El Periódico.- Insultos, agresiones y «profundo desprecio hacia las personas afines al independentismo catalán», según el fiscal contra los delitos de odio Miguel Ángel Aguilar. Eso es lo que ocurrió, a su entender, en la manifestación que el 17 de febrero del 2018 recorrió las calles de Balsareny (Bages) y que fue convocada por la plataforma «Por España me atrevo», en la que participa el partido de la extrema derecha Democracia Nacional. Un antiguo dirigente de esta formación en Catalunya, Alberto B., y dos simpatizantes, Alba S. y Antonio C., se sentaron este jueves en la Audiencia de Barcelona en el banquillo por el ataque a un grupo de vecinos de la población que se encontraban en las puertas de un bar y que acabó con algunos de ellos lesionados.
La fiscalía atribuye a cada uno de los tres acusados tres delitos contra los derechos fundamentales y contra la integridad moral (alternativamente uno de amenazas agravadas por discriminación), así como uno leve de lesiones, reclamando un total de seis años de prisión, multas e inhabilitación para profesión en el ámbito docente, deportivo y de tiempo libre. Los altercados se produjeron sobre al finalizar la manifestación, en la que participó una centenar de personas. Los gritos de «Puigdemont a prisión», «España una y no 51» o «separatista, hijo de puta, con tu muerte España disfruta» invadieron las calles de la población. Los concentrados iban provistos de tambores, pancartas y banderas. Los Mossos les encapsularon para evitar que se produjeran altercados. «La manifestación concurrido con cierta tensión», recordó un agente.
Sobre las 20-30 horas, una vez finalizada la manifestación, los acusados, en compañía de una decena de personas, algunos de estética ‘skinhead’ y de ideología nacionalsocialista, según el fiscal, se pararon ante el bar El Casino de Balsareny. Sus propietarios había cerrado las puertas ante el temor de actos violentos, pero cuando acabó la marcha ultra, los dueños del local y un grupo de clientes que estaban dentro salieron a la calle. Fue entonces cuando los ultras, entre ellos los imputados, «movidos por su profundo desprecio hacia las personas del independentismo catalán», se encararon con los vecinos de la población. En el exterior de local no había ningún símbolo, pero si dentro, como carteles en favor de la libertad de los presos independentistas.
«Con ánimo de menoscabar su integridad física, así como de perturbar su tranquilidad y seguridad, vejarlos y humillarlos y amederantarlos» por no aceptar su forma de pensar, los acusados empezaron a lanzar insultos tales como «independentistas de mierda, hijos de puta, guarros, asquerosos, rojos de mierda, cerdos separatistas». El matrimonio que regenta el bar de Balsareny reconocieron en el juicio a los imputados Alba S. y Antonio C. como las personas que les habían agredido con puñetazos, bofetadas y patadas, mientras les lanzaban improperios. Otro vecino recibió una patada en la espalda y un golpe con el palo de una bandera cuando se intentaba refugiar y el tercer acusado, Albert B., le chillaba: «¿Y tú dónde vas ahora?. Catalán de mierda, hijo de puta, te vamos a rajar y vendremos de aquí a dos horas». «Tuvimos miedo», recordaron los testigos. El fiscal insistió en su informe que las agresiones fueron «gratuitas» por el rechazo a una ideología contraria a la suya. «Fueron a por ellos», recalcó.
Durante la vista, los tres acusados negaron que insultaran o agredieran y se escudaron en que los Mossos los tuvieron controlando en todo momento e, incluso, después de la manifestación les acompañaron a sus coches. «No hubo ningún percance», aseguró uno de ellos que, eso sí, reconoció que en este tipo de concentraciones siempre se producen «discrepancias verbales» con grupos de ideología contraria. Explicaron que acudieron a la marcha para protestar por el supuesto acoso que había sufrido una familia por sectores independentistas y la detención de una persona que había colgado una bandera de España en el balcón del ayuntamiento. Alba S. al fiscal: «Me parece insultante que me acuse de insultos. Yo tengo hijo y no le doy esa educación». La reprimenda del presidente del tribunal fue inmediata. «No hubo enfrentamiento y fue una manifestación tranquila. y nos fuimos rápidamente. Yo no odio a nadie, fui para defender los derechos fundamentales», insistió la imputada