Críticas por fomentar el turismo LGTBI en países que persiguen la homosexualidad.
Además, en este país, las relaciones sexuales fuera de un matrimonio heterosexual son también delito, y los castigos van desde penas de prisión, multas, deportación y hasta incluso la pena de muerte. Recordemos que Dubái es el país del que el año pasado Jimena y Shaza huyeron para encontrar dónde vivir juntas, recalando su fuga en Turquía que tras gestiones españolas fueron puestas en libertad con destino a nuestro país.
Para el autor, “Dubái es un centro neurálgico de libertad para los gays de países vecinos donde la homosexualidad conlleva la pena de muerte”.
Para el Observatorio, «la ristra de estereotipos y tópicos es constante en el reportaje: “No se puede ser más gay”, “Todos jóvenes, guapos, dinámicos, bien formados”,… Como nota al margen, agrega sobre el turismo LGBTI: “Así que si eres gay no vayas de la mano ni beses a tu pareja en público. Ni te pasees con tacones por el metro elevado. No es Madrid durante el Orgullo.”
A pesar de ello, «da peligrosos consejos a los gays para ligar en Dubái, usando las ilegales VPN (Redes Virtuales Privadas) que pueden ser objeto de expulsión del país. También aconseja que si quedas con desconocidos les adviertas que has dado tu localización a un amigo, por si acaso»…
Llega a afirmar que “la convivencia armoniosa de todas estas razas y religiones se consigue gracias a estrictas leyes”.
«En un ejercicio imposible de frivolidad absoluta -señala el Observatorio-, el autor llega a comparar a Dubái con Las Vegas y minimizando la estricta aplicación de la religión musulmana, llegando a decir que “en realidad (…) la religión de Dubái es el dinero”. En otro lugar del relato la compara con “la España de los setenta del destape”. Comparaciones que, obvia decir, poco tienen de similares, y ocultan un régimen de severas leyes y falta absoluta de libertades y derechos».
Desde el Observatorio contra la LGBTfobia consideran que «los medios de comunicación deben ser responsables, y mantener una ética estricta sobre la banalización de la homofobia de estado», recordando que actualmente 78 países en el mundo penalizan las relaciones homosexuales con castigos que van desde latigazos, penas de prisión menores o mayores, cadena perpetua o incluso pena de muerte (ahorcamientos en Irán, decapitaciones en Arabia Saudí, disparos en la cabeza, defenestraciones desde altos edificios, lapidaciones,….)”, ha afirmado Paco Ramírez, presidente del Observatorio.
“Fomentar el turismo hacia países que penalizan las relaciones homosexuales es completamente imprudente y peligroso para las personas LGBTI, pero también poco ético y solidario por parte del resto de la población. El turismo es frecuentemente el motor económico de muchos de estos destinos. Boicotear el turismo a este tipo de destinos fuertemente homófobos puede ser la mejor manera de obligar a las autoridades a hacer concensiones en las cuestiones de los derechos humanos. Aún no nos hemos dado cuenta de que tenemos en nuestras manos el poder de cambiar la situación de los derechos fundamentales en muchos destinos turísticos homófobos”, insiste el presidente del Observatorio.
“Frecuentemente las duras penas de los países con homofobia de estado no son aplicadas a los turistas extranjeros, que normalmente son expulsados a sus países de origen. Pero minimizar negligentemente o banalizar con las condenas para los LGBTI autóctonos es síntoma de un egoísmo sin límites y de una hipocresía de pocos escrúpulos, dando lugar a una sociedad poco solidaria y poco comprometida con la aplicación universal de los derechos humanos. Sólo hay que reflexionar sobre la cita de Edmund Burke: ‘Para que el mal triunfe, basta con que los hombres de bien no hagan nada’”, concluye.