El imam de Fuenlabrada: «El mensaje en mezquitas está en manos de gente que no es imam»

, | 23 agosto, 2017

Que el imam de Ripoll fuera el cabecilla de la célula terrorista que cometió los atentados en Barcelona y Cambrils ha puesto la atención en los religiosos que dirigen las oraciones en las mezquitas. Su realidad la conoce muy bien Mohamed Said Alilech, imam de Fuenlabrada, que ya en 2008 hizo un análisis que denunciaba un gran descontrol y el «vacío legal» de estas figuras, a pesar de que su papel como guías es clave en la prevención y, en muchas ocasiones, un filtro esencial para detectar un proceso de radicalización. «El mensaje religioso está en manos de gente que no conocemos» y de imames sin formación ni titulación. Y se pregunta: ¿si a una iglesia no puede ir cualquiera a decir misa, por qué en una mezquita sí?

«El Estado está totalmente ausente. No hace lo que tiene que hacer. Lo hemos alertado hace años y nada. Hemos exigido la implantación de un certificado de cualificación de imam porque cualquier persona no puede ejercer de imam», explica el también presidente de la Asociación Jóvenes Musulmanes de España.

La realidad que explica Alilech describe una situación en la que gente como el imam de Ripoll, sin los conocimientos necesarios, puede ejercer de guía por el simple hecho de ofrecerse o ser «barato», porque no hay dinero para pagar a un profesional. «Las mezquitas reciben sólo donaciones de la comunidad y de empresarios. Esas ayudas económicas condicionan el trabajo del imam porque dirá lo que le gusta a la comunidad o a quien le financie. Si es de una corriente determinada va a imponer esa ideología», denuncia. En cambio, un certificado ayudará a saber «su escuela o profesores».

«Si las mezquitas estuviesen lideradas por gente cualificada y que hablara español habría un trabajo pedagógico» y se podría ayudar a los jóvenes para prevenir procesos de radicalización como el de Ripoll.

Pone su ejemplo. Ha lidiado con «dudas» de jóvenes en su municipio, que «han visto cosas en internet» y estaban «confusos». El imam es un filtro esencial. «Hay muchos imames que no pueden dar respuesta a esas preguntas. Algo que confirma las teorías de esos jóvenes. Los otros utilizan retórica religiosa bien definida. No traen cosas de la Biblia, sino del Corán y de nuestro patrimonio jurídico. No se inventan cosas, las manipulan». Por eso, la respuesta tiene que ser con «argumentos» y «contexto». Para mostrar dónde están «las manipulaciones y las falsedades». Por eso es esencial que los imames hablen español. El nivel de árabe de algunos jóvenes es «nefasto». Sin eso, acuden a internet donde están «promocionados» los textos radicales. Y empieza el peligro.

«Las medidas de seguridad son importantes pero no solucionan», por eso, urge a que el Gobierno haga un plan de prevención diseñado con la opinión de la comunidad musulmana. Por ejemplo, con imames cualificados en las cárceles, un espacio crítico donde muchas veces se generan nuevos fanáticos.

El proceso de radicalización puede ser exprés. «En un momento de frustración puedes comer el coco a una persona en cuestión de horas. Depende del perfil, y esta gente -subraya- sabe seleccionar». Y señala que eso no se da en las mezquitas, sino en otros ámbitos. «¿Quieren controlar las mezquitas? mejor para nosotros», dice.

Hoy, reflexiona, «hay más conciencia» entre los musulmanes para alertar. «Cuando vemos una señal somos los primeros en actuar. Cuando hay un riesgo inminente la denuncia es el camino. No nos va a temblar la mano ni vamos a dudar».

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