Lanza/Belén Rodríguez.
Prado Galán, concejala de Unidas Podemos en el Ayuntamiento de Ciudad Real, se funde en un abrazo con su abogado Jorge Fernández a la salida de los juzgados, tras haberle puesto fin -eso espera- a una pesadilla que empezó en 2015, cuando saltó a la esfera pública como política y empezó a ser objeto de insultos de un hombre que siguió años después acosándola en redes sociales y en persona, no solo por su actividad política, sino por su físico y orientación sexual.
Galán se abraza con su abogado porque ha conseguido este jueves una de las primeras sentencias condenatorias en Ciudad Real por un delito de odio, recogidos en el artículo 510 del Código Penal tras la modificación de 2015 (justo cuando empezó su calvario).
Su ‘odiador’, E.M.E., ha sido condenado por la jueza del juzgado de lo Penal número 3 de Ciudad Real a seis meses de prisión, multa de seis meses con cuota diaria de seis euros, y a dos años de alejamiento en los que no podrá acercarse a menos de doscientos metros de Galán.
La sentencia, que se ha dictado in voce (en la vistilla oral del caso), ha contado con la conformidad del acusado, que ha reconocido todo y se ha comprometido a no repetirlo para no ingresar en prisión, además de a resarcir el daño moral con 750 euros y las costas del proceso. De esta manera E.M.E. elude una posible condena mayor (fiscalía y acusación pedían dos años y medio de prisión), y la denunciante pasar por la angustia del juicio.
«Ha sido un auténtico sinvivir»
“Esto ha sido un auténtico sinvivir, una cuestión de años. Yo a este hombre no lo conocía de nada, cuando en 2015 salté a la vida pública entendí que estaba más expuesta a las críticas”, relata la concejala. Asumió “como algo puntual” que esta persona la insultara a la salida de un local de ocio por su ideología. Pero la cosa fue a más, empezó a perseguirla y a increparla tanto en sus redes sociales, como en las de amigos y en persona.
“Había veces que salía de cualquier casa de amigos, de mis padres o de mi propia casa y él iba detrás de mí y me increpaba”, cuenta.
Se decidió a denunciar -en 2020- cuando el hostigamiento no solo era por su cargo o lo que decía como concejala de Unidas Podemos, “identifique elementos tenían que ver con el acoso, con que estaba lesionando mis derechos fundamentales porque se metía con mi orientación sexual y mi aspecto físico”.
«Lo que quiero es que no se vuelva a repetir»
“Ha sido muy duro”, insiste Galán ya con la sentencia ya en vigor, “yo lo que quiero es que no lo vuelva a repetir y lo hago público porque creo que estas situaciones hay que denunciarlas; que la justicia está para esto y para evitar que no lesionen nuestros derechos fundamentales ni por pensar como pensamos ni por ser como somos, ni por hacer lo que nos apetezca siempre y cuando respetemos a las demás”.
El acoso de esta persona ha hecho que Galán, que ya no va en las listas electorales de las próximas municipales, haya tenido que cambiar de hábitos. “En estos años he cambiado mi forma de vivir, dejé de ir a caminar por sitios de la ciudad a los que solía ir para no verlo, y modificar actividades de ocio y tiempo libre como salir a caminar por el campo o dejar de ir a ciertos bares o restaurantes porque él sabía dónde estaba y me daba miedo”.
Galán jamás se ha encarado con él, asegura, ha intentado evitar cualquier tipo de enfrentamiento que podría derivar en una situación de más peligro. De nada sirvió ni su actitud ni el intento de mediación de algunos amigos para que esta persona la dejara en paz, hasta la denuncia en el año 2020.
Pocas denuncias y menos condenas
La sentencia del juzgado de lo Penal número 3 es todo un hito en la persecución de los delitos de odio en Ciudad Real, “no suele haber muchas denuncias, no son procedimientos habituales, siempre son delitos difíciles de probar y poca gente da el paso a la denuncia”, apostilla su abogado Jorge Fernández.