El horror racista de los Juegos Antropológicos de San Luis 1904

, | 2 junio, 2020

La Exposición Universal de 1904 celebró varios eventos, incluidos los ‘Juegos Antropológicos’, competencias deportivas reservadas para «razas primitivas», según los organizadores

EDUARDO LÓPEZ. DIARIO AS.- El asesinato de George Floyd a manos del policía blanco Derek Chauvin en Minneapolis el pasado 25 de marzo es el chispazo, uno más, uno de los tantos, que encendió el polvorín de la perpetua tensión racial sobre el que está cimentado Estados Unidos como nación. El racismo está profundamente implantado en la macroestructura social de la ‘Unión Americana’ y ha acompañado la evolución del país, en todas sus aristas, desde su emancipación colonial hasta su conversión en la máxima potencia global. El deporte, evidentemente, no es la excepción. Nunca lo es. Ejemplos bastan para ilustrar que, a pesar de la paulatina mutación de las sociedades segregacionistas y conservadoras del Siglo XIX al integracionismo y la tolerancia que asoma en nuestros días, el racismo permanece como un virus epidémico, inmune a las nuevas dinámicas sociales. Desde las tempranas prohibiciones para reclutar a afrodescendientes en el béisbol y el fútbol americano, las ligas clandestinas, Jackie Robinson, Muhammad Ali, Willie O’Ree, los Harlem Globetrotters; Tommie Smith, John Carlos y el saludo del Black Power, hasta los vetos de Craig Hodges y Colin Kaepernick en la NBA y NFL, respectivamente.

El fango salpica a toda competencia deportiva celebrada en Estados Unidos; incluidos están, por supuesto, los Juegos Olímpicos. Los de 1904 son especialmente inefables. La tercera edición de la cita deportiva se trasladó a San Luis, Missouri, en el marco de la Exposición Universal de aquel año. Las Exposiciones Universales eran ferias internacionales enfocadas en la tecnología y las artes. Durante la segunda mitad del Siglo XIX, dichos eventos se convirtieron en el primer escaparate de los grandes avances científicos y tecnológicos de la época. Las Exposiciones también servían como escenarios para enaltecer el orgullo nacional y reforzar el constructo de los estados-nación, en apogeo en la era de la colonialización y expansión territorial de las potencias emergentes. El Dr. Fabrice Delsahut, maestro de conferencias en La Sorbona de París e investigador de la Universidad Claude Bernard de Lyon, describe en su artículo ‘Los Juegos Antropológicos de San Luis’ que el objetivo de la Exposición Universal de 1904 era exhibir las conquistas sociales y geográficas de la ‘Unión Americana’ y cómo tal expansión a territorios inhóspitos (la Exposición celebraba 100 años de la anexión de Luisiana a EEUU) había contribuido a la formación de un nuevo ‘ciudadano modelo’: «Los Estados Unidos extendieron su soberania desde el Caribe hasta el Pacífico, pensando que era su «destino manifesto» controlar el continente de un océano hasta el otro (…) Las manifestaciones intentaban ordenar el mundo y sus poblaciones definiendo cuáles eran superiores y cuáles no eran civilzadas».

La Exposición duró cuatro meses, durante los cuales se incrustraron diversas actividades artísticas, culturales, tecnológicas y deportivas, incluidos los Juegos Olímpicos. En paralelo, los organizadores de la Exposición instauraron los ‘Juegos Antropológicos’ (Anthropological Athletic Meetuna suerte de competencias de resistencia física reservadas para ‘grupos primitivos’. Forzados a competir para ‘comprobar’ la superioridad física de la raza blanca sufrieron el escarnio personas de varios pueblos originarios de Norteamérica (Crow, Sioux, Pawnee, Navajo, Chippewa), afrodescendientes, pigmeos, zulus, etcétera. Un festival racista. Un espacio de jerarquización racial que exaltaba y celebraba las desigualdades, para goce del público y organizadores, y acentuaba la hegemonía entre conquistados y conquistadores. «El deporte como producto cultural de las naciones dominantes, se volvió un instrumento de socialización diferenciada de primera importancia y contribuyó, sin saberlo, a completar el proceso de la hominización», explica Delsahut.

«Zoológicos humanos»

La idea de tal esperpento proviene, según Fernando Arrechea, Doctor en Ciencias del Deporte e historiador del olimpismo, de los ‘zoológicos humanos’: exhibiciones antropo-zoológicas, comúnes en Europa y Estados Unidos en aquel entonces, que mostraban a nativos americanos, esquimales, tribus africanas, etcétera, como atracciones museísticas; vivían confinados tras un aparador, como animales en zoológicos, como una macabra exposición colonialista que mostraba al público de la metrópoli ‘civilizada’ los vestigios de los pueblos conquistados. «La Expo de San Luis estuvo llena de exhibiciones así y de ahí surgió la idea de hacer este horror racista de los Días Antropológicos», diserta Arrechea consultado por AS. Delsahut aporta el racional que llevó a los encargados de la Exposición a incurrir en tamaño adefesio. John E. Sullivan, secretario de la Unión de los Atletas Aficionados, consideró que tales competencias comprobarían las «limitaciones» de las capacidades atléticas de los «salvajes» y, por ende, justificarían su exclusión del movimiento olímpico y «preservarían la integridad de los Juegos». Sullivan estaba convencido de que con semejante afrenta a la dignidad humana había salvado al olimpismo.

Los Juegos Antropológicos duraron solo dos días, según la cronología que hace Delsahut: 12 y 13 de agosto de 1904. Su documentación demuestra que la prueba de las 100 yardas la ganó un ‘indio americanizado’ que llevaba por nombre George Ments. Los ganadores de las competencias no se hicieron acreedores a medallas, como sí ocurrió en los paralelos Juegos Olímpicos (San Luis 1904 fue la primera ocasión en la que se entregaron las preseas de oro, plata y bronce); en cambio, los organizadores ‘premiaron’ a ‘los salvajes’ con una bandera de los Estados Unidos. En medio de la psicosis, un halo de luz: George Coleman Poage, proveniente del Milwaukee Athletic Club y representante de la delegación estadounidense, ganó dos medallas de bronce en los 200 y 400 metros con vallas, hito que lo convirtió en el primer atleta afrodescendiente en alcanzar el podio en los Juegos Olímpicos de la era moderna.

San Luis 1904 es una página negra en la historia del olimpismo. Pierre de Coubertin, rescata Arrechea, no viajó a los Juegos y su primera reacción fue equidistante: «Realizó comentarios paternalistas sobre lo sucedido: Estados Unidos es un país joven». Tiempo después, el Barón, primer presidente del Comité Olímpico Internacional, endureció su discurso y llamó a los Anthropology Days «una mascarada ultrajante». Arrechea asegura que San Luis 1904 casi supone la ruina del COI y puso en predicamento el proyecto de Coubertin. Para Delsahut, los Juegos frenaron el acceso abierto de las minorías al olimpismo, rezago que aún era notorio en la década de los 60 (flash forward al Black Power de Smith y Carlos en el Estado Olímpico Universitario de la Ciudad de México). Hoy en día, el COI consagra en la Carta Olímpica la no-discriminación, pero el racismo institucionalizado suele asomar para retroceder el reloj a 1904.

HISTÓRICO

Enlaces internacionales