El presidente del Madrid, Florentino Pérez, desmonta al grupo de radicales desactivando 250 de sus pases. El club pretende regenerar la curva con “una grada de animación”
DIEGO TORRES.- El Real Madrid está a un paso de eliminar de forma definitiva a sus aficionados más extremistas, la peña informal Ultras Sur, agrupada desde 1980 y dueña de un largo historial de altercados violentos y sucesos de apología del nazismo. Su último acto público de relieve consistió en entregar una placa de reconocimiento a José Mourinho, el entonces entrenador madridista, que en el día de su último partido se acercó hasta la curva sur para despedirse de quienes habían sido sus más leales acólitos entre la hinchada.
Una pelea librada el 9 de noviembre en el seno del grupo, horas antes del partido contra la Real Sociedad en el Bernabéu, precipitó los acontecimientos. La cúpula de Ultras Sur, dirigida por Álvaro Cadenas, abogado ultraderechista y veterano miembro de la peña, fue desafiada en un bar de la calle Marceliano Santa María por una facción de jóvenes que reclamaban el poder y una mayor radicalización. El enfrentamiento se saldó con la retirada de Cadenas, que hasta entonces había actuado como interlocutor con los dirigentes del club.
Ante la noticia de la pelea, el presidente madridista, Florentino Pérez, dio orden de desactivar unos 250 pases que hasta entonces habían estado en poder de Ultras Sur. Un rato más tarde, el fondo del estadio lució un cuadrado perfectamente recortado de 500 asientos vacíos en medio de la populosa grada baja. Solo minutos después del arranque de los encuentros —y van cuatro desde la visita de la Real— aparece una columna de unas 200 personas para repetir viejas liturgias, cánticos, y resonar de tambores. El resto de la concurrencia del Bernabéu (más de 70.000 localidades) los contempla en silencio. El sábado pasado, frente al Valladolid, entonaron un cántico revelador de su visión del panorama actual en Chamartín: “¡Este estadio / es un cementerio / sin el fondo sur!”.
Ultras Sur han sido tradicionalmente los aficionados más ruidosos del Bernabéu y su ausencia deja un vacío extraño. Los responsables de seguridad del Madrid dan por hecho que el proceso de cambio iniciado el 9 de noviembre no tiene vuelta atrás. “Se han portado mal”, explicó ayer un empleado del club que durante años estuvo en contacto con gente del fondo sur, para definir la situación. “A partir de ahora esa grada será una grada de animación normal”.
La versión oficial del club asegura que Florentino Pérez prolongó en el año 2000 el pacto de tolerancia heredado del anterior presidente, Lorenzo Sanz, bajo la condición de buena conducta. Roto el acuerdo por parte de los radicales, el presidente se sintió legitimado para desmontar la organización. Le bastó con desactivar las 250 tarjetas electrónicas que servían a los hinchas indeseables para pasar al estadio en los días de partido. Pero, ¿cómo se hizo la discriminación? ¿Quiénes son los 250 socios que siguen entrando al espacio donde siempre se han ubicado los Ultras Sur?
Uno de los viejos líderes de Ultras Sur expuso ayer a este periódico una interpretación de los hechos que desde el Madrid desmienten. Según este antiguo miembro de la peña, hoy abonado, el Madrid cedía 250 pases anuales a la cúpula de los hinchas extremistas para que se autofinanciasen los viajes cuando el equipo jugaba fuera de casa. Esta práctica se remontaba a la época de Lorenzo Sanz. Desde hacía unos años Cadenas administraba estos pases cediéndolos o vendiéndolos cada partido a miembros de Ultras Sur que no eran socios, o a hinchas extremistas afines que venían de otras comunidades a presenciar los partidos. Los 250 pases que inhabilitó el Madrid el 9 de enero corresponden a este paquete. Los 250 pases restantes con plazas en la grada reservada a Ultras Sur no se pueden anular pues pertenecen a abonos de socios, entre los que se encuentra la jefatura del grupo.