CADENA SER.- El juicio por los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y Saint-Denis ha llegado a su fin tras 149 días de audiencias, que no han permitido, sin embargo, aclarar todas las cuestiones abiertas sobre los peores atentados vividos en Francia.
La sentencia ha declarado culpables a 19 de los 20 acusados de los delitos por los que estaban enjuiciados, a excepción de Farid Kharkhach. En concreto, a Salah Abdeslam, el único terrorista que sobrevivió tras los ataques, se le considera culpable de «pertenencia a una agrupación terrorista criminal», así como de «asesinatos en una banda organizada», y por ello se le impone una condena de cadena perpetua irreductible. Esta es la pena más alta prevista por el código penal, que minimiza al máximo cualquier posibilidad de liberación o tercer grado.
Además, el principal cómplice de los atentados, Mohamed Abrini, ha recibido la misma condena y pasará el resto de sus días en prisión.
La fiscalía había solicitado penas que van de los cinco años de prisión hasta la cadena perpetua contra los 19 acusados, seis de los cuales son juzgados pese a estar en paradero desconocido y presumiblemente muertos en Siria.
En casi diez meses de audiencias, nunca se había dado tanto tiempo de palabra a las víctimas, que han podido intervenir tanto al principio como al final del juicio. De las 2.500 víctimas constituidas como parte civil, principalmente supervivientes o familiares de los 130 fallecidos en París, han sido unas 400 las que han hablado en el juicio.
Sus testimonios han permitido ver el impacto de los ataques en sus vidas: más allá de las pérdidas personales, la culpabilidad del superviviente, las heridas y una perdida brutal de la forma de vida anterior a los atentados, se ha visto como una constante en estas personas.
La magnitud del juicio obligó a construir una sala separada en el Palacio de Justicia para acoger unas 500 personas, y se habilitaron además de salas anexas para acoger a víctimas, acusados, magistrados y periodistas.
Pero también ha habido quejas por parte de la acusación y las víctimas de que otros numerosos testigos e investigadores han quedado fuera de las audiencias por la obsesión del tribunal de ceñirse al máximo a la planificación, para evitar mayores retrasos que prolongaran el proceso más allá del verano. De entrada, los aislamientos a los acusados contagiados de COVID ya han supuesto que el juicio se haya alargado un año más respecto a lo previsto.
Salah Abdeslam, el único terrorista que sobrevivió
Sin duda, la sentencia más esperada ha sido la cadena perpetua para el francobelga Salah Abdeslam, el único superviviente de los comandos que causaron la muerte de 130 personas Saint Denis, en una explosión a las puertas del Estadio de Francia, y después en varias terrazas del centro de París, hasta acabar con la sala de conciertos Bataclan, donde se produjo la mayor matanza (90 muertos).
La actitud del terrorista, que pasó seis años en prisión en estricto silencio y evolucionó de mostrar una actitud chulesca en los juicios a llorar y pedir perdón a las víctimas, ha despertado también numerosas incógnitas. «Les pido perdón. Sé que el odio permanece, pero les pido hoy que me odien con moderación», dijo en una sesión con voz temblorosa.
Por primera vez, Abdeslam contó en el juicio que su misión era inmolarse en un bar del distrito 18 de París, pero que tras entrar en el lugar y ver a los clientes renunció a hacerlo «por humanidad». Pero la fiscalía no se fía de su versión y ante las contradicciones del acusado no han podido despejar la hipótesis de sí no llevó a cabo el ataque porque el cinturón de explosivos era defectuoso.Francia rinde homenaje a las víctimas mortales del atentado de la sala Bataclán en su sexto aniversario
Tampoco se ha podido aclarar el origen de las armas ni establecer si el Estado Islámico, detrás de los atentados, tenía también por objetivo golpear los aeropuertos de Amsterdam Schiphol y París Roissy.
La investigación ha demostrado que mientras los diez miembros del comando viajaron a París el 12 de noviembre, otros integrantes de la misma célula yihadista se quedaron en Bruselas. Algunos de ellos hicieron un viaje de ida y vuelta a Amsterdam el mismo 13 de noviembre.
En un ordenador recuperado en una papelera de Bruselas en marzo de 2016, la policía encontró una carpeta «13 de noviembre» que incluía otra llamada «Grupo Schiphol». También hay registros que indican que Abdeslam, sobre quien hay dudas acerca de por qué actuó solo cuando el resto de los terroristas atacaron en tríos, hizo una parada en el aeropuerto parisino de Roissy-Charles de Gaulle el mismo día de los atentados.
La acusación pidió contra el Abdeslam la pena más dura prevista en el derecho francés, una perpetua sin posibilidad de liberación, considerada desproporcionada por la defensa del terrorista, que consideran que permanece «fiel a la ideología» del Estado Islámico e «incapaz de mostrar remordimientos».
En su última alocución, el lunes pasado, Abdeslam trató de defenderse: «En este tribunal he reconocido que no soy perfecto, que he cometido errores. Pero no soy un asesino. Si me condenan por asesinato, cometen una injusticia», aseguró.
De igual modo, Osama Krayem y Sofien Ayari, han sido condenados a 30 años de prisión por haber brindado asistencia logística durante los atentados. Una sentencia similar a la de Mohamed Bakkali, condenado también a 30 años, acusado de haber participado en la búsqueda de armas y jugar un papel «clave» en la logística de los ataques. Se le acusó de haber alquilado escondites en Bruselas para albergar a los yihadistas y de haber llevado allí a algunos de ellos.
Oussama Atar, el cerebro de los ataques, ausente en este juicio, también ha recibido una cadena perpetua incomprensible. Ali El Haddad Asufi ha sido condenado a diez años de prisión, Muhammad Usman y Adel Haddadi a dieciocho años.
Los hermanos Clain, ausentes y dados por muertos en la zona iraquí-siria, también están condenados a cadena perpetua irreductible. Yassine Atar a ocho años, al igual que Mohamed Amri.