La comunidad judía vuelve a sentir miedo a mostrar sus creencias en público después de que los delitos de odio crecieran un 20% en 2018.
RUBÉN G. DEL BARRIO. LA RAZÓN.- Jeziel hace la compra en un supermercado kosher de Berlín. Viste ropa deportiva y lleva una gorra que a la vista de cualquier persona no difiere en absoluto de una escena cotidiana más. Sin embargo, solo él sabe que bajo su gorra esconde una kipá, el sombrero tradicional que usan los hombres que profesan el judaísmo. Un hecho que se produjo ayer, pero también desde hace tiempo y posiblemente también mañana a lo largo y ancho de Alemania.
Siete décadas después del Holocausto, la razón por la que los judíos tienen que ocultar su religión para sentirse seguros significa que «estamos fracasando antes de nuestra propia historia». Así de tajante se manifestó «Bild» ante la corriente antisemita que vuelve a recorrer el país. Y Jeziel, que no puede evitar sentir algo de miedo, se identifica con las palabras del periódico y con las declaraciones que, el pasado fin de semana, pronunció el encargado del Gobierno para la lucha contra el antisemitismo, Felix Klein, en las que aconsejó a los judíos que no usaran la kipá en público para evitar ataques antisemitas.
«A veces, para nosotros es realmente peligroso usar la kipá, especialmente en Berlín. Por eso muchos la esconden bajo otro sombrero, como yo», dice Jeziel. Pero dejar de usarla es un tema que ni se le pasa por la cabeza. «Los judíos siempre usaremos la kipá, da igual lo que los otros nos recomienden. Es una declaración de principios», asegura. Hasta ahora dice haber tenido suerte: no le ha pasado nada.
No obstante, el temor sigue en la calle. Hace unos días, varios cientos de personas recorrieron las calles de Berlín durante la marcha del Día Mundial de Al-Quds. Una movilización que también se llevó a cabo en otros puntos de Europa y América, así como en muchos países musulmanes, para mostrar solidaridad con los palestinos y condenar la posición israelí y las políticas estadounidenses. En la marcha de Berlín, se escucharon consignas a favor del «asesinato de los niños de Israel». Muchos participantes portaron banderas de Palestina y alemanas. «Es absolutamente inaceptable que en 2019 tengamos que escuchar consignas antisemitas y antijudías en el centro de Berlín, un lugar tan simbólico», declaró Klein a la cadena pública Deutsche Welle.
La situación es tal que exigió la intervención de la propia canciller Angela Merkel para reconocer que, a pesar del fin del Holocausto, el antisemitismo continúa siendo un problema y asegurar que Alemania tiene la responsabilidad histórica de hacer frente a su creciente amenaza, así como la del populismo de extrema derecha. «Siempre hemos tenido una cierta cantidad de antisemitas entre nosotros. Desafortunadamente, hasta el día de hoy, no hay una sinagoga, ni una guardería o escuela para niños judíos que no necesite ser vigilada por policías alemanes», aseguró Merkel, que hace unos días premió el proyecto social «Alquila un Judío» de Berlín, una iniciativa que posibilita el encuentro y diálogo entre judíos y no judíos.
Incluso el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, hizo una llamada para combatir toda forma de antisemitismo. «Es una de las principales tareas de nuestro Estado proteger a nuestros conciudadanos judíos e intervenir donde sea necesario, también y durante manifestaciones y eventos públicos», sostuvo.
Lo cierto es que los casos de antisemitismo se han incrementado en Alemania. Según las estadísticas criminales, en 2018 hubo 1.799 delitos antisemitas, casi un 20% más que en 2017. Delitos que abarcaron desde el abuso verbal y físico hasta las amenazas de muerte, aunque se cree que la cifra de agresiones real es mucho más alta. Un incremento, que para Klein, se sostiene en la «creciente desinhibición y embrutecimiento de la sociedad» que son un caldo de cultivo para este fenómeno. De hecho, el ministro del Interior, Horst Seehofer, explicó que cerca del 90% de los 1.800 incidentes antisemitas fueron perpetrados por grupos de extrema derecha.
Los críticos de Merkel afirman que su decisión de dejar entrar a casi un millón de refugiados en 2015 contribuyó a un aumento del apoyo a la extrema derecha, encarnado en el partido xenófobo Alternativa para Alemania, pero ella siempre ha defendido su política. Aunque sigue siendo un tema tabú para los políticos, Alemania admitió recientemente que el antisemitismo musulmán es un problema importante en el país.
La comunidad judía en Alemania exhortó a las autoridades a tomar cartas en el asunto. «Desde hace tiempo es un hecho concreto que los judíos que viven en algunas grandes ciudades están en peligro si son reconocidos como tales», dice el presidente del Consejo Central de Judíos, Josef Schuster, quien afirma que advirtió de esto «hace ya dos años». «Sería muy bueno si este problema recibe mayor atención a nivel político», agregó, convencido de que toda la sociedad debería hacer suya la lucha contra el antisemitismo. Al mismo tiempo, reconoce que se sienten «suficientemente protegidos por la policía y las agencias de seguridad».
El ministro del Interior de Baviera, Joachim Herrmann, consideró que la advertencia era equivalente a rendirse a la ultraderecha. Por eso, instó a los judíos a ignorar la recomendación y seguir usando el kipá. «Si caemos en el odio hacia los judíos, no estamos haciendo nada más que pasar el campo de juego a la ideología de derecha», sentenció. Incluso «Bild» emprendió una campaña y publicó en sus páginas un kipá recortado para que los lectores lo descarguen e impriman.