La Razón.- El Sahel africano y Afganistán, principales zonas de su acción criminal.
El Estado Islámico (Isis, Daesh) afirma, a través de su canal de Telegram, que durante 2022 ha asesinado a un total de 6.881 personas en todo el mundo a través de sus distintas franquicias.
El África Subsahariana es el principal epicentro de la actividad yihadista mundial, en particular el Sahel africano, pero con un aumento significativo también en Afganistán.
Las publicaciones de esta banda terrorista tratan de transmitir un triunfalismo para este año y anuncian todo tipo de males para los “apóstatas, judíos y cruzados”, con una especial referencia a la utilización de los cinturones-chalecos explosivos que usan los yihadistas suicidas.
Uno de los objetivos, no confesados, en la de la instalación de una “zona de confort” en el Sahel africano, en la zona de las “tres fronteras” (Mali, Níger y Burkina Faso) donde instalar zus “aparatos operativos”, como los que tuvieron en su momento en Siria. Y, desde allí, organizar campañas de atentados con células contra occidente, labor encomendada, desde la pérdida del “califato”, a los actores –“lobos”– solitarios, con desigual suerte.
La acción de las Fuerzas de Seguridad contra estos individuos, que se auto doctrinan o reciben instrucciones a través de medios telemáticos, se ha demostrado especialmente efectiva y, con ello, se han evitado numerosos atentados.
Con todo, Daesh despliega un gran esfuerzo terrorista en Afganistán contra el régimen talibán, tradicional aliado de Al Qaeda, su gran enemigo dentro de la lucha por la primacía del yihadismo a nivel mundial. Pese a la propaganda oficial de Kabul, El Estado Islámico se mueve con una aparente facilidad y, hace uso pocos días, volvió a repetir un atentado contra el aeropuerto de la capital.