Josep Bou, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, lleva cuatro años padeciendo un continuo boicot comercial. Días atrás, pintaron una diana en casa de su directora general
DAVID BRUNAT. EL CONFIDENCIAL.- María Moya vio la diana pintada en la pared desde la ventana de su cocina. Eran algo más de las siete de la mañana y se quedó «de piedra». «Vaya, alguien sabe dónde vivo», pensó. Dentro de la diana, tres letras escritas: BOU. Las letras del apellido de su jefe, Josep Bou, propietario de la cadena de panaderías Jaime Bou SA y portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Barcelona.
Más que asustarse, Moya se extrañó de la amenaza. Como directora general de la empresa, está acostumbrada a ver cómo insultan y acosan a su jefe, habituada a que la llamen desde alguna panadería para avisarle de que han amanecido con lazos amarillos pintados en las cristaleras, pero esta era la primera vez que ella estaba en el disparadero. «Aparezco en muchas fotos comerciales con Josep Bou, en anuncios de prensa, recibiendo premios… Supongo que alguien en el barrio sabe quién soy y dónde vivo, por aquí tenemos unos cuantos chavales de Arran. Mi familia me dice que vaya con cuidado, pero yo prefiero no darle importancia”, explica.
Soy la Director General de la empresa propiedad de Josep Bou y la “gent de Pau” me ha dejado este mensaje en mi domicilio particular!! Totalitarismo cada vez más insoportable
Según la policía, el caso de Moya no es excepcional. Los sectores más radicales del independentismo llevan un tiempo amedrentando a personas anónimas, alejadas de la primera línea política. Ahora ya no es solo la pintura en la persiana del negocio familiar de Albert Rivera. Cualquier directivo de empresa que haya expresado su disconformidad con el ‘procés’ también puede ser objetivo de grafitis amenazantes en su hogar. Una deriva inquietante que enrarece más aún el ambiente social en Cataluña.
Un negocio roto por el boicot
La diana en la pared frente al portal de María Moya es el último episodio en la operación de acoso y derribo que está sufriendo Josep Bou desde que en 2015 tomó las riendas de Empresaris de Catalunya, una asociación de profesionales contrarios al soberanismo. Ocupó la presidencia hasta diciembre de 2018, cuando se postuló a la alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona bajo las siglas del Partido Popular. Ese arrojo político pronto se convirtió en un torpedo financiero para Jaime Bou SA, una empresa panadera fundada en 1985 a raíz de la experiencia artesana del padre del concejal, que emprendió el negocio en 1957. Bou cuenta hoy con 12 panaderías en distintos puntos de la provincia de Barcelona y 80 empleados fijos.
Bou tiene 12 panaderías en la provincia de Barcelona y 80 empleados. Algunas tiendas han perdido un 50% de ventas
«Desde que Josep entró en Empresaris de Catalunya, hemos venido sufriendo un boicot continuo y las ventas se han desplomado. La situación tocó fondo en el otoño de 2017, fue un año durísimo. Ahora parecía que nos estábamos recuperando un poco con el retorno del turismo y una especie de calma social. Hay panaderías en las que hemos perdido un 50% del negocio, en prácticamente todas nos hemos resentido. Aguantamos todo lo que podemos, no tenemos en mente cerrar ninguna, pero llegará un punto en que algunas panaderías serán insostenibles», se lamenta Moya.
Josep Bou todavía anda aturdido por los insultos, gritos y escupitajos a los que fue sometido el lunes a su llegada a la entrega de premios de la Fundación Princesa de Girona. Manifestantes independentistas lo recibieron al grito de «fascista» y «provocador» y trataron de impedir su entrada en el Palacio de Congresos de Barcelona. La diana frente al hogar de su directora general es la gota que colma el vaso de una semana demencial.
«No pasa un día sin que alguien entre en una de nuestras panaderías y le suelte a una dependienta ‘¡tu jefe es un fascista!’. Es intolerable lo que tienen que aguantar nuestros empleados. Por suerte son personas fuertes que me conocen y me apoyan. Hemos perdido un 32% de las ventas desde que comenzó el boicot independentista y he tenido que poner un millón de euros de mi bolsillo [a través de su otra sociedad, la promotora inmobiliaria Bahía Franc] para pagar salarios. Voy a seguir defendiendo mis principios cueste lo que cueste, aunque pierda mi patrimonio, mi bienestar personal y hasta mi vida», advierte el empresario y concejal.
Las cuentas de Jaime Bou SA en el Registro Mercantil son preocupantes. La sociedad cerró 2017 con 149.926 euros de pérdidas. El ejercicio 2018 cerró algo mejor, con ‘solo’ un negativo de 71.093 euros. Antes del inicio del boicot, la sociedad gozaba de buena salud, auspiciada en buena parte por la calidad de sus panes, que se elaboran en un obrador propio. Las panaderías Bou forman parte de la Ruta del Buen Pan, el listado de las 80 mejores panaderías de España, y acumulan varios galardones en su sector. Un signo de calidad incapaz de evitar que la empresa se asome a la bancarrota por la actividad política de su propietario.
En los barrios donde se asientan las 12 panaderías, casi todo el mundo sabe que el dueño es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Barcelona. Y si alguien no lo sabe, ya se encargan de recordarlo periódicamente los lazos amarillos pintados en las cristaleras. Muchos vecinos han dejado de comprar allí el pan por motivos ideológicos. Otros, para que ningún vecino les vea comprar en casa del ‘botifler’. Los empleados aguantan con resignación los reproches de gente anónima, muchos de ellos simples adolescentes, y la pérdida de la clientela, que ya no cae como antes pero tampoco se recupera. Según Moya, «ningún empleado ha dejado la empresa por motivos ideológicos» ni tampoco Bou, obstinado en su lucha, ha querido despedir a nadie aún debido a las estrecheces.
“Ya estamos acostumbrados a que nos señalen”, resopla la directora general. “Si he denunciado la pintada que me han hecho en casa no es por miedo, sino para que la gente vea lo que está pasando en Cataluña. Los independentistas dicen que en Barcelona no pasa nada, que es una ciudad encantadora y que somos unos exagerados, y no señores, hay que estar aquí para verlo».
A este respecto, Bou narra, todavía asombrado, lo que experimentó en su llegada al acto de la familia real, cuando decenas de manifestantes, algunos adolescentes de 15 años, le cortaron el paso, arengados por el también concejal en el ayuntamiento de Barcelona Ernest Maragall (ERC). “Me sorprendieron los ojos de la gente que insultaba, sus miradas, las frases que me soltaban personas que no me conocen de nada y que me odian profundamente», rememora el portavoz municipal del PP. «No lo puedo entender, es terrible ese odio del separatismo que lo carcome todo. Es impensable lo que vi el lunes, gente que parece tan normal y que de repente te grita y te insulta llena de bilis. Lo que ha hecho el nacionalismo es terrible». Pese al infierno personal que está padeciendo a sus 64 años, asegura que no piensa darles el gusto a sus adversarios de renunciar a la política.