Nadie habría imaginado que detrás de la biblioteca de una casa bonaerense se encontraba un pequeño museo del Tercer Reich conformado por varias decenas de objetos
HÉCTOR G. BARNÉS. EL CONFIDENCIAL.- Beccar es una localidad argentina de 50.000 habitantes que se encuentra a las afueras de Buenos Aires, a unos 25 kilómetros. En su día, albergó granjas, viveros y molinos para harina, y con el paso del tiempo se industrializó, centrándose especialmente en la fabricación de ladrillos. Sin embargo, durante mucho tiempo, la habitación oculta detrás de una estantería en uno de sus aparentemente inocentes edificios albergó un escalofriante secreto: el mayor tesoro de objetos nazis jamás encontrado en Argentina, que acaba de salir a la luz planteando nuevas preguntas.
Hasta 75 objetos han sido hallados en la casa de un coleccionista de esta localidad, informa ‘The Associated Press‘. Su autenticidad parece fuera de toda duda y muy probablemente perteneciesen en su día a oficiales nazis del más alto rango. Entre los objetos encontrados, hay diversas representaciones de Adolf Hitler (como varios bustos del Führer de considerable tamaño), medallas, tazas con esvásticas grabadas en ellas, una estatua del águila nazi, un reloj de arena y lo que parece una caja de armónicas (junto a otros juguetes). También objetos paleontológicos, como ámbar o animales momificados.
De entre todo ello, quizá lo más perturbador sea un llamativo instrumento médico guardado en una caja de madera. Su función era la de medir la cabeza de los pacientes: en la ciencia nazi, la craneometría (la disciplina que estudia las medidas del cráneo) ocupaba un lugar esencial, especialmente a partir de la distinción entre el ‘Homo europaeus’, el ‘Homo alpinus’ y el ‘Homo mediterraneus’ de Vacher de Lapouge que se encuentra en la base del racismo del Tercer Reich. Una imagen que evoca los terrores del doctor Josef Mengele, que precisamente se exilió en Argentina.
“Nuestras primeras investigaciones indican que son piezas originales”, ha señalado a la agencia la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich. La autenticidad se ha podido determinar por el hecho de que estos objetos estaban acompañados de viejas fotografías de nazis posando con ellos, quizá los mismos que terminaron vendiendo sus pertenencias. “Es la manera en la que los comercializaban, mostrando que habían sido utilizados por el Führer”, explica la ministra.
La lupa de Hitler
El objeto más esclarecedor es una lupa que muy probablemente perteneció a Adolf Hitler en persona: uno de los negativos encontrados muestra al dictador sosteniendo algo que muy probablemente sea esa misma lupa. “Hemos consultado con historiadores y nos han dicho que es la lupa original”, ha aclarado el director de la Policía Federal argentina, Néstor Roncaglia. No obstante, las autoridades no han querido difundir la foto para su publicación hasta no consultar a más expertos.
Se ha llegado al descubrimiento de este tesoro después de que la policía identificase una red de tráfico de obras de arte en los barrios del norte de Buenos Aires. En una operación conjunta con Interpol, la policía local descubrió estos objetos tras registrar el apartamento de uno de los coleccionistas. “No hay ningún precedente de un hallazgo semejante”, añade Roncaglia. “Las piezas encontradas suelen ser imitaciones o haber sido robadas. Pero estas son originales y debemos llegar hasta el fondo del asunto”.
Se refiere, sobre todo, a cómo llegaron todos estos objetos (cuantiosos en número y voluminosos en tamaño) a Argentina, uno de los países-destino predilectos por los exiliados nazis después de la Segunda Guerra Mundial. Muy probablemente, a través de uno o varios altos mandos, que a su vez los revenderían a coleccionistas, y probablemente relacionados con el mundo de la medicina, debido al instrumental médico encontrado. Como explicó Bullrich, “los objetos para medir cabezas eran parte de la lógica de la raza aria”. Las piezas de coleccionistas serán expuestas en el Museo del Holocausto.
Nazis en Argentina
La relación entre el país sudamericano y el nacionalsocialismo ha sido larga y estrecha. En un primer momento, por las simpatías por el régimen nazi desde Argentina durante la conocida como Década Infame (1930-1943), caracterizada por la sucesión de golpes militares y dictaduras. El 10 de abril de 1938, el estadio Luna Park de Buenos Aires se llenó para expresar el apoyo al Tercer Reich y celebrar la reciente anexión de Austria. Algunos datos recuerdan que miles de argentinos llegaron a estar afiliados al Partido Nacionalsocialista.
Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos nazis (alrededor de 300 criminales de guerra y miles de simpatizantes) buscaron refugio en el paísmeridional a través de Carlos Fuldner y la red Odessa (Organización de Antiguos Miembros de las SS). Entre los nazis refugiados se encontraban el científico Ronald Richter, Gerhard Bohne, responsable del programa de eutanasia del régimen nazi, Walter Kutschmann, jefe de la Gestapo, Erich Priebke, excapitán de las SS, o el comandante Josef Schwammberger. Los más famosos, no obstante, probablemente sean el ya mentado Mengele y Adolf Eichmann, responsable de la solución final y cuyo juicio fue la inspiración para ‘Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal’, de Hannah Arendt.
A lo largo de las últimas décadas, Argentina ha descubierto diversos refugios nazis o localizaciones destinadas a su ocultación y que han dado lugar a la teoría de la conspiración que apunta a un hipotético escape de Hitler a Argentina. Es el caso, por ejemplo, del hallazgo de un refugio en plena jungla, muy cerca de la frontera con Paraguay, en el que podían verse esvásticas pintadas en las paredes. Se trataba, como explicó el arqueólogo Daniel Schávelzon, de “un lugar inaccesible, fuera de la comunidad local y con unos materiales que no son los típicos de la arquitectura regional”.