MARCO SUÁREZ SIPMANN. ECODIARIO.- Arranca en Países Bajos la campaña para las elecciones legislativas del 15 de marzo. Comienza con estos comicios la complicada agenda electoral de 2017 marcada por el auge de populismos nacionalistas, xenófobos y antiinmigración en una Unión Europea debilitada.
El islamófobo Geert Wilders, del Partido por la Libertad (PVV), encabeza los sondeos. Su victoria daría alas a la ultraderecha y el populismo en Francia y Alemania. El líder del PVV ha anunciado que si gana reintroducirá los controles fronterizos y cerrará todas las mezquitas de los Países Bajos. Sostiene que la religión musulmana es más peligrosa que el nazismo.
Llevado ante la justicia por sus ideas islamófobas ha salido más o menos airoso. En diciembre el tribunal que le juzgaba por unas declaraciones en 2014 contra los marroquíes le declaró culpable de incitar a la discriminación, pero no al odio. De esta forma, consideró suficiente que «el condenado sepa que no debería» hacer ese tipo de declaraciones.
El ascenso de Wilders se debe principalmente a que ha sabido explotar el aumento de la inmigración, que es la gran preocupación del electorado holandés. Combina esta cuestión con su reivindicación de soberanía, instrumentaliza la transferencia de poder a la UE acusando a Bruselas de los problemas de los Países Bajos y quiere celebrar un referéndum para sacar a los Países Bajos del bloque, siguiendo los pasos de Reino Unido. Su fórmula es de sobra conocida: «Los Países Bajos primero».
Sin mayoría parlamentaria
Según las encuestas, el PVV obtendría el 18,2% de los votos (casi el doble que en 2012) y entre 25 y 31 escaños. Aunque gane, no superará el 20% de los 150 diputados que tiene el Parlamento holandés. Si bien todos se niegan a pactar con él, Wilders pronostica que aceptará colaborar si logra más de 30 escaños.
El apoyo a Wilders aumentó durante la crisis de los refugiados de 2015, y bajó ligeramente a principios de 2016, para remontar precisamente cuando fue a juicio por insultar a los marroquíes.
En segunda posición se sitúan los liberales del actual primer ministro, Mark Rutte, con el 15,8% de los votos y entre 22 y 26 escaños. Rutte, que entre 2010 y 2012 lideró un Gobierno de coalición con los democristianos y el apoyo externo de Wilders, ha dicho que en esta ocasión no pactará con el PVV. El problema es que el premier está adoptando la retórica populista.
Los grandes derrotados de las elecciones del 15 de marzo serán los actuales socios de coalición, los socialdemócratas. El partido del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem se desploma hasta el 8,1% y sólo tendrá entre 11 y 15 escaños, lo que es un ejemplo más de la crisis de la socialdemocracia en Europa.
La fragmentación del sistema político hace muy improbable que Wilders llegue a convertirse en primer ministro. Cosa que por otra parte, no parece desear, ya que ejercer el poder erosionaría sus credenciales como político antisistema, como ya ocurrió cuando apoyó al Gobierno entre 2010 y 2012.