El director del centro de estudios se desmarca de las arengas del secesionismo catalán, que ha llegado a planear una marcha por los derechos civiles a semejanza de la de King en 1963
14/09/2018 El Confidencial.- Con tono grave, aferrado al púlpito, Quim Torra le dijo al mundo que Cataluña estaba a punto de tomar el testigo de Martin Luther King en su lucha contra la opresión, que su causa era tan justa como la de los afroamericanos en los Estados Unidos de la década de los cincuenta y sesenta. «Esta es la propuesta que hago al pueblo de Cataluña: o libertad o libertad. Y amparado en el mandato del 1 de octubre y tomando como ejemplo luchas como la de Luther King, propongo una marcha por los derechos civiles, sociales y nacionales de Cataluña», espetó días atrás en el Teatro Nacional de Cataluña, en el discurso que debía trazar las líneas maestras del independentismo en los próximos meses. El auditorio, entregado a la épica y el romanticismo, prorrumpió en un intenso aplauso. Una gran marcha por la libertad que asombraría al mundo, una idea fantástica. No era la primera vez que Torra hacía ondear la bandera de Martin Luther King en favor de su causa.
A 9.600 kilómetros de Barcelona, en el Instituto de Educación e Investigación Martin Luther King Jr. de la Univeridad de Stanford (California), la ocurrencia de utilizar al héroe de la lucha pacífica contra el racismo en favor de la independencia de Cataluña no ha sentado demasiado bien. Así lo confirma el director del instituto, el doctor Clayborne Carson. «No es justo que usen su figura. Luther King trataba de liberar a los afroamericanos de un sistema opresor, y no veo que formar parte de España sea una opresión. Para empezar, nadie impide a los secesionistas ejercer sus derechos humanos fundamentales, ni veo en general que sean oprimidos como grupo, así que uno y otro movimiento no son comparables. Es ir demasiado lejos».
No es justo que usen su figura. No veo que formar parte de España sea una opresión ni que nadie les impida ejercer sus derechos
Y prosigue: «No se puede obviar que existe una motivación económica en el movimiento de independencia de Cataluña. Se trata de una región rica que si se separase de España generaría un perjuicio a otros grupos sociales. Así que aprecio que la gente [en Cataluña] abogue por la resistencia no violenta, pero eso por sí mismo no es seguir el camino de King, porque lo que están haciendo en realidad es negar a otra gente los derechos que reclaman para sí».
Tampoco comparte Carson la analogía entre independencia y libertad en el caso concreto de Cataluña. «No tengo todos los detalles, pero no creo que separar una región rica de un país sea comparable a defender los derechos humanos. Si cada persona en el mundo tuviera el derecho a organizar un movimiento secesionista, habría 10.000 países en el mundo. ¿Y eso haría de este un mundo mejor? Yo creo que no. Luther King trataba de construir un mundo que nos uniese a todos, no uno que nos separase y levantase muros. Él trabajaba por un mundo que superase sus diferencias, no por uno que sucumbiera a ellas. Puedo entender el derecho general de la gente a formar su nación, pero deben ser conscientes de que, si lo hacen por motivos culturales o étnicos, crearán en su país una minoría de personas que se sentirán agraviadas y desposeídas de sus derechos, y que en última instancia quizá deberán abandonar su tierra. Esto ya ocurrió en el proceso de separación de India y Pakistán hace 70 años. Los musulmanes tuvieron que abandonar India y los hindúes, salir de Pakistán. Y fue una tragedia».
Independizarse por motivos culturales o étnicos crea minorías de personas agraviadas y desposeídas de sus derechos
Clayborne Carson es historiador, activista por los derechos de las minorías y uno de los mayores expertos en la trayectoria vital de King y los movimientos sociales que han inspirado su lucha. De hecho, la misión del instituto que dirige es poner en valor el legado del célebre pastor baptista. Carson reconoce a este diario que «es habitual» que un grupo social en algún lugar del mundo enarbole en su favor la bandera de la lucha contra la segregación y el famoso «I have a dream» pronunciado por King en Washington el 28 de agosto de 1963, en esa marcha histórica que Quim Torra quiere replicar en Barcelona. «¿Cómo no va a querer alguien hacer suya una causa tan exitosa?», se pregunta el director del instituto.
Lo que no es tan habitual es que el Gobierno regional de un país occidental se aferre a su figura para pedir libertad y derechos civiles. «Suena raro que un Gobierno, que por definición tiene el monopolio de la violencia, reclame las tácticas de no violencia de Luther King o Gandhi. Que un Gobierno, que en otras circunstancias no dudaría en emplear la violencia en su favor para reprimir una manifestación, se erija, porque le conviene, en símbolo de la no violencia para justificar sus acciones solo puede ser calificado de hipócrita».
Igual que los antiabortistas
En esa línea, y yendo todavía más al detalle, tampoco está habituado Carson a que un líder como Quim Torra, considerado por amplios sectores como xenófobo y ultraconservador, se arrogue los valores de progreso social, justicia y solidaridad que representa Luther King. Lo más parecido que recuerda Carson es la campaña de los antiabortistas en Estados Unidos. «Usaron la desobediencia civil para cerrar las clínicas donde se practican abortos. Los activistas hicieron sentadas para que los médicos y las mujeres que lo necesitaban no pudieran entrar. Decían que sus tácticas eran las mismas que las de Luther King, que defendían la vida y su causa era justa, pero al mismo tiempo negaban a las mujeres pobres el derecho a abortar. Incluso en los años post-segregación algunos se sentaban frente a los restaurantes para impedir el acceso a los negros. Por eso digo que el hecho de desobedecer y abogar por la no violencia no convierte automáticamente tu causa en justa si con ella estás negando a otros el ejercicio de sus derechos».
Carson considera que Estados Unidos no actuaría de un modo muy distinto al de España si una de sus regiones más ricas optase por la independencia unilateral. Y pone como ejemplo California, un estado rico con un importante movimiento secesionista. «Si ahora California se separase de Estados Unidos, recibiría muchos apoyos, pero también generaría una resistencia muy fuerte, y eso probablemente nos llevaría a una guerra civil. Puedo entender los dos lados de la ecuación y suelo sentir simpatía por los movimientos de liberación, pero la actual tendencia mundial hacia el secesionismo es muy peligrosa. Si ahora hiciésemos una votación en Estados Unidos, muchos querrían construir un nuevo país para ellos, sobre todo el hombre blanco de clase media, que se siente amenazado. Pero la idea misma de los Estados Unidos se basa en el compromiso [de unidad] de una serie de estados con altos niveles de autogobierno, y creo que ese compromiso es el que espera mucha gente en España con respecto a Cataluña”.