Levante_EMV.- Grupos de ultraderecha rinden tributo a Lúburic en el cementerio, convertido en un lugar de peregrinación de movimientos fascistas.
En su respuesta, el Gobierno se limita a contestar que la ley «establece medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura» y contempla «tomar medidas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura».
También recuerda a ERC que la ley dispone que se considerarán actos contrarios a la memoria democrática «la realización de actos efectuados en público que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares, y supongan exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra o de la dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial, sin perjuicio de derecho de reunión pacífica y sin armas». Y a tal efecto, subraya que si en la celebración de un acto público «de esa naturaleza se advirtieran hechos que pudieran ser constitutivos de delito, las autoridades competentes pondrán los mismos en conocimiento del Ministerio Fiscal».
De la posibilidad de retirar o no el panteón, que se dispuso en un lugar preeminente del cementerio de Carcaixent, nada dice la respuesta gubernamental. La normativa legal actual no parece avalar una decisión de ese tipo. Otra opción que ha barajado hasta ahora el gobierno municipal de Carcaixent, hoy en manos de una coalición formada por Compromís y el PSPV, es esperar a 2026, cuando caduquen los derechos funerarios. El consistorio inició hace tres años un procedimiento administrativo para retirar la tumba pero las trabas jurídicas lo impidieron.
Maks, el carnicero
Vjekoslav Luburic, más conocido como Maks El Carnicero, dirigió durante la II Guerra Mundial el Campo de concentración de Jasenovac (Croacia) considerado uno de los campos de exterminio más crueles de todos los tiempos, y se exilió en la España franquista recibiendo el nombre de Vicente Pérez García. Como otros muchos criminales nazis fue protegido por el régimen franquista, que le dio asilo y otra identidad. Desde su imprenta de Carcaixent organizaba la resistencia nazi croata.
Su tumba está ubicada en la entrada del cementerio de Carcaixent y cada año, en conmemoración de su muerte, acuden grupos nazis de distintos lugares a rendirle homenaje, habiéndose convertido en un lugar de exaltación del genocidio nazi y del régimen franquista. El monumento funerario está presidido por el escudo del terrorismo ustacha y ha sido lugar de peregrinación nazi desde 1976. No han cesado los actos, misas, banderas, brazos en alto y pintadas dirigidas a homenajear al militar que se fugó de Croacia tras la Segunda Guerra Mundial a su exilio dorado en la España de Franco. Su legado criminal ha sido objeto de libros y documentales que han mostrado el horror del que Luburic fue protagonista.
El Gobierno de España ha pasado de puntillas sobre los actos de enaltecimiento del fascismo que suelen organizarse en Carcaixent ante la tumba del criminal nazi Vjekoslav Luburic, un croata que fue acogido por el franquismo dándole una nueva identidad y protegido por la dictadura hasta que fue asesinado por un comando supuestamente enviado por el mariscal Tito para acabar con su vida. Una senadora de Esquerra Republicana de Cataluña preguntó al ejecutivo español si conocía esos actos de exaltación y si «por dignidad» pensaba desmantelar ese lugar de peregrinación de la ultraderecha exhumando los restos de ese «criminal de guerra».
En su respuesta, el Gobierno se limita a contestar que la ley «establece medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura» y contempla «tomar medidas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura».
También recuerda a ERC que la ley dispone que se considerarán actos contrarios a la memoria democrática «la realización de actos efectuados en público que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares, y supongan exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra o de la dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial, sin perjuicio de derecho de reunión pacífica y sin armas». Y a tal efecto, subraya que si en la celebración de un acto público «de esa naturaleza se advirtieran hechos que pudieran ser constitutivos de delito, las autoridades competentes pondrán los mismos en conocimiento del Ministerio Fiscal».
De la posibilidad de retirar o no el panteón, que se dispuso en un lugar preeminente del cementerio de Carcaixent, nada dice la respuesta gubernamental. La normativa legal actual no parece avalar una decisión de ese tipo. Otra opción que ha barajado hasta ahora el gobierno municipal de Carcaixent, hoy en manos de una coalición formada por Compromís y el PSPV, es esperar a 2026, cuando caduquen los derechos funerarios. El consistorio inició hace tres años un procedimiento administrativo para retirar la tumba pero las trabas jurídicas lo impidieron.
Maks, el carnicero
Vjekoslav Luburic, más conocido como Maks El Carnicero, dirigió durante la II Guerra Mundial el Campo de concentración de Jasenovac (Croacia) considerado uno de los campos de exterminio más crueles de todos los tiempos, y se exilió en la España franquista recibiendo el nombre de Vicente Pérez García. Como otros muchos criminales nazis fue protegido por el régimen franquista, que le dio asilo y otra identidad. Desde su imprenta de Carcaixent organizaba la resistencia nazi croata.
Su tumba está ubicada en la entrada del cementerio de Carcaixent y cada año, en conmemoración de su muerte, acuden grupos nazis de distintos lugares a rendirle homenaje, habiéndose convertido en un lugar de exaltación del genocidio nazi y del régimen franquista. El monumento funerario está presidido por el escudo del terrorismo ustacha y ha sido lugar de peregrinación nazi desde 1976. No han cesado los actos, misas, banderas, brazos en alto y pintadas dirigidas a homenajear al militar que se fugó de Croacia tras la Segunda Guerra Mundial a su exilio dorado en la España de Franco. Su legado criminal ha sido objeto de libros y documentales que han mostrado el horror del que Luburic fue protagonista.