años después” de la llamada solución final.
Estereotipos que parecían abandonados resurgen con el inquietante eco de la expansión del fascismo ocho décadas atrás. Más de una cuarta parte de los 7.000 ciudadanos encuestados por la consultora ComRes en Alemania, Francia, Reino Unido, Polonia, Austria, Hungría y Suecia sostienen que los judíos poseen demasiada influencia en el mundo de los negocios, y un 20% asegura que dominan la política y los medios de comunicación. Porcentajes similares sitúan al pueblo israelita detrás de la mayoría de las guerras y conflictos activos en este macrosondeo, elaborado antes del ataque contra la sinagoga de Pittsburgh en el que murieron 11 personas hace un mes.
El concepto de antisemitismo no está universalmente acuñado. La Alianza Internacional de Memoria del Holocausto, integrada por 31 países occidentales, entre ellos España, adoptó e 2016 la siguiente definición sin fuerza legal: “Es una determinada percepción de los judíos, que puede expresarse como odio hacia los judíos. Las manifestaciones verbales y físicas de antisemitismo están dirigidas hacia individuos judíos o no judíos y / o sus propiedades, y hacia instituciones y centros religiosos de la comunidad judía”.
La base de datos del Centro Moshe Kantor para el estudio del antisemitismo y el racismo contemporáneos, adscrito a la Universidad de Tel Aviv, destaca que en 2017 se produjo un descenso del 9% del número de incidentes violentos contra los judíos. En España, este observatorio solo registró dos casos de antisemitismo agresivo, frente a los 99 de Estados Unidos, los 55 de Reino Unido o los 36 de Alemania. “Pero esta reducción de los ataques se ve ensombrecida por un alza de otras manifestaciones antisemitas –como las que se producen en las redes sociales o en forma de acoso escolar–, muchas de las cuales no son siquiera denunciadas”, advertía el Centro Kantor.
La erosión de la vida pública de los judíos, que dejan de participar en reuniones tradicionales con sus símbolos para no verse socialmente señalados, es la principal consecuencia de este fenómeno, según el informe de la Universidad de Tel Aviv. “El uso peyorativo del término judío y sus derivados es inseparable de las percepciones antisemitas”, concluye.
En la encuesta encargada por CNN, que el canal informativo internacional prevé presentar en su integridad este viernes, se constata también que una tercera parte de los europeos considera que los judíos utilizan el recuerdo del Holocausto en el mundo en su propio beneficio. En contrapartida, un 40% de los consultados cree que los judíos están amenazados por la violencia racista en sus propios países y necesitan ser protegidos. Finalmente, un 28% sostiene que el auge del antisemitismo en Europa obedece fundamentalmente a la política y las acciones del Estado de Israel.
Benjamín Netanyahu manifestó a la CNN en la noche del martes que aunque en Europa “existe un viejo antisemitismo de la extrema derecha, también hay uno nuevo procedente de la extrema izquierda y de reductos islamistas radicales” en el continente. El primer ministro israelí alabó durante la entrevista con la cadena a líderes ultraconservadores europeos, como Viktor Orban, en Hungría, o el austriaco Sebastian Kurz por haber fundado centros de estudio y organizado conferencias sobre el Holocausto.
“El antisionismo y la oposición a las políticas de Israel constituyen la expresión más actual del antisemitismo”, argumentó el mandatario, que hoy encabeza el Gobierno más derechista en la historia de Israel. “Ahora suelen decir: ‘No estamos en contra de los judíos, sino solo contra el Estado de Israel”, aclaró.
En una entrevista con EL PAÍS, el escritor israelí Amos Oz, alineado con la izquierda pacifista, aventuraba esta otra definición: “¿Qué es el antisemitismo? Es complicado. No todo aquel que critica a Israel es un antisemita. Yo mismo lo hago. Si se critica lo que hacen los judíos, se puede tener razón o no, pero es algo legítimo. Pero si se critica a los judíos por ser quienes son, existe antisemitismo. ¿Dónde está la línea roja? No lo sé, pero existe”.
Un tercio de los europeos opina que los partidarios de Israel recurren a las acusaciones de antisemitismo para acallar las críticas al Estado judío. Una décima parte, sin embargo, niega que sea así. Hasta un 18% de los interrogados en el estudio patrocinado por CNN que ahora se publica ven el antisemitismo como una respuesta social ajustada al comportamiento cotidiano de los judíos en sus propios países.
“Los resultados de esta encuesta demuestran la necesidad de intensificar la educación y la toma de conciencia sobre el Holocausto”, terció el martes el centro y museo de Jerusalén especializado en la preservación de la memoria de las víctimas tras la publicación del avance de la investigación demoscópica. Frente al olvido, Yad Vashem llama a mantener viva la llama del conocimiento y reavivar las brasas del recuerdo.