EFE.- El ciberacoso tiene unas características propias que le diferencia del acoso tradicional, ya que se lleva a efecto de una forma más sistemática, estable y provoca una mayor victimización porque la persona afectada se siente más indefensa ante la situación.
Así lo ha asegurado este miércoles el responsable de menores en el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), Manuel Ransán, quien ha comparecido por videoconferencia en la comisión especial de Les Corts Valencianes sobre el acoso escolar, la última que se celebra y cuyo dictamen podría estar elaborado en el mes de noviembre.
«El uso de medios digitales ha incorporado unas nuevas dimensiones y condiciona en gran medida la forma en la que se ejerce la violencia entre iguales, diferenciándose de otras formas más tradicionales», ha indicado Ransán, para quien ahora «no debemos fijarnos solo en los avances tecnológicos sino en como lo usamos para relacionarnos entre nosotros».
Según el experto, el plano digital favorece la aparición de conductas abusivas debido al pseudoanonimato que tiene internet, ya que «puede hacer sentirse poderosos a los acosadores y darles sensación de impunidad», aunque incluso sin anonimato «el simple hecho de no estar en contacto con una persona, de estar detrás de una pantalla, hace también que los jóvenes se comporten de manera más desinhibida».
También, al no estar en contacto con la víctima «es más difícil desarrollar la empatía, ser consciente del daño que se está causando, que es el primer mecanismo que un acosador tiene para cesar es sus comportamientos de hostigamiento», ha añadido.
Además, ha destacado la «inmediatez de las comunicaciones» ya que los jóvenes tienen un móvil en sus manos «y les permite actuar de una manera más impulsiva, contestan en caliente y esto genera en muchas ocasiones una escalada del conflicto».
Según el experto, el ciberacoso provoca un aumento de la victimización: «Hay un acceso 24/7 a la víctima, con teléfonos móviles o redes sociales, estamos conectados permanentemente y los acosadores tienen la facilidad o posibilidad de llegar hasta la víctima en cualquier hora del día y en cualquier espacio», lo que ayuda a entrar en una «espiral de estrés y genera esa falta de autoestima tan perjudicial».
Otro aspecto de este problema es la viralidad, la permanencia en el tiempo y las audiencias ampliadas que facilita internet, y ha puesto como ejemplo que un «video ridiculizando a un chaval se propaga fácilmente por la mensajería instantánea, llega a mucha gente en poco tiempo y es sumamente complejo de retirar y eliminar, pudiendo aparecer al cabo de muchos años».
Además, algunos jóvenes son conscientes de que se ha grabado un video humillante de ellos pero no saben que difusión ha tenido, lo que genera una sensación de incertidumbre y contribuye al rechazo social y la victimización, y en otras ocasiones no son conscientes de quien o quienes son los acosadores, lo que hace mermar su capacidad de socializar.
PREVENCIÓN DEL ACOSO Y EL CIBERACOSO
Randán ha explicado que tras el verano, el Observatorio Estatal de Convivencia Escolar publicará un documento de recomendaciones para la mejora de la ciberconvivencia en centros educativos, en el que se destaca la importancia de trabajar la integración de los aspectos digitales en los marcos normativos de los centros.
Según explica, documentos como el plan de convivencia o el reciente plan digital de centro sirven de guía para orientar la relaciones entre los miembros de la comunidad educativa y sobre cómo integrar aspectos de ciberseguridad en las infraestructuras del centro o en sus servicios digitales en aspectos como gestión contraseñas o el cifrado de información sensible.
Asimismo, se recomienda adaptar la gestión del centro a la nueva realidad digital y, en este punto, Ransán ha destacado el «relevante rol» de la figura del coordinador de bienestar, incorporada en la Ley de Educación de 2020, y de la importancia de que el personal del centro tenga buena información sobre aspectos de ciberconvivencia y cómo aplicarlo en el día a día.