El vicepresidente de la ANC se ceba con sus orígenes andaluces en su mensaje ultra antiespañol. No es la primera vez que utiliza a la «familia de Granada» para su argumento separatista sin matices
ENRIQUE ABUÍN. GRANADA HOY.- Quedan pocos días para otra Diada (el Día de Cataluña que se celebra el 11 de septiembre) y que el sector del separatismo vuelva a tocar diana –sin Covid o con él la mancha no se borra– reverdeciendo los mensajes de independencia que, por encima de la gestión de la pandemia, para muchos ciudadanos catalanes sigue siendo el tema estrella. En esa ambición por una Cataluña independiente la organización de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) es el movimiento autodenominado como civil que protagoniza la lucha de esteladas en las calles. También con mensajes que como los del vicepresidente de la ANC, David Fernández, se atornillan en el lado ultra de la vida para afrontar el tema con proclamas de odio hacia España en las que este dirigente no se ‘olvida’ de su familia de Granada, tierra donde hunde sus raíces este número dos de una institución que preside Elisenda Paluzie.
«Estas élites españolas saben hace siglos que sin el dinero de Cataluña, Valencia y Baleares (Paisos Catalans), la mitad de España pasaría hambre y se sublevaría contra ellos», señalaba hace unos días en un relato que continuaba con su alusión a los andaluces y castellanos emigrados a Cataluña como lo fueron sus padres (progenitor almeriense y progenitora granadina): «Por eso es tan importante para ellos decir que los catalanes somos insolidarios. Así, el día que estalle una revolución por hambre, tú, catalán nacido en Granada, que vives en Nou Barris o en el Bajo Llobregat, pagas la vida en impuestos, y tienes un pisito pequeño, serás el culpable, no ellos«, argumenta David Fernández.
El remate llega en el mensaje con el que continúa su perorata sobre por qué «España es un enemigo sin matices» para este vicepresidente de la ANC. «Cuando la familia de Granada o León se revuelva, porque no tiene dinero para llenar la nevera o su pensión se reduzca a la mitad, vendrá a por ti a Nou Barris o el Bajo Llobregat («a por ellos, oé, oé, oé») no a por las élites de Madrid», imagina este catalán de orígenes andaluces para convencer a los acólitos de un independentismo sin fisuras y seguro de la existencia de un conflicto sin matices en el que los españoles pulsarían un botón para borrar a los catalanes del mapa. Evidentemente, el mensaje de este dirigente con miles de seguidores en Twitter no ha pasado por alto de algún usuario que le ha remarcado su deje xenófobo en el discurso.
Esta frase forma parte de una de sus opiniones recientes sobre la cuestión catalana en la que para defender la independencia no duda en sacar a pasear el discurso antiespañol y de odio con referencias a las personas que como su familia emigraron desde otros puntos de la geografía española a barrios humildes de la Ciudad Condal o al famoso cinturón rojo de Barcelona.
«CUANDO LA FAMILIA DE GRANADA O LEÓN SE REVUELVA VENDRÁ A POR TI»
Pero no es la primera vez que David Fernández hace referencia a sus orígenes granadinos para remarcar lo ‘buen catalán’ y lo independentista que es. En un artículo escrito hace unos años en el medio digital La República escribe en dos partes el relato titulado Los inmigrantes del tren borreguero se hacen independentistas. En la segunda parte explica cómo en la infancia al principio le parecía bien cómo le recibía la familia de Granada en los veranos. Pero el tiempo pasaba y el joven David Fernández cada vez más integrado en Barcelona le veía menos sentido a la travesía en el Seat 124 cargados de «regalos y dinero» para los granadinos que nunca les devolvían las visitas. «Nunca comprendí por qué éramos nosotros los que teníamos que emprender semejante calvario pero la familia de Granada difícilmente nos devolvía las visitas. A día de hoy esto no ha cambiado excepto escapadas a médicos y cirujanos catalanes de reconocido prestigio», señala.
«¿Por qué de cada una de aquellas familias no trabajaban más de una o dos personas? ¿Por qué no decidían hacer algo diferente para disponer de mayores recursos económicos? ¿Por qué no necesitaban buscar trabajo? ¿Por qué no venían a Barcelona a ganarse la vida como nosotros? ¿Por qué eran felices si no tenían para comer? ¿Por qué siempre podían tapear y tomar cañas? ¿Por qué ellos no pagaban hipoteca y nosotros sí? ¿Por qué siempre tenían dinero aun trabajando lo mínimo? ¿Por qué ellos tanto y tan fácil, y nosotros tan poco y tan difícil?», se pregunta.
Pronto tuvo respuesta a tanta pregunta, pues en realidad los granadinos vivían la vida padre porque «muchos pisos eran de protección oficial, entregados gratuitamente por las administraciones», además no pagaban luz ni agua ni gas. Y, ¿cómo no?, se dio cuenta de la otra gran trampa: «También supimos que los que no trabajaban tenían alguna subvención in eternum, algunos de ellos llegaron a tener hasta tres tipos de subvenciones diferentes, y se mostraba como todo un éxito». Eran felices y no necesitaban ir a Barcelona para hacerse a sí mismos como personas porque «ya pagaba el Estado».
Con la crisis de 2008 llegaron las mismas preguntas. «¿Por qué en Barcelona tenemos que trabajar durísimo y la familia de Granada no? ¿Por qué estamos hipotecados hasta el punto de tener que pedir fiada la leche, y la familia de Granada no? ¿Por qué ellos tienen tapas y cañas, y nosotros solo podemos salir a pasear?». Al final, en el relato ‘fantástico’ termina con el desarraigo y la consciencia de que más allá del parentesco nada le unía a aquellos andaluces con otras formas de pensar y de actuar (eufemismo de vagos). Ahora, este vicepresidente de la ANC hecho a sí mismo y del que nadie duda que pueda estar subvencionado sigue trabajando para luchar contra lo que el propio David Fernández llama el «virus» español.