LA MAREA.- El barrio de Tetuán amaneció un día de agosto con nuevos vecinos: un grupo de jóvenes de ideología neonazi y militantes de partidos de extrema derecha ocupó un edificio en uno de los barrios más multiculturales de Madrid. Los activistas repartieron comida a gente necesitada con la única condición de que fueran españoles. Esta ocupación, que en principio estuvo promovida por un reducido número de personas, cobró una relevancia mediática envidiable: las principales televisiones y radios del país entrevistaron a algunos de esos jóvenes.
Y gracias a esa cobertura lograron hacer llegar su discurso –nada nítido– a cientos de miles de personas, disfrazando la xenofobia bajo “prioridades” en tiempos de crisis. En La Marea nos hemos preguntado si dar resonancia a estos hechos no es caer en la trampa y contribuir a que ganen apoyo social en España, tal como ha sucedido con sus homólogos griegos de Amanecer Dorado. Partidos políticos y empresas realizan continuamente acciones claramente enfocadas a conseguir presencia mediática y es labor del periodista separar la información de la promoción.
¿Es mejor cubrir extensamente hechos como esta ocupación o informar de manera escueta? La redacción de La Marea decidió no dar voz al grupo neonazi. La situación cambió cuando comenzaron las agresiones a jóvenes inmigrantes y activistas de izquierda en el barrio. El problema ya superaba la simple estrategia publicitaria.
En lo que llamaron Hogar Social de Madrid Ramiro Ledesma había neonazis pertenecientes a grupos abiertamente xenófobos, como los partidos Movimiento Social Republicano y Alianza Nacional. También de la hinchada de extrema derecha del Real Madrid, los Ultras Sur. Muchos de sus líderes tienen antecedentes por robos y violencia. Las agresiones alrededor de estas ocupaciones no son cosa sólo de Madrid. La Policía ha detenido e año a varios miembros del Hogar Social de Zaragoza, el pionero, por apalear a un joven.
Los miembros del Hogar Social de Madrid han desarrollado una estrategia muy trabajada para atender a los medios de comunicación, después de años de marginalidad en los que no han logrado casi ningún rédito electoral. La plataforma neonazi España en Marcha y su ataque el año pasado a Blanquerna, el centro catalán de referencia en Madrid, fue otra de las muestras del protagonismo mediático que está tratando de construir la extrema derecha, totalmente marginal al lado de la fuerza que han cobrado los movimientos sociales de izquierdas, que ya apuntan a conquistar alcaldías desde las plataformas Ganemos.
Los neonazis del edificio ocupado en Madrid abrieron sus puertas de par en par a los periodistas el día en que comenzaron a repartir alimentos. Una nube de reporteros hizo una amplia cobertura y conexiones en directo desde el lugar, hablando con gente desfavorecida que acudía a coger bolsas de comida. “Los inmigrantes tienen acaparadas todas las ayudas”, aseguraba uno. “Voy a Cáritas y no me dan nada, pero vengo aquí y me llevo una bolsa entera con cosas”, decía otro, enseñando una botella de aceite y algunos paquetes de legumbres.
La mayor parte de los medios de comunicación del país hicieron un tratamiento superficial del tema. Esto provocó que, ante las preguntas de los periodistas, los militantes de extrema derecha colocasen hábilmente un discurso que llevan años puliendo, tocando los resortes más primitivos y gregarios de una sociedad que pasa serias dificultades para llevar una vida digna. Una vez que se decide cubrir una información, sea del tipo que sea, el periodista debe confrontar al entrevistado con los datos objetivos que cuestionen sus argumentos.
Los medios digitales que dependen e la publicidad en muchas ocasiones se dejan llevar por noticias morbosas o por modas para lograr visitas. Está comprobado que hay palabras que, en un titular, consiguen una cantidad de lecturas abrumadora. Entre ellas, “nazis”, “Franco”, “sexo” o “toros”. Desde las pasadas elecciones europeas, “Pablo Iglesias” es también sinónimo de éxito en un titular. Otro clásico son los gatitos. En La Marea creemos que hay objetivos más importantes en una profesión tan maltratada como el periodismo que obtener lectores ocasionales a toda costa. Y seleccionar la información es una de las labores más complejas.